The Gringotts

Entra, desconocido, pero ten cuidado

con lo que le espera al pecado de la codicia,

porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,

deberán pagar en cambio mucho más,

así que si buscas por debajo de nuestro suelo

un tesoro que nunca fue tuyo,

ladrón, te hemos advertido, ten cuidado

de encontrar aquí algo más que un tesoro...


4 de junio de 2011

Syaoran Card Captor: Capítulo 10

Capítulo 10
Syaoran y un evento deportivo lleno de flores

La escuela de Syaoran se encontraba ese día de fiesta. Era el evento deportivo de la Primaria Tomoeda, cosa que a Syaoran lo ponía más que contento, ya que los deportes eran su especialidad, y le encantaba competir en todas las disciplinas que ocurrían a lo largo del día. Se encontraba en esos momentos terminando lo que parecía ser una carrera de 200 metros, en la cual había ganado el primer lugar, y ahora, con la medalla colgando al cuello, se acercaba hacia donde escuchaba los aplausos de Yukito, quien había ido junto con Touya, para verlo participar.
            -Al parecer eres el chico más rápido de toda la escuela –le dijo Yukito alegremente, revolviendo su cabello y haciendo que Syaoran se sonrojara.
            -Por supuesto –dijo Touya-. Es lo único que sabe hacer bien.
            Syaoran resistió la tentación de decirle algo, o de darle un golpe, ya que se arriesgaba a que Yukito lo viera, así que decidió mejor salirse por la tangente, preguntando qué era lo que llevaban en unos contenedores que se encontraban entre ellos dos.
            -Esto es el almuerzo para esta tarde –le explicó Yukito-. Tu papá lo dejo casi todo listo esta mañana, así que Touya y yo solo tuvimos que acomodarlo en los contenedores y traerlo. Tu padre dijo que nos alcanzaría después de terminar con unos asuntos pendientes en la Universidad, y salió corriendo de la casa, pero ya es algo tarde y no regresa, y como supongo que tú mueres de hambre después de sorprendente carrera, creo que lo mejor será que comamos de una vez. ¿Te parece bien, Syaoran-kun?
              -Pues... Aún tengo una carrera pendiente. Dicen que comenzará dentro de poco...
            -Mira, el programa dice que en la tarde, habrá una competencia en la que participarán los padres de familia –le dijo Touya a Yukito, interrumpiendo a su hermano, mientras le mostraba el papel donde venían anotadas todas las actividades del día-. Esperemos que papá llegue a tiempo, nunca se ha perdido una de esas carreras.
            -Cla-claro –dijo Syaoran, y en ese momento, se escuchó la voz de una chica por el altavoz:
            -A los alumnos de 4to año que participarán en la carrera de obstáculos, favor de reunirse en el patio principal.
            -Creo que debo irme –dijo Syaoran, se despidió de su hermano y de Yukito, y se apuró a llegar al patio principal de la escuela, para ponerse en la marca de salida. Al llegar y ponerse en su lugar, miró a ambos lados, y cuando observaba a su lado izquierdo, vio a una chica que nunca en su vida había visto en la escuela. Para empezar, el uniforme era diferente, ya que no tenía el símbolo de la escuela en el pecho, y el short era azul y no negro, como el de todos los demás. La niña era bajita, delgada, enormes ojos verdes y el cabello... largo hasta las rodillas y de color azul intenso. En ese momento la chica volteó a verlo a él también y le sonrió. Syaoran se quedó perplejo. Pero entonces se dio cuenta...
            No se trataba de ninguna chica nueva, era simplemente Sakura, con una peluca (a su gusto) estrafalaria. Sakura contuvo una risita, y después, fijó su mirada en el punto de meta. Y en ese momento, se escuchó la voz de Yukito:
            -¡Te deseo suerte! –gritó de manera alegre, mientras estiraba los brazos para que Syaoran pudiera verla.
            -¿Te das cuenta de que no me dejaré vencer? –le dijo Syaoran a Sakura.
            -Claro, y lo mismo te digo yo –respondió ella.
            -En sus marcas –se escuchó la voz del profesor-, listos, ¡fuera!
            El disparo de salida quedó ahogado bajo todos los gritos de los alumnos, amigos y familiares presentes, pero ya los participantes de la carrera habían salido corriendo.
            Syaoran y Sakura eran los que iban en la delantera. Al pasar el primer obstáculo (que consistía en pasar por los agujeros de una escalera) Sakura tomó un poco de ventaja. Cuando se dispusieron a rodar unas enormes esferas, varios competidores quedaron fuera. Syaoran superó a Sakura después de pasar por las vigas de gimnasia, en las que varios más cayeron, y al momento de pasar debajo de la maya de red, quedaron muy parejos.
            -¡Esto es tan emocionante! –dijo Tomoyo mientras no dejaba de filmar-. Ahora solo quedan compitiendo Syaoran y Li.
            Y era verdad. Los dos podían ver ya la raya de meta, pero en ese momento…
            -¡Ánimo! –se escuchó un grito, de una voz dulcemente familiar. Syaoran volteó a ver quien había sido, y vio a Yukito, con la mano en alto, una cámara fotográfica en la otra, y una enorme sonrisa en el rostro. Solo eso había sido suficiente para que se le pusiera la cara colorada, y perdiera la concentración que había tenido hasta hacía unos segundos, con lo que se tropezó consigo mismo a dos metros de la línea de meta, y Sakura lo rebasó, llevándose la victoria del primer lugar.

            -Al parecer aún no llega tú mamá, ¿no es así, Tomoyo-chan? –Syaoran y Tomoyo se encontraban platicando después de la carrera que él acababa de perder.
            -Supongo que no tardará en llegar –le respondió su amiga-. Debe de terminar en la oficina antes de poder venir.
            -En ese caso, lo mejor será que vengas a almorzar con nosotros, para que no estés sola –dijo tratando de sonar algo despreocupado.
            -Muchas gracias –dijo Tomoyo-. ¡Oh! Mira, ahí está Li. ¿No quiere venir a almorzar con nosotros, querida Konata? –le preguntó Tomoyo filmando a la chica.
            -¡Oye! ¡¿A ti quien te dio derecho de invitar a nadie a comer?! Sobre todo llamandola... ¿Qué le has dicho?–le reclamó Syaoran, mientras Tomoyo solo sonreía.
            -No necesito ir a un lugar donde seguramente no seré bien recibida, y donde no se aprecie un cosplay debidamente disfrazado para poder colarlo en una competición escolar –respondió Sakura.
             -Eso de "debidamente disfrazado" no me lo trago -dijo Syaoran con un tono de sarcasmo-. Mira que eres la primera en años que viene a competir con una peluca tan rara.
             -Sea como fuere, no necesito ir a comer donde no se me aprecie, muchas gracias.
            -El almuerzo ya está servido –les gritó Yukito, con lo que los tres chicos reaccionaron.
            -Vamos a comer –le dijo Syaoran a Tomoyo, y estaba por caminar para reunirse con Yukito y su hermano, hasta que escuchó la voz de Sakura detrás de él.
            -Muchísimas gracias por invitarme, Tomoyo-chan –anunció con una gran sonrisa, tratando de fingir que no había rechazado la invitación en primer lugar.
            Mientras Touya comía sin parar, Syaoran y Tomoyo ayudaban a servir en los platos un poco más de huevo frito.
            -Mira –le dijo Tomoyo, quien quitó algo rosa que había caído sobre el huevo –un pétalo. Seguramente un árbol de flores de cerezo se ha de estar quedando sin flores.
            -Seguramente –respondió Sakura, quién no podía disimular un poco la felicidad que la inundaba, al estar sentada junto a Yukito. Y los pétalos seguían cayendo-. Bueno, yo he comido todo lo que he podido –dijo poniéndose súbitamente de pie-. Muchísimas gracias Tomoyo-chan, también a ti, adorable princesa del bosque –le dijo a Yukito, y se fue corriendo lejos de ahí.
            -Siento mucho llegar tarde –los distrajo la voz del papá de Syaoran, quien llegaba en ese momento, cargando una hielera, y un poco fatigado de tanto correr.
             -¡Papá! -dijo Syaoran alegremente, mientras se ponía en pie y ayudaba a su padre a cargar con la hilera.
             -En recompensa les he traído unas gelatinas. Las hice ayer en la noche, y me han prestado la hielera en la Universidad para mantenerlas frías. ¿Alguien quiere probar? -Todos se apuraron a tomar una.
            Cuando terminaron de comer, el papá de Syaoran, junto con Touya y Yukito, se levantaron para tirar la basura.
            -Me imagino que si quedan gelatinas en casa, Kero ha de estárselas comiendo todas –dijo Syaoran algo enojado-. Y yo que quería repetir.
            -Tomoyo… -se escuchó la voz de una mujer.
          -!Mamá!-dijo la aludida, y se puso de pie. Syaoran la imitó. Ahora, los dos se encontraban mirando la cara de una hermosa mujer, de cabello corto y pelirrojo, con unos hermosos ojos azules; la mamá de Tomoyo-. Mira Syaoran-kun, tengo el gusto de presentarte a mi Madre.
            -Mucho gusto –respondió la señora-. Mi nombre es Sonomi Daidouji. Te agradezco mucho que seas tan amable con mi hija –en ese momento, Syaoran no puedo evitar mirar hacia otro lado: era amable con Tomoyo porque de verdad que tenía miedo de su bipolaridad-. Eres un niño muy lindo… Aunque ahora que me doy cuenta, extrañamente me recuerdas a una niña que conocí hace mucho tiempo.
            En ese momento, Syaoran se atragantó: ¿Qué se parecía a una niña? A caso durante todos esos años de vida, ¿había sido confundido por diferentes personas, por una mujer?
            -Tomoyo-chan me ha hablado mucho de ti, aunque solo ha mencionado tu nombre. Dime, ¿cuál es tu apellido?
            -Me llamo Kinomoto.
            -¡Ahhh! –en ese momento, el grito de la mamá de Tomoyo ahogó la voz del papá de Syaoran, quien acababa de regresar de ir a tirar la basura.
            Mientras Touya y Yukito se acercaban al lugar, se le quedaban viendo a la mamá de Tomoyo, quien no dejaba de decir:
            -¡Tú! ¡Profesor Kinomoto!
            -¡Oh! –dijo el visiblemente asombrado-. Pero si es Sonomi.

            Ahora, el papá de Syaoran, Fujitaka, y la mamá de Tomoyo, Sonomi, se encontraban platicando a solas, detrás de uno de los edificios de la escuela de Syaoran y Tomoyo.
            -No sabía que eras tú, porque ahora llevas un apellido diferente. Cuando no eras más que una estudiante, te llamabas Sonomi Amamia.
            -Me imagino que nunca me di cuenta, ya que Nadeshko no tuvo la oportunidad de tener una hija, que era lo que más ansiaba. Recuerdo que cuando era más pequeña, soñaba con llamarla Sakura. Me imagino que en tus genes estaba el no poder darle niñas. ¡Así que no creas que te lo perdonaré!
            -Recuerdo esos tiempos –dijo Fujitaka, ignorando el grito de Sonomi-. Era cuando Nadeshko apenas había entrado a la preparatoria… y yo apenas empezaba a trabajar como profesor.
            -¡Así es! ¡A pesar de que eras un nuevo profesor, te casaste con una de tus alumnas! ¡Y lo que es peor, te fijaste en Nadeshko! Siempre cuidé de ella. Desde el jardín de niños, la primaria. Durante años, para que ningún bicho zarrapastroso se le acercara. Y aún así… ¡Aún así, un insecto tan horripilante como tú la convenció! Además de que dejaste que muriera a los 27 años… ¡Aún así te atreves a tener esa sonrisa en tu cara!
            -Eso es porque le prometí a Nadeshko, que nunca… Lloraría por su muerte.
            -¡Pase lo que pase, jamás te voy a perdonar! ¡Espero y nunca lo olvides!

            Syaoran, Tomoyo, Touya y Yukito no podían escuchar la conversación, pero podían ver las expresiones llenas de odio de la mamá de Tomoyo, así como la cara llena de culpa del papá de Syaoran.
            -Al parecer, se conocen desde hace mucho tiempo –dijo Syaoran algo confundido.
            -A los padres de familia que participarán en los 100 metros –anunció la misma voz de chica por el altoparlante-, favor de formarse en la línea de salida.
            -¿Entrarás a la competencia, o quieres que lo haga yo en tu lugar? –le preguntó Touya a su padre, cuando volvió corriendo de hablar con la mamá de Tomoyo.
            -No se preocupen, yo lo haré. Además de que se lo prometí a Sonomi.
            La cara de Touya, Yukito, Tomoyo y Syaoran denotaba sorpresa, así que a nadie se le ocurrió preguntarle algo o detenerlo, cuando se encaminó a la línea de salida.
            -¿Tú crees que sea bueno escuchar la razón, o hago mejor si me quedo callada? –preguntó Yukito, cuando solo quedaron ella y Touya. Syaoran y Tomoyo se habían marchado ya para encontrar un buen lugar para ver la carrera.
            -Anteriormente, la señora Sonomi se apellidaba Amamia.        
            -¿Qué no es ese el apellido de soltera de tú mamá? –preguntó Yukito, algo confundida.
          -Sí, eso es porque las dos eran primas. Mi mamá era la hija única de un señor con una gran fortuna… Mientras que por el otro lado, mi papá no era más que un profesor novato. Sabiendo que tendrían demasiados problemas, mi mamá se casó a los 16 años. Aceptó trabajar como modelo, y estudiar al mismo tiempo… Aunque supongo que esa no fue la razón por la que se enfermó, pero… Hubo muchos problemas con los familiares de mamá; desde que eran pequeñas, Sonomi le tuvo un gran cariño a mamá, por lo que fue una de las primeras en oponerse a ese matrimonio.
            -Aún así, las fotografías que tienes en casa, en las que sale tu madre… podría decirse que ella es muy feliz…
            Yukito dejó el comentario al aire, mientras que Touya alzaba la mano, y sujetaba algo rosa que caía del cielo, y que resultó ser un par de pétalos de rosas.
            -Me pregunto porque están estos cayendo por aquí –dijo en voz alta, con lo que Yukito también alzó la mano, para coger algunos cuantos.

            -Me di cuenta de que mi mamá y tu papá son algo así como viejos conocidos, ¿no es así, Syaoran-kun? –le preguntó Tomoyo a Syaoran, mientras se sentaban para ver la carrera de padres, que comenzaría en un momento u otro.
            -Si… Oye, ¿ya viste su expresión? –preguntó Syaoran, señalando hacia la línea de salida. Ahí se encontraba el papá de Syaoran, pero también, la mamá de Tomoyo, quien miraba a Fujitaka con odio. A Syaoran lo recorrió un escalofrío: eran las mismas miradas bipolares que le dirigía Tomoyo cuando él la hacía enojar.
            -Me sorprendió mucho que mamá hubiera decidido participar –se dijo Tomoyo a sí misma-. Que yo recuerde, mamá nunca mencionó que fuera rápida.

            -Espero y tengas muy claro en tu pequeña mente que por nada de este mundo me voy a dejar derrotar por alguien como tú –le dijo Sonomi a Fujitaka, quien se limitó a reír alegremente.
            Mientras los pétalos seguían cayendo, el disparo de salida se dejó es cuchar, y la mamá de Tomoyo se robó el primer puesto, dejando al papá de Syaoran en segundo lugar… por lo menos durante unos segundos, porque después, Fujitaka la rebasó como un bólido.
            -Supongo que eso se debe a que hace mucho ejercicio con los quehaceres de la casa –le dijo Touya a Yukito, mientras ellos también observaban la carrera.
            Ahora, la mitad de los espectadores miraban la carrera, mientras que el resto de las personas que se encontraban en el lugar, no podían pasar desapercibidos todos los pétalos de rosas rojas que caían, al parecer, sin una fuente aparente. Simplemente era cientos de miles de pétalos que descendían del cielo, cayendo ahora unos sobre otros.
            -¿De dónde salen tantos pétalos? –se preguntó Tomoyo-. De esta forma no lograremos ver nada.
            -Espero que no se trate de una estúpida Carta Clow –se quejó Syaoran-. No ahora, no con toda esta gente…
            -Es una Carta Clow… -susurró Sakura, quien se encontraba en uno de los salones del edificio principal, en el último piso.
            -Calma –le dijo Yamazaki, el jefe de grupo, mientras le sujetaba el brazo, ya que Sakura había intentado salir corriendo del lugar-. ¿Li, a donde se supone que vas?
            -¿Y se te ocurre preguntarme a dónde? –dijo ella alarmada-. Por si no te has dado cuenta, afuera está ocurriendo algo extraño. Debemos de ir a averiguar qué está pasando.
            -Debemos de permanecer calmados –le dijo Yamazaki-. Somos los encargados del turno de la tarde, y debemos de preservar el orden por si esto se llega a salir de control… Y tú te quedas conmigo -le dijo brincándole encima a Sakura, e impidiendo que se moviera.
            -¡Suéltame! ¡Tú no entiendes! –Sakura trataba de soltarse, mientras pensaba-: debo capturar la Carta Clow cuanto antes… Antes que él…
            Abajo, en el patio principal de la primaria, los pétalos ya alcanzaban la altura de un metro, y seguía subiendo. Todos los presentes trataban de salir de la masa aplastante de pétalos, mientras que en la carrera de los padres, solo Sonomi y Fujitaka seguían compitiendo.
            -Me supongo que a ninguno de los dos les gustaría perder-. Dijo Touya, mientras se acercaba a la línea de meta, junto con Yukito, y les quitaban el lazo de meta a las niñas que lo sostenían.
            -Nosotros tomaremos sus lugares –les dijo Yukito con una sonrisa, con lo que las niñas les dieron el listón, y se fueron a ponerse en un lugar alejado de los pétalos, los cuales ya les llegaban hasta el cuello.
            En ese momento, Syaoran sacó la llave mágica que traía colgada al cuello.
            -Debo de hacer algo –le dijo a Tomoyo, quien le hizo un gesto afirmativo, y mientras lo sujetaba de la muñeca, corrió a toda velocidad a uno de los edificios de la escuela. Metió a Syaoran a toda velocidad a un baño, y sacó de la canasta que llevaba entre la manos, un cosplay, y se lo pasó por arriba de la puerta.
En menos de 30 segundos, Syaoran había salido con lo que era una camisa negra, un suéter blanco con mangas rojas y líneas azules, así como un short azul, cinturón verde y tenis blancos. Como extra, Tomoyo le había terminado de alborotar el cabello.
            -Estas perfecto. Eres un Renton Thurston, de Eureka Seven echo a la medida. Ahora, saca la llave.
Syaoran miró alrededor para asegurarse de que nadie los miraba. Cuando hubo estado seguro, le hizo una señal afirmativa a Tomoyo, y sacó su llave mágica-. Llave que guardas el poder de la oscuridad –dijo-, muestra tu verdadera forma ante Syaoran, quien aceptó la misión contigo, ¡libérate!
            La llave creció, y se transformó en el báculo mágico. En ese momento, Syaoran usó la Carta del Vuelo, y el y Tomoyo montaron en el báculo, al cual le habían salido unas grandes alas, y se alejaron volando, saliendo por una de las ventanas abiertas del edificio.
            -No me queda duda alguna de que esto es obra de una de esas malditas Cartas Clow –dijo Syaoran mientras él y Tomoyo miraban todo desde lo alto.
            -Supongo que debemos de comentárselo al experto –dijo Tomoyo, mientras sacaba el celular.
            -No sé si te has dado cuenta, Tomoyo-chan, de que cada vez que intentamos pedirle ayuda al idiota de Kero, nos va mejor cuando no le decimos nada…
            -No tenemos nada que perder –se defendió ella, mientras tecleaba el número.

            -¡Ahora, sentirás la furia del poderoso Kerverus! –gritó Kero, mientras se desvivía por hacer que Kio Kusanagi derrotara a Lori Yagami, pero no contaba con presionar el botón “X” demasiado tarde, por lo que ahora, en la pantalla se veía a Kio tirado en piso, mientras que Lori era vitoreado, y el letrero de “You Lose” brillaba en toda la pantalla. En ese momento, sonó el celular, y Kero contestó algo deprimido.
            -Siento decirlo, pero en estos instantes estoy en una de mis peores crisis –respondió con los ojos llorosos-. Deje su mensaje después de tono… bip.
            ¡Déjate de estupideces! –se escuchó el grito de Syaoran, con lo que Kero reaccionó-.  Nosotros sí estamos en una crisis –y le contó lo que ocurría en la escuela.
            -No cabe la menor duda de que es obra de una Carta Clow –dijo cuando terminó de escuchar-. Primero que nada, debes de ver muy bien de que parte salen todos esos pétalos.
            -Ahí es –le señaló Tomoyo a Syaoran una especie de esfera rosa brillante, que se encontraba arriba del techo de uno de los edificios. Syaoran se apuró a dirigirse hacía ahí, y cuando finalmente bajaron del báculo, Tomoyo apuntó hacia lo que giraba en el interior de esa esfera brillante de color rosa-. Es… una mujer.
            Cada que daba vueltas sobre sí misma, se desprendían pétalos de su ser. Tenía el cabello rubio separado en dos coletas rizadas, así como un extraño símbolo rosa en la frente, que era del mismo tono que su vestido y los brazaletes adornados con flores que tenía en las dos muñecas. Estaba demasiado concentrada dando vueltas y produciendo más pétalos, que no había visto a Syaoran y a Tomoyo, hasta que él le gritó “Alto ahí, Carta Clow”. En ese momento, la mujer dejó de girar, y se acercó a él con gesto amable.
            -¿Se puede saber cómo les va? –preguntó Kero, mientras Kio y Lori volvían a darse con todo-. ¿Ya saben que es lo que ocasiona todo eso?
            -Si –respondió Tomoyo-. La Carta Clow acaba de sacar a bailar a Syaoran -y se apuró a sacar la cámara de la canasta.
            -Me imaginaré que es una joven de rosa, con rizos en el cabello… en ese caso no hay mucho porque preocuparse, ella solo se está divirtiendo –en ese momento, Syaoran se estaba empezando a marear, y poniéndose rudo de repente, se plantó en los dos pies, impidiendo que la Carta Clow le diera más vueltas como si se tratase de un trompo.
            -Es hora de que regrese a la humilde forma que mereces, ¡Carta Clow! –gritó Syaoran, y tocó a la joven con la punta del báculo mágico. Ella se elevó un poco en el aire, y fue absorbida por la magia de Syaoran, hasta quedar sellada en su forma de Carta, y cayó en la palma de Syaoran-. ¿La Flor? –preguntó Syaoran confundido al tomarla.
            -Así es. Las flores se ponen muy contentas cuando hay celebraciones o fiestas. Al haber un evento deportivo en tu escuela, me imagino que no pudo resistirse a tanta celebración.
            -Bueno bola de pelos, ahora habla. ¿Qué es lo que se supone que puede hacer esta endemoniada Carta?
            -Es más que obvio: te da flores.
            -¡Solo eso! –le gritó Syaoran a Kero, quien sintió que la oreja se le atrofiaba, y por el impulso del grito, volvía a equivocarse al apretar los botones, y a perder frente a Lori.

            -Muchas felicidades –le dijo Yukito al papá de Syaoran, cuando hubo llegado a la línea de meta, casi ahogándose por la presencia de tanto pétalo. Pero mientras jadeaba, no alcanzó a responder, ya que se podía escuchar una pesada respiración detrás de él: se trataba de la mamá de Tomoyo, Sonomi.

           -Esta es la peor humillación que he recibido –se quejaba Sonomi, mientras ella y Fujitaka platicaban nuevamente detrás de los salones de clases de la escuela-. Desde que estaba en la preparatoria, es la misma historia; todo por no entregarte a Nadeshko. Te desafiaba a un sin número de pruebas, y siempre era el mismo resultado: yo perdía.
            -Creo que sería una descortesía de mi parte, si perdiera a propósito frente a ti. Yo sabía que tan valiosa era para ti Nadeshko, es por eso que igual yo luchaba con todas mis fuerzas.
            Se habían quedado callados de repente, pero no se habían dado cuenta de que Syaoran y Tomoyo los escuchaban. En ese momento, la mamá de Tomoyo volvió a hablar.
-Recuerdo lo que Nadeshko me contaba. Vivían en un diminuto apartamento, y a pesar de que era profesor y ella una estudiante, acudían juntos y tomados de la mano a la escuela. Me apuesto a que todos los días te hacía tu almuerzo… -dijo con desdén.
            -Vaya, parece que tu mamá pierde los estribos delante de mi padre –dijo Syaoran, dejando escapar una risita.
            -Más te vale que te calles si es que aún te gusta la cara como la tienes –lo amenazó Tomoyo, con lo que Syaoran se apuró a cerrar el pico-. Ahora, creo que lo menos que debemos de hacer, es tratar de arreglar un poco las cosas. Vamos, utiliza la Carta.
            -Supongo que no me queda de otra –dijo Syaoran, mientras sostenía el báculo mágico, y la Carta de las Flores-. Flor –susurró.
            La mamá de Tomoyo estaba por volver a ponerse al ataque, con un sinfín de preguntas y recuerdos dolorosos, pero en ese momento, delante de cada uno, cayó lo que parecía ser un pequeño brote de flores. Los dos pusieron sus manos para recibirlos, y los observaron dulcemente.
            -La flor de Nadeshko –susurró Sonomi y se acercó la pequeña flor rosa a la mejilla-.Ella siempre venía a mí cuando estaba triste o preocupada. Yo podía estar hecha un mar de furia, pero con una simple sonrisa de ella, yo me calmaba.
            -Eso es porque a ella siempre le preocupaban los demás –dijo Fujitaka, y el también se acercó la flor al rostro-. Espero y nunca se te olvide que ella te quería demasiado.
            -Cada momento que pasó junto a ti, se le veía tan feliz… Creo que fue la mejor época de su vida –dijo Sonomi, rompiendo a llorar-. ¿Por qué tuvo que marcharse tan pronto, si ella era tan feliz aquí con nosotros? –Fujitaka se acercó a ella, y mientras la abrazaba, le extendió un pañuelo para que secara sus lágrimas.
            -Lo siento mucho –le susurró-. Siento mucho convivir con ella desde los 17 hasta los 27, y apartarla de tu lado…

            -Me imagino que tu mamá se refería a la mía cuando dijo que le recordaba a una mujer –dijo Syaoran con un escalofrío-. Creo que no dormiré esta noche si sigo pensando en ello…
            -Mi mamá quiso que yo me pareciera a la tuya, es por eso que me pedía que usara siempre el cabello largo. Se ve que le tenía mucho cariño.
            Syaoran pensó que sería mejor no decir nada más, porque estaba seguro de que de su boca no saldría otra cosa que no fuera un comentario acerca de lo mucho que parecía… una mujer.
            Definitivamente, no dormiría esa noche.