The Gringotts

Entra, desconocido, pero ten cuidado

con lo que le espera al pecado de la codicia,

porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,

deberán pagar en cambio mucho más,

así que si buscas por debajo de nuestro suelo

un tesoro que nunca fue tuyo,

ladrón, te hemos advertido, ten cuidado

de encontrar aquí algo más que un tesoro...


3 de julio de 2010

The You And I

"No importa lo que pase
Inclusive si el cielo se cae
Te prometo
Que nunca te dejaré ir"

Había llegado a casa. Aventó la bolsa contra el sillón, y el maletín cayó al suelo haciendo un ruido sordo. Los tacones se encontraron con un golpe contra la pared, dejando una mancha antes de caer al suelo. Se quitó el saco, destajando los botones, y lo aventó con saña al piso. Entrar a la habitación fue lo peor. Se sentó en el borde de la cama, sujetando su cabeza, y jalando su largo cabello castaño claro.

Pasara lo que pasara, no iba a llorar.

"Tú, cuando me caí
Me sostuviste así, con tu mirada tan inquebrantable
Y tú, durante esos tristes momentos
Sostuviste mis manos, hasta el final del mundo."

Se puso rápidamente en pie, se acercó a la ventana, y mientras marcaba un número local desde el teléfono que estaba en la mesilla de noche, suspiró cansadamente. El reloj de la pared marcaba la 1.30 am, pero ella sabía que contestaría sin falta. Solo bastó un tono de marcado antes de que la llamada se conectara.

-Parece ser que finalmente el día ha llegado.
-Cállate -espetó ella, mientras miraba a la ventana. La noche estaba tranquila, excepto por...
-Cuéntame, ¿cómo ha ocurrido exactamente?
-Me quedé hasta tarde en el trabajo. Llegó un fax a la oficina de mi secretaria, alrededor de las 12 y media. Decía que se marchaba.
-¿Dijo a dónde?
-Obvio que no, no seas idiota.
-Sólo lo decía para confirmar.
-Como sea... Necesito encontrarlo. Urgentemente.
-¿Aún lo amas?
-Claro que no. Se ha llevado el Cadillac.
-Pensé que lo habías puesto todo a su nombre. El Cadillac le pertenece a Daniel.
-¿Eres idiota? Todo, absolutamente todo, está a mi nombre. Incluido el carro. Se lo dije para que me creyera estúpidamente enamorada y firmara los papeles sin leer nada. Y parece ser que se lo creyó.
-En ese caso, empezaré a buscarlo mañana a primera hora del día.
-Si empiezas en este mismo instante, te duplicaré la paga.

"Podré ser alguien miserable que no hace nada por ti
Pero hoy canto esta canción sólo para ti
Esta noche, detrás de tus ojos y tu sonrisa
Puedo ver el dolor que te he causado al protegerme."

La llamada se corto. Christine sabía que nada podía mover a Robert más que el dinero. Con una sonrisa de satisfacción, dejó el teléfono en la mesilla, y se dirigió al armario para quitarse el traje (echado a perder debido al coraje) y ponerse el baby-doll y la bata. Apenas había terminado de vestirse, cuando su celular empezó a sonar. Una rápida mirada al identificador de llamadas bastó para dejarla desconcertada. Contestó un poco confundida.

-Buenas noches, tía Chris -se escuchó una voz muy despierta al otro lado de la línea.
-Buenas madrugadas, Rosallie -contestó Christine.
-Siento mucho haberte despertado...
-Descuida, no estaba dormida. De hecho, vengo llegando del trabajo.
-Tú y tu trabajo. ¿No crees que te exiges demasiado?
-No me sermonees y ve directo al grano.
-Necesito tu ayuda.
-¿Dinero, nuevamente?
-No. Bueno quizá si. Pero esta vez, te venderé mi bolso de Prada para no deberte nada.
-¿El color verde?
-Si, ese.
-Tengo 2 de ese.
-Bueno, escoge otro.
-¿Puedo escoger de Chanel?
-Sabes que solo compro Prada.
-En ese caso, no tienes nada que me interese.
-¡Tía!
-Te prestaré el dinero. Pero dime para qué es.

"Tú y yo juntos, se siente tan bien
Incluso aunque te diga adiós, para mí el mundo eres sólo tú
Tú y yo juntos, nunca sueltes mis manos
Incluso aunque te diga adiós, para mí el mundo eres sólo tú."

-Voy a salir de la ciudad a primera hora. En estos momentos estoy terminando de hacer la maleta. Salgo de aquí por 2 motivos importantes. número 1, huiré de Rob. Me he enamorado de alguien más. Y número 2, necesito encontrarlo. Quiero contratar un investigador privado. Para eso ocupo tu dinero.
-Puedo prestarte un buen investigador.
-¿Harías eso por mí?
-Sí, si antes de marcharte me explicas porqué necesitas un investigador para encontrar a aquella persona que dices amar.
-Fue... una aventura de una sola noche...
-¿Por qué no me sorprende?
-¡Esta vez fue diferente! Necesito encontrarlo...
-Te sabes al menos el nombre.
-Leopold Hudson.

El teléfono resbaló de la mano de Chritine, y golpeó el suelo.

"Nuestro amor ha ido cambiando
Poco a poco, como otros, pero no estés triste
Espero ser alguien en quien puedas confiar
Y alguien en quien te puedas apoyar
Te prometo que estaré aquí."

-¿Tía? ¿Tía, sigues ahí? ¿Christine?
-Per... perdón -tartamudeó Christine cuando volvió a tomar el teléfono.
-¿Qué ha pasado?
-Ese tal, Leopold Hudson... ¿De casualidad era ya algo mayor?
-Pues, sí, tenía ya unas cuantas canas, ¿por qué lo...?
-En ese caso, yo lo conozco.
-¿Qué?
-Él es el motivo por el cual llegue tan tarde hoy del trabajo. Vino a cerrar un trato conmigo. Va a abrir una sucursal del banco en New York. La administrará personalmente. Su vuelo sale en 3 horas.

Y la llamada se cortó.

"Cierro mis ojos cada vez que me siento sola
Ya no tengo miedo cuando tu aliento me sostiene
Nadie en el mundo puede tomar tu lugar
Tú eres el único y yo estaré aquí para ti."

Christine dejó el teléfono en la mesilla, y contempló el reloj en la pared. Faltaban 15 minutos para que fueran las 3 de la mañana. Tenía que estar en el trabajo a las 7. Prefirió no dormir. Se tapó un poco mejor con la bata, y se dirigió a la cocina. Abrió el mini bar, y se sirvió un caballito de Tequila.

Rosallie debió haber esperado un poco más antes de colgar. Christine sabía que se dirigía al aeropuerto en ese preciso momento. Debió de haberle dicho ciertas cosas sobre ese tal Leopold Hudson. Pero ya se enteraría ella misma, tanto con investigador privado, como sin él.

Mientras bebía del caballito, se acercó a su portafolio. Sacó un fajo de papeles de ahí, y se puso a revisarlos. Tenía todo el historial económico, político, social y privado de Leopold Hudson en sus manos. Después de todo, Talasha & Co., no se aliaba con cualquiera, en especial tratándose de ingleses con títulos rimbombantes.

El caballito de tequila prontamente llegó a su fin, y Christine aventó los papeles a la mesa de la sala. Se sirvió esta vez un poco de Ron, y prendió la tele. Definitivamente no dormiría, sobre todo porque la vecina tenia fiesta.

Esa estúpida canción ridículamente romántica sonaba demasiado fuerte. ¿Debería de mudarse, fuera de la ciudad?

"Tú y yo juntos
Por siempre y para siempre."

You And I - Park Bom