The Gringotts

Entra, desconocido, pero ten cuidado

con lo que le espera al pecado de la codicia,

porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,

deberán pagar en cambio mucho más,

así que si buscas por debajo de nuestro suelo

un tesoro que nunca fue tuyo,

ladrón, te hemos advertido, ten cuidado

de encontrar aquí algo más que un tesoro...


24 de abril de 2011

Syaoran Card Captor: Capítulo 4

Capítulo 4
Un domingo muy agitado

            Syaoran y Kero acababan de levantarse en esa soleada mañana de domingo. El cielo se encontraba despejado, a pesar de la lluvia del día anterior, y lo único que tenían en mente, era salir al parque Shinri a pasear con su amiga Tomoyo. Kero se mostraba animado con la idea, pero Syaoran... De no haber sido porque Tomoyo lo había amenazado con hacerlo usar un cosplay de un anime "gay", hubiera invertido toda su tarde en otras cosas de mayor provecho, según él.
            Syaoran bajó las escaleras, rumbo a la cocina, aún con la pijama puesta, y saludó alegremente a su padre y su hermano, quienes ya se encontraban a la mesa.
            -¿Tienes planeado algo para esta tarde de domingo? –le preguntó su padre a Syaoran mientras le servía el desayuno. Syaoran le explicó sobre la ida al parque con Tomoyo, hasta que su hermano lo sorprendió poniendo la pizarra de anuncios sobre la mesa, casi aplastando su desayuno, el cual tuvo que quitar a toda prisa.
            -¿Y esto qué? –preguntó mientras terminaba de quitar su jugo de naranja.
            -¿Qué no lo recuerdas? Tu mismo anotaste la semana pasada que hoy te tocaba hacer todo el aseo de la casa.
            -Estás... Oh...

            Varios minutos después de terminar el desayuno, su hermano había salido rumbo al trabajo, y como su padre tenía que acudir a una clase pública, Syaoran se quedó solo en casa, dispuesto a hacer el aseo. En ese momento, se encontraba al teléfono, explicándole a Tomoyo el porqué los planes habían cambiado de último momento.
            -¿No me estás mintiendo, verdad? -preguntó Tomoyo, visiblemente molesta. Syaoran pensó en colgar rápidamente, pero se contuvo.
           -No es así, en verdad se me había olvidado completamente. No lo puedo posponer, ya que no hay nadie más en casa, y mi hermano se enojaría si supiera que no planeo hacerlo -y agregó rápidamente-. Pero te prometo que saldremos otro día. Lo juro.
            -Ya no hay nada que se pueda hacer –y Tomoyo colgó súbitamente.
           -Lo sé -se dijo a sí mismo, mientras caminaba por el pasillo-, pero eso no quita que esto sea una porquería –y se dispuso a empezar con la limpieza, mientras Kero se ocupaba de lavar la ropa sucia.

            Se encontraba barriendo la alfombra de la sala, cuando vio que algo se asomaba por debajo de ella. Se agachó para tomarlo, y descubrió una Carta Clow.
            -¿Bosque? –dijo al leer el nombre escrito en la parte inferior-. ¿Un árbol puede estar en una de estas extrañas Cartas? –y mientras decía esto, se guardó la Carta en el bolsillo, y corrió al cuarto de lavado, dispuesto a mostrarle a Kero la Carta que se acababa de encontrar... Pero por algún extraño motivo, la bolita de felpa no estaba ahí.
            -Ese maldito flojo seguramente se está escondiendo para no hacer nada –y salió del cuarto-. Cuando lo encuentre, le pegaré...
            Y se marchó a seguir limpiando. Unos segundos después, Kero salió de dentro de la lavadora, esponjado como una motita de pelusa. Al parecer, se había caído dentro de la lavadora,  la tapa se había cerrado, obligándolo a darse un baño.

            Syaoran se encontraba en el sótano de la casa. Era el último lugar que le faltaba de limpiar, y como esa habitación siempre tenía muy poca luz, pasar la escoba no era suficiente, así que bajo con la aspiradora, dispuesto a terminar de una vez por todas.
            Se encontraba aspirando de debajo de un estante, cuando escuchó como si algo estuviera tapando la boquilla de la aspiradora. Se acercó a ella, y vio una especie de papel alargado pegado en ella, lleno de tinta. Se apresuró a quitarlo, y al darle la vuelta, descubrió...
            -¿Es una Carta Clow? –se preguntó a sí mismo al ver el símbolo del mago Clow, del lado que no estaba lleno de tinta-. Qué suerte, he conseguido reunir dos Cartas en un solo día. Solo necesito limpiar esta.
            Colocó las dos Cartas en el escritorio del sótano, y cuando estaba a punto de empezar a limpiar la Carta que estaba manchada de tinta, el teléfono empezó a sonar, por lo que salió corriendo escaleras arriba, para contestar.
            -¿Syaoran-kun? –se escuchó la voz de su padre, al otro lado de la línea-. Necesito saber si no se me quedó un sobre azul, sobre la mesa del comedor.
            -Eh... –dijo Syaoran, mientras se asomaba a la cocina-, si aquí está.
            -¿Podrías traérmelo a la Universidad, por favor?
            -Claro, voy para allá.
            Colgó el teléfono, tomó el sobre, y mientras se dirigía hacia la puerta, le gritó a Kero que iba a salir por un momento. Segundos después, cerró la puerta del jardín, se subió a su patineta, y se dirigió a la Universidad, dispuesto a llevarle el sobre a su padre.

            Ahora se encontraba de vuelta en su casa, y mientras entraba, pudo ver toda la ropa limpia que Kero había colgado en la terraza del 3er piso. Entró a su habitación, donde vio a Kero acostado en la cama, cansado por todo el trabajo que había hecho ese día.
            -No hay remedio –le dijo-, eres un flojo de primera. ¿Eh? –le había parecido escuchar algo-. ¿Kero? ¿No oyes eso?
            -Es mi estómago que reclama comida, es normal.
            -No idiota, eso no –y Kero abrió los ojos-. Es otro ruido mucho más fuerte. Lo mejor será que bajemos a ver que es.
            Salieron de la habitación, y siguieron los ruidos hasta la puerta del sótano, que se encontraba entreabierta. Les pareció ver que había algo que se movía, dentro de la oscuridad. De repente, la rama de un árbol surgió de repente, y Syaoran y Kero se apuraron a cerrar la puerta de golpe.
            -¿Qué demonios es eso? ¡Se supone que no hay plantas de ningún tipo en el sótano! –gritó Syaoran, mientras hacía un esfuerzo enorme por no soltar la puerta.
            -Parece ser un árbol –jadeó Kero. La planta era demasiado para él, y parecía que no podría aguantar mucho más en sostener la puerta.
            -Debió ser por culpa de la Carta Clow que me encontré...
            -¡¿Qué?! ¡¿Encontraste una Carta Clow y no le pusiste tu nombre?! ¡¿Estás idiota o cual es tu problema?! ¡Debes de ponerle tu nombre para que la Carta te obedezca a ti y solo a ti!
            -¡¿Qué?! ¡A mí nunca me explicaste nada de eso! ¡No tienes derecho a reclamarme nada!
            -Esto parece ser obra de la Carta Bosque...
            -¡Tarado! ¡No sueltes la puerta!
            Pero era muy tarde. Las ramas del árbol empujaron la puerta, y sujetaron a Kero de la panza, y a Syaoran de un tobillo. Y peor aún, en ese momento, el timbre de la puerta sonó.
            -¡Ya voy! –gritó Syaoran.
            -¡Idiota! ¡¿Por qué rayos le contestas?!
            -¡Fue lo más sensato que se me ocurrió! –el timbre de la puerta volvió a sonar-. ¿Y ahora qué hacemos?
            -¡Mira que si tuviera una respuesta, ya te la hubiera dado, mocoso tarado!
            En ese momento, las ramas del árbol que los tenían sujetos se extendieron por todo el pasillo, y mientras el timbre de la puerta sonaba por tercera vez, Syaoran y Kero quedaron frente a la puerta de la entrada, viendo la silueta de la persona que tocaba el timbre, tan insistentemente.
            Lentamente, la puerta se abrió. Kero se quedó quieto, fingiendo ser un muñeco de felpa, y mientras Syaoran se tapaba los ojos, susurró: “No le prestes atención a esto”.
            -Al parecer, en verdad necesitaban hacer algo de limpieza en esta casa –Syaoran abrió los ojos, y vio a Tomoyo de pie frente a él, que los observaba divertida. Dejó la cesta que llevaba en el brazo, y se apuró a bajar a Kero, y después, a soltar el tobillo de Syaoran.
            -No es eso –le dijo Syaoran, cuando logró poder volver a pararse-. Esto es por causa de una Carta Clow llamada Bosque.
            -Parece ser que se ha quedado quieta –dijo Kero-. Lo mejor será atraparla ahora.
            -Claro –le respondió Syaoran, y sacó su llave mágica. Tomoyo no tardó ni un segundo en sacar su cámara de video-. Llave que guardas el poder de la oscuridad, muestra tu verdadera forma ante Syaoran, quien aceptó la misión contigo. ¡Libérate! –la llave creció en ese momento, hasta convertirse en el báculo mágico-. Ahora, regresa a la forma humilde que mereces. ¡Carta Clow!
            La sombra de una Carta Clow se dibujó en el aire, y Bosque entró en ella. Pero solo había durado unos segundos así, cuando la Carta empezó a brillar, y el árbol comenzó de nuevo a crecer a partir de ella.
            -¡A correr! –gritó Tomoyo en ese momento, y ella, Syaoran y Kero empezaron a correr escaleras arriba, hasta llegar a la terraza del 3er piso, donde Kero había colgado toda la ropa. La Carta Clow los seguía de cerca, pero al salir al claro exterior, y recibir los rayos del sol, dejó de crecer, y empezaron a brotarle hojas de todas las ramas.
            -¡Maldición! ¡Esta maldita Carta me ha echado a perder toda la ropa que había lavado en todo el día!
            -¡Ah, que porquería! –gritó Syaoran, sin prestar atención a lo que Kero estaba gritando-. ¡Así que solo necesitaba que le diera el maldito sol!
            -No, escucha –le dijo Tomoyo, y los tres se quedaron callados-. Es como si un elefante caminara dentro de tu casa.
            -Al árbol aún le falta crecer –dijo Kero.
            -¡No me…! –fue lo único que Syaoran pudo gritar-. Tendremos que bajar hasta el sótano para sellar la Carta por completo.
            -Debemos darnos prisa, o destruirá toda la casa –agregó Kero, y los tres se apuraron a tratar de bajar.

            -¿Eh...? Tomoyo-chan... ¿Se puede saber qué es esto, porque demonios lo traes?
            Syaoran preguntó algo enojado, y a la vez confundido. Tomoyo lo había obligado a cambiarse su ropa por un cosplay algo extraño. Un sombrero plano de paja, una camisa roja sin mangas, un short azul, y unas sandalias de tiras, de color café. Su amiga le sonrió mientras lo filmaba de pies a cabeza.
            -Pensaba filmarte mientras estuviéramos en el parque Shinri, es por eso que lo he traído. Es un cosplay de Luffy, de One Piece. Vamos, date prisa que tenemos que atrapar una Carta Clow –le dijo Tomoyo, y lo empujó para que se acercara a la puerta del sótano.
            -Que extraño –susurró Syaoran, cuando el, Kero y Tomoyo hubieron bajado las escaleras, y entrado al sótano, el cual estaba inundado como por unos 30 cm.
            -Que yo recuerde, no sale agua de la Carta Bosque –le respondió Kero, quien volaba por encima de su cabeza.
            -Esto debe de ser obra de la otra Carta que me encontré...
            -¡¿Qué?! ¡¿Encontraste otra Carta mocoso idiota?! ¡¿Cuándo se supone que pensabas decírmelo, chamaco tarado?!
            -¡Pues que rayos quieres! ¡Se me había borrado de la mente porque en ese momento sonó el teléfono!
            -Al parecer es la Carta Lluvia –informó Kero, después de haberse calmado un poco, e ignorando lo que Syaoran le estaba diciendo.
            -Idiota –le susurró Syaoran a Kero, y volteó a observar el desastre que las dos Cartas Clow estaban haciendo-. ¡Lluvia, Bosque! ¡Háganme un cochino favor, y dejen de destruir mi maldita casa de una vez por todas, maldita sea!
            Una pequeña nube se acercó flotando, y se puso delante de él. De ella, surgió la cabeza, y los brazos de una pequeña niña, vestida con ropa azul, y un extraño gorro en la cabeza, como el de un arlequín, además de que en su frente, tenía en dibujo de una gota de agua. La nube se puso sobre la cabeza de Syaoran, y empezó a mojarlo.
            -¡Ya verás! –le dijo, y empezó a rebuscar en su bolsillo-. Carta Clow, haz tu trabajo. ¡Agua!
            La Carta Agua surgió en el aire, y la mujer con cola de pez y corona azul se alzó sobre la pequeña nube. Usando su magia, convirtió el agua que flotaba a su alrededor en serpientes marinas, y atrapó con ellas a la carta Lluvia, en una enorme burbuja azul.
            -Regresa a la forma humilde que mereces. ¡Carta Clow!
            La sombra de una Carta Clow se dibujó en el aire, y Lluvia fue absorbida por ella. Segundos después, Lluvia se encontraba reducida en su forma de Carta, sobre la mano de Syaoran.
            -Ahora, solo me falta bosque.
            -Espera –le dijo Kero poniéndose frente a él-. Mira.
            Todo el árbol empezó a encogerse, y las hojas que habían salido en todas las ramas desaparecieron. Frente a Syaoran, Tomoyo y Kero se formó el cuerpo de una mujer, envuelta en hojas, y con una corona verde en la cabeza. Syaoran la miraba, algo confundido, y después de que la mujer de dedicó una tierna sonrisa, se transformó en Carta, y se dejó caer en su mano.
            -¿Lo ves? –le dijo Kero-. Bosque es de las Cartas más pacíficas que te podrás encontrar en todo el mazo. Ahora... ¡haz algo bueno para variar y escribe tu horrible nombre!
            -¡Ya te dije que dejes de joder mi alma, yo no tenía ni la más mínima idea!

            Tomoyo se encontraba filmando de nuevo a Syaoran, quien acababa de terminar de escribir su nombre en la parte inferior de las dos Cartas Clow.
            -Espero y no te hayas molestado por cancelarte la ida al parque Shinri, y el haber venido aquí a batallar.
            -No hay problema, además, he filmado algo mucho más interesante de lo que podría si hubiéramos ido al parque –y acarició su cámara, con la mirada perdida en el infinito.
            -Syaoran, ¡ven a ver esto! –se escuchó el grito de Kero, y tanto Syaoran como Tomoyo se apuraron a llegar escaleras arriba, pues aún se encontraban en el sótano. Toda la casa se encontraba en un completo desorden.
            -¡Maldición! –gritó Syaoran al verlo-. Maldita sea, ¡tendremos que volver a limpiar todo! ¿Qué no habrá una maldita Carta Clow que pueda ayudar con estos fastidiosos quehaceres de la casa?
            Así que después de pasarse unos 10 minutos haciendo corajes y llorando, a Syaoran no le quedó de otra más que volver a empezar con la limpieza de la casa, con la ayuda de Kero, ya que Tomoyo había salido corriendo diciendo que no había avisado en su casa que iba a salir por un momento.
            -¡No Tomoyo, no me dejes! –gritó Kero, quien de nuevo se encontraba encerrado en el cuarto de lavado, dando vueltas en la lavadora.



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