Capítulo 6: Símbolo
Las puertas del Consejo se habían abierto con un estrépito. Habían llamado al Sacerdote Supremo con suma urgencia, y ahora el viejo hombre se cambiaba el saco negro de su trabajo “normal” por la capa blanca del Consejo. Le dejó a la recepcionista su maletín de abogado, mientras la chica se ponía rápidamente de pie, y hacía una reverencia.
-¿Quién está en mi oficina?
-Los gemelos Unmei, Señor.
El Sacerdote Supremo trataba de mantener la calma. Los rubios gemelos eran muy reservados, y desde que habían llegado a formar parte del Alto Tribunal del Consejo, no habían dado problemas, y hablaban solo para lo que era necesario.
La preocupación le ganaba a cada paso que daba. ¿Qué podría haber pasado para que los gemelos lo llamaran tan de repente? Y peor aún, ¿para que usaran las palabras “extremadamente urgente”?
Empujó las puertas de su oficina con una fuerza mayor a la que pretendía, y pudo ver al par de gemelos que se ponían de pie, para reverenciarlo como saludo.
-Explíquense, ¿qué ha pasado? –preguntó el Sacerdote Supremo, mientras le daba la vuelta al escritorio, y se sentaba en su asiento.
-El Símbolo no deja de extinguirse.
-Eso es cosa de todos los días, no veo porque…
-El Símbolo no deja de extinguirse –repitieron los gemelos como si no hubieran escuchado la interrupción-. Nuestros dos herederos vendrán con sus clones, y si el Símbolo no deja de extinguirse, no tendrán dimensión a la cual llegar.
-¿De cuánto tiempo disponemos? –preguntó el Sacerdote Supremo levantándose del asiento. Presionó un botón escondido debajo del escritorio, y la pared que tenía detrás de él, empezó a moverse, revelando un enorme vidrio que separaba esa habitación, de lo que se escondía del otro lado.
Era el Símbolo de la Madre Naturaleza, muy parecido al que surgía en los mundos del mar y de la llama. Era igualmente un lago, solo que de tamaño mucho más grande. La base donde estaba la copa de oro tenía el tamaño de una casa entera, y la copa medía por lo menos 10 metros de alto. Pero había un problema.
El lago estaba seco, la copa sin llama y la esfera de aire no se veía por ninguna parte.
-Explíquense –les dijo a los gemelos, quienes se habían puesto de pie igual que el.
-Está empeorando –dijeron ellos-. Esta mañana los tres elementos estaban en completa sintonía. Cuando revisamos los cálculos y pudimos ver la hora de llegada de los herederos, revisamos nuevamente el Símbolo, y el elemento aire no se encontraba. Cuando lo llamamos para que viniera, el elemento fuego se estaba extinguiendo. Y ahora, el elemento agua ha desaparecido.
-Entonces, ¿díganme? ¿De cuánto tiempo disponemos?
-El límite es hoy, a la media noche.
Si hubiera celebrado su cumpleaños, ahora sería diez años más viejo, pero en la tierra de la llama, no pasaba el tiempo, por lo que Mizu seguía con su apariencia de niño de 8 años, y por su parte, Kaji aún se veía como una jovencita de 18.
Durante todo ese tiempo, Mizu había aprendido no solo a dominar el agua de la forma más exacta y precisa, sino que también había aprendido a crearla desde el interior de su propio cuerpo.
No solo había alcanzado a Kaji en nivel de habilidad, sino que la había superado, y por mucho.
Esa tarde, la anciana los había reunido con motivo de una importante celebración.
-Esta noche, a la media noche –les había dicho -, partirán en busca del tercer heredero. Esta noche, empezará la búsqueda de Kaze, pero no tienen porque preocuparse, Kaze los encontrará a ustedes. La batalla comenzará muy pronto, y como no volveremos a vernos, al menos no así, quiero darles esto…
La anciana había sacado lo que parecían ser dos trajes ceremoniales. El de Kaji era la combinación de una blusa blanca y falda del mismo color, con detalles de pequeñas flamas rojas por toda la tela. Tenía también una larga capa roja, con los mismos detalles de flamas, pero en color blanco.
El traje de Mizu, por su parte, era la camisa y el pantalón blanco, con detalles de salpicaduras de agua azul, y la capa tenía el mismo estilo que la de Kaji, pero con el diseño de su elemento: la tela azul y las salpicaduras de agua blancas.
-Tuvimos guardado esto durante mucho tiempo, para el momento en que tuvieran que usarlo. Cuando nos volvamos a ver, podrán agradecer, aunque no creo que me reconozcan…
-¿Abuela? –susurró Kaji, con la mirada algo triste-. ¿Eso significa que no vendrás con nosotros?
-Están por cruzar una dimensión, y…
-¿Dimensión?
-¿A caso creyeron que iban a salir por la puerta a buscar a Kaze? No; el tercer heredero se encuentra en otra dimensión. Fuera de este templo, ya no existe nada. Este mundo solo es eso: el templo. Fuera él, esta el vacío, la única forma de salir de aquí, es por medio el Símbolo, y éste Símbolo solo es lo suficientemente grande como para transportar a dos personas, es por eso que… Mizu, quiero darte esto.
De uno de sus bolsillos, la anciana sacó un pequeño huevo blanco, que le puso a Mizu en las manos.
-Debes de cuidarlo mucho, y cuando nazca, el te cuidará a ti.
-¿Qué es? –preguntó mientras lo metía en uno de sus bolsillos.
-Es tu “sacrificio blanco”. Ahora, colóquense junto a la copa.
Los dos chicos hicieron lo que la anciana les dijo, entraron al lago y Mizu evitó que el agua los mojara usando sus poderes. La anciana les ordenó tomar un poco del agua con la mano derecha, y los dos chicos así lo hicieron. Después, les indicó que tocaran el fuego, y con las habilidades de Kaji, evitaron que el fuego les quemara, mientras metían la mano.
-Ahora, solo queda esperar a que el Aire haga lo suyo. Sólo queda esperar…
Mizu y Kaji estaban vestidos con los trajes de batalla que el abuelo les había entregado. Se encontraba Mizu ayudando a Kaji a entrar al agua, mientras el anciano los despedía con una sonrisa. Caminaban ahora por las tranquilas aguas del lago, como si el agua no se hubiera dado cuenta de su presencia, e introducían la mano que tenían libre del contacto con el agua en la copa con llamas.
Kaji desvió la mirada de su tranquilo acompañante, y miró al anciano, que sonreía de manera amable.
-Cuida mucho el huevo –le dijo por última vez.
-Así lo hare –le respondió ella, mientras el “sacrificio negro”, como el anciano lo había llamado, reposaba en su bolsillo.
-¡¿Cómo que no hay cambios?!
-Esa es la respuesta de Kioku. No hay cambios.
-¡Tenemos el tiempo en contra y solo pueden decirme que…!
-¡Tenemos una señal!
Tanto los rubios gemelos como el Sacerdote Supremo, voltearon a ver a la persona que acababa de llegar corriendo. El ritmo de la respiración de Rihna era agitado, y le temblaba la voz al hablar.
-¿De qué elemento se trata? –dijo mientras entraba a la Cámara del Símbolo, con los gemelos detrás de él.
-Al parecer Agua y Fuego han decidido quedarse ahí –respondió Kioku, mientras alcanzaba al Sacerdote-. Como puede ver, Aire sigue inestable…
La esfera de Aire aún no aparecía, pero todos los presentes podían admirar el remolino de aire que se formaba sobre el Símbolo, y que amenazaba con vaciar el agua del lago, y de apagar la llama.
-¡Alguien debe detenerlo! –gritó el Sacerdote Supremo.
-¡Tiempo límite de cinco minutos, Señor! –le informó Rihna, mientras consultaba el reloj.
-¡Dense prisa!
En ese momento, los gemelos brincaron dirigiéndose al Símbolo, y se transformaron en luz, creando una especie de campana luminosa alrededor de la estructura. El Sacerdote Supremo, Rihna y Kioku podían ver aún lo que pasaba dentro de la campana.
El remolino de Aire había disminuido, y lentamente, poco a poco se iba transformando en la esfera que debía ser. Con esto, el fuego y el agua se calmaron a su vez, y el Símbolo parecía estar en paz.
-Tiempo límite, cuatro minutos –anunció Rihna, quien era la que estaba al pendiente de la cuenta regresiva.
-Deben darse prisa hermano, no podré aguantar mucho tiempo más –decía la pobre chica a su gemelo.
-Debes resistir, al menos un minuto más –le respondía él.
-Espero poder, pero…
-Tiempo límite, tres minutos…
-¿Puedes sentirlo? –le preguntó él a ella.
-Si… son ellos. Son los seis…
Parecía como si el tiempo se hubiera detenido. El color y el sonido habían desaparecido. La campana de luz formada por los gemelos, empezó a temblar. El Elemento Aire explotó en todas direcciones dentro de la campana. El Elemento Fuego se apagó como si se tratara de un simple fósforo, y el Elemento Agua se evaporó dejando el lago vacío.
Dentro de la campana, se había formado ahora dos esferas de luz, y cuando las dos se disolvieron, pudieron observar a las personas que acababan de llegar.
Los gemelos deshicieron la campana, y se posaron junto al Sacerdote supremo, Rihna y Kioku.
Se encontraban ahora delante de ellos, dos grupos, uno formado por una chica de 8 años y un joven de 18, y el otro por un niño de 8 y una muchacha de 18.
-Bienvenidos –les dijo el Sacerdote Supremo-. Al mundo real.
-Estamos agradecidos –dijo el joven-. Nosotros somos Mizu y Kaji, venidos de la tierra del mar.
-Y nosotros somos Kaji y Mizu –dijo la muchacha, venidos de la tierra de la llama.
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