Piensa ella mientras tamborilea con los dedos en el borde de la mesa, y lo contempla a él, aquél que se está burlando de uno de sus amigos.
"¿Es que nunca va a cambiar?"
Es lo que cruza por la cabeza de él, mientras contempla el reflejo de ella en el espejo. Como se da la media vuelta, y se niega hablar de sus problemas.
"¿Es que acaso nunca va a cambiar?"
El pensamiento de ella se une con el acto de agachar la cabeza, mientras finje que no conoce a aquél que nuevamente se ha ensuciado la ropa al comer.
"¿Es que nunca va a cambiar?"
Se pregunta a sí mismo él, mientras ella se retracta de sus palabras fingiendo que no decía las cosas en serio, y se aleja en silencio, con el entrecejo fruncido.
"¿Es que acaso nunca va a cambiar?"
Se lamenta ella, mientras vestida con un traje negro satinado y zapatos dorados de tacón, el se empeña a llevarla a la fiesta con un traje barato y los viejos tennis. Gastados y rotos.
"¿Es que nunca va a cambiar?"
La duda de él sigue siendo la misma, mientras ella sale de la casa, con el cabello en un simple chongo, y sin maquillarse, dejando en claro ciertas imperfecciones en su piel.
"¿Es que acaso nunca va a cambiar?"
Aquella espinita se va clavando cada vez un poco más en su corazón...
"¿Es que nunca va a cambiar?"
Se pregunta mentalmente, mientras aprieta los nudillos y se guarda su coraje...
No. entiéndanlo. Nunca van a cambiar.
Por algo son así.
Las personas son de cierto modo, y por más que lo intentemos, no podemos obligarlos a que cambien, sólo para darnos gusto. Si estás con esa persona especial, y después de un tiempo de estar juntos, te descubres a tí mismo haciéndote esta pregunta, pero sobre todo, más que desear que cambie, te ves a tí mismo tratando de forzar a esta otra persona a que sea como tu dices... Detente. Lo estás haciendo mal.
Necesitas regresar el tiempo, y pensar nuevamente en todas aquellas cosas que te llamaron la atención de ella, o él. Aquellos pequeños pero importantes detalles que hicieron que se ganara tu corazón, día con día. Todas aquellas cosas que forman parte de su ser, y que te hipnotizaron. Recapitula todo aquello que un día amaste, y ahora sí, pregúntate: ¿Por qué ya no lo amas igual?
Si eres capaz de darte cuenta a tiempo, felicidades. Es ahora tu oportunidad de recapacitar, y ver la perfección en cada uno de los defectos de aquella otra persona. Es ahora cuando tienes tiempo de volver sobre tus pasos, y revalorar aquello que tienes, y que seguramente no quieres perder.
Empieza a apreciar aquellos detalles que nunca, NUNCA va a poder cambiar. Enamórate de ello, se feliz con ello. Valora aquel detalle, que algún día, si se pierde, falta te hará.
"Sólo esperando que, de preferencia, nunca tengas que recurrir a preguntarte a tí mismo, ¿Es que nunca va a cambiar?, porque alguien más, puede estarse preguntando lo mismo de tí."
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