The Gringotts

Entra, desconocido, pero ten cuidado

con lo que le espera al pecado de la codicia,

porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,

deberán pagar en cambio mucho más,

así que si buscas por debajo de nuestro suelo

un tesoro que nunca fue tuyo,

ladrón, te hemos advertido, ten cuidado

de encontrar aquí algo más que un tesoro...


6 de enero de 2011

The Pick Up

El viaje en el avión había sido aburrido y preocupante al mismo tiempo. Christine y su secretaria se encontraban a bordo del jet privado de la compañía Talasha & Co, terminando de recoger el equipaje de mano. Cuando la secretaria hubo cargado con las dos pequeñas maletas, Christine se encaminó a la salida, mientras la tripulación del jet se despedía de ella con una reverencia.

Abajo, en la pista, se encontraba su investigador privado, Robert "algo", apoyado en un Rolls Royce negro. Sonrió al ver a Christine, quién se detuvo y forzó en su rostro una sonrisa. Robert rió por lo bajo, mientras Christine abría la puerta y se subía al asiento del copiloto. Robert se apuró a darle la vuelta al vehículo, mientras la secretaria subia en los asientos de atrás, y las aeromozas cerraban la cajuela, que ahora contenía las dos simples maletas de mano. Robert se colocó detrás del volante, encendió el Rolls Royce, y salió del aeropuerto, rumbo a la ciudad de New York.

-¿Y se puede saber por qué decidiste contratarme ahora como tu chofér? -preguntó Robert, mientras el Rolls Royce recorría la 5ta avenida.
-Tenía ganas de mantenerte cerca.
-¿Me extrañaste? -la secretaria rió por lo bajo.
-Si serás idiota -y Christine miró por la ventana-. Te necesito cerca para llevar a cabo otras investigaciones.
-Ah, ya me había emocionado.
-Cállate y conduce.

Después de media hora, aproximadamente, se encontraban afuera del hotel donde Rosallie se hospedaba. Robert y la secretaria esperaron en el auto, Christine bajó del Rolls Royce, y se dirigió dentro del edificio. Subió al 3er piso, torció a la derecha, casi llegando al fondo del pasillo, y se detuvo delante de la puerta con el número 32. Tocó un par de veces, y antes de esperar respuesta, abrió la puerta.

-¿Tía Christine? -Rosallie se encontraba sentada en el borde de la cama, sosteniendo un par de bolsas Prada.
-Oh, siento haber olvidado decirte que iba a venir -Christine fingía un tono de sorpresa, que hizo que Rosallie abriera un poco más la boca, dejando las bolsas sobre la cama-. ¿Y que hacías antes de que entrara? ¿Pensabas ir a algún lado? -Christine apuntó a las bolsas con un movimiento de cabeza.
-No, es decir, si. Iba a empeñar estas dos. Supongo que ya están algo anticuadas -dijo tratando de restarle importancia al asunto.
-Me imagino que nuevamente tienes problemas económicos. ¿Y en cuanto pensabas empeñarlas?
-No lo se, la mitad de su valor, supongo. Entre las dos puedo sacar 800 dólares.
-Recoge tus cosas, te espero en el recibidor. Tienes 15 minutos.
-¿Me llevarás a empeñar?
-Algo mejor que eso. Date prisa, tu tiempo empieza a correr -y Christine salió de la habitación.

15 minutos después, Christine subía nuevamente al Rolls Royce, mientras Rosallie subía a la parte posterior del auto con las bolsas aún en mano, Robert subía la maleta a la cajuela, y luego se ponía tras el volante nuevamente.

-Dime, Katie -Christine se dirigió a su secretaria-. ¿Cuántos años llevas trabajando para mí?
-El próximo mes ya serán 15 años, señora.
-Perfecto. Rosallie, dale las bolsas a Katie, toma.

Christine le dio a Rosallie 800 dólares, mientras la asombrada secretaria tomaba los bolsos Prada, y Robert dirigía el Rolls Royce de nuevo a la 5ta Avenida.

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