The Gringotts

Entra, desconocido, pero ten cuidado

con lo que le espera al pecado de la codicia,

porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,

deberán pagar en cambio mucho más,

así que si buscas por debajo de nuestro suelo

un tesoro que nunca fue tuyo,

ladrón, te hemos advertido, ten cuidado

de encontrar aquí algo más que un tesoro...


26 de junio de 2011

Syaoran Card Captor: Capítulo 13

Capítulo 13
Syaoran pone a prueba su fuerza

            Era una noche relajada y silenciosa. El parque Pingüino se encontraba en una perfecta calma, mientras los juegos eran iluminados por las bajas luces de las lámparas del parque. De repente, las fuertes pisadas de algo se escucharon por todo el lugar. Aquella extraña fuerza caminaba por entre los juegos del parque, y se detuvo para observarlos a todos. Sin perder tiempo, su mirada se detuvo en la resbaladilla del Rey Pingüino, y se encaminó hacía ahí, dando sus fuertes pisadas.
            La luna brillaba serena, y alumbraba el oscuro camino que dirigía al parque Pingüino, con total calma, cuando la tranquilidad de la noche fue rota por un estrépito que provenía de ahí…

            Era de mañana, y el desayuno se encontraba ya servido sobre la mesa del comedor de la familia Kinomoto. Mientras el papá de Syaoran terminaba de acomodar los almuerzos, Touya se encontraba ya sentado a la mesa, y leía el periódico, mientras que detrás de él, en la sala, la televisión se encontraba prendida en el canal de las noticias.
            -El almuerzo de esta mañana para Syaoran es muy generoso –dijo Touya, mientras veía a su padre acomodar todo en su caja, con ayuda de los palillos
                -Tu hermano dijo que tendría una excursión con toda su clase, en el zoológico.
            -… ocurrido en el parque del rey pingüino, del distrito de Tomoeda… -decía la mujer de las noticias. Touya estaba por ponerse a ver la noticia a conciencia, pero fue en eso cuando Syaoran entró a la cocina, haciendo mucho ruido.
            -¿Y ese milagro que te hayas levantado sin que te haya tenido que ir a buscar? –le preguntó su hermano. Syaoran lo ignoró, dirigiéndose hacia donde se encontraba su padre, quien sostenía en sus manos su almuerzo.
            -Nos reuniremos en la escuela –le dijo Syaoran a su papá-, y de ahí nos iremos todos juntos al zoológico.
            -Ten mucho cuidado al pasar por el parque pingüino –le advirtió su hermano, mientras apuntaba a la pantalla de televisión, donde aún estaban pasando las noticias.
            La resbaladilla del rey Pingüino había dejado de ser una resbaladilla, propiamente dicha. Ahora, el rey pingüino se encontraba de cabeza, y por las marcas de concreto resquebrajado alrededor de la base, que ahora era la parte de arriba, podría decirse que la atracción principal del parque había sido arrancada y colocada así por alguien.

            Mientras tableaba con dirección a la escuela, Syaoran no dejaba de pensar en lo que había visto esa mañana en las noticias. Estaba pensando en esa tarde, cuando regresara de la escuela, platicarle a Kero la posibilidad de que todo eso fuera obra de una Carta Clow, cuando sus pensamientos fueron interrumpidos, ya que alguien había gritado su nombre.
            -Al parecer has madrugado, ¿no es así? –le dijo Yukito cuando Syaoran se detuvo y ella logró alcanzarlo-. Hoy no pude esperar a Touya ya que me tocaba realizar el aseo del salón. ¿Te importa si voy contigo? –preguntó la chica.
            -Cla… Claro que no –dijo Syaoran algo nervioso, y los dos siguieron andando, él en su patineta, y ella en su bicicleta.
            Se encontraban pasando por delante del parque del rey Pingüino, y se dieron cuenta de que el lugar estaba lleno de reporteros. Al parecer, el hecho de que la resbaladilla del rey Pingüino estuviera de cabeza, era una noticia digna de ser contada.
            -Me imagino que la persona que puso a ese pingüino de cabeza, debe de ser alguien realmente fuerte –opinó Yukito mientras seguían su camino. Syaoran dijo que sí, y se apresuró a tratar de sentir la presencia de alguna Carta Clow, pero ya no se sentía nada-. Hemos llegado –se despidió Yukito de Syaoran cuando se hubieron detenido frente a la primaria Tomoeda-. Te veré después…

            Todo el salón 2 del 4to grado se encontraba reunido alrededor del profesor Terada, quien los había terminado de repartir por equipos, y dado unas listas en las que les indicaba a qué animales debía de investigar cada equipo.
            -Los jefes de equipo pasen por las cámaras. Recuerden que el escrito me lo deben de entregar el lunes sin falta. Cooperen todos en el trabajo, y será mucho más fácil. A las 2 de la tarde nos volveremos a reunir aquí. Pueden irse –dijo antes de que los alumnos tomaran su camino.

            -Será mejor que Tomoyo-chan sea la que tome las fotos –dijo Naoko alegremente, mientras Rika y Chiharu la apoyaban, y Syaoran se preguntaba cómo demonios había caído en un equipo donde él era el único hombre-. Eres muy buena en esas cosas del video y la fotografía, lo mejor será que la lleves tú.
            Mientras Tomoyo tomaba la cámara, las chicas no dejaban de platicar sombre las noticias de esa mañana.
            -Me pregunto quién tendrá la fuerza suficiente como para voltear una resbaladilla de ese tamaño –dijo Chiharu.
            -Espero y hayan sido los espíritus –agregó Naoko visiblemente emocionada, y siguieron caminando con dirección a los elefantes, mientras Syaoran las seguía con una distancia de 20 pasos atrás.

            Del otro lado del zoológico, Sakura se encontraba con su propio equipo. Esta vez traía puesto lo que parecía ser el uniforme de alguna escuela primaria, ya que se trataba de una camisa blanca, con una falda azul cielo, que tenía dos sendos tirantes, del mismo color, así como una corbatita roja, el cual Tomoyo no había tardado en distinguir como el uniforme de las chicas de la serie Evangelion.
             El equipo de Sakura, por el contrario del de Syaoran, estaba compuesto por puros chicos, mientras que ella era la única mujer de ahí. Buscaban lo que parecían ser osos perezosos, cosa que a Sakura le parecía de lo más aburridaoy trataba de distraerse mirando otros animales. Después de todo, ella era la encargada de la cámara, y ya había tomado suficientes fotos.

            Syaoran y las chicas se encontraban ahora frente a los elefantes. Podían observar lo que era una madre elefante, que trataba de darle un baño a su bebé.
            -Dicen los trabajadores del zoológico que estos elefantes pueden hacer trucos, y pueden entender un poco nuestro idioma –dijo Naoko mientras se acercaban un poco más-. Se pueden parar en dos patas al escuchar a su domador. Son tan fuertes que pueden jalar una soga en contra de diez personas.
            -Bueno, ahora que estamos aquí, será lo mejor que le pongamos entusiasmo al trabajo… -les dijo Tomoyo de maner a alegre. Las chicas dijeron que sí, y Syaoran se limitó a encogerse de hombros, pero no tuvo que hacerse demasiado atrás… De repente, se escuchó lo que parecía un temblor, y todos los animales del zoológico empezaron a hacer ruidos extraños, como si estuvieran incómodos por algo.
            Cuando las cosas se hubieron calmado un poco más, las chicas se dispusieron a sacar los cuadernos y ponerse a anotar el comportamiento de los animales.
            -No irás a decirme que Kero se quedó solo en casa… -le dijo Tomoyo a Syaoran, mientras el fingía que observaba a los elefantes.
            -Fue extraño, pero aceptó sin respingar cuando le dije que no podía traerlo. Eso me dice que en algún momento aparecerá por aquí.
            -No estoy tan lejos como crees –se escuchó la voz de la mota amarilla, y parecía que provenía de la mochila de Syaoran. 
                 El niño y su amiga miraron a la mochila, alarmados. Tomoyo se apuró a tomarla, decir que necesitaba ir al baño, mientras que Syaoran dijo que iba a comprar una soda, porque tenía algo de sed. Las chicas los miraron partir, pero no dijeron nada.
            Ahora se encontraban al otro lado del zoológico, mientras los dos miraban como Kero salía de la mochila, y se desperezaba del largo viaje.
            -¡Te dije claramente que no podía venir, bola de pelos inservible! –le gritó Syaoran cuando estuvo seguro de que nadie los podía ver ni escuchar.
            -¿Y se puede saber desde cuando te obedezco? –le dijo Kero mientras abrazaba la caja del almuerzo de Syaoran.
            Syaoran estaba por responderle con una majadería, cuando en ese momento, el temblor que se había sentido antes, se volvió a repetir.
            -Esta es la presencia de una Carta Clow –dijo Kero poniéndose serio de repente. Se encontraban tratando de distinguir de donde provenía la presencia, cuando un pingüino pasó corriendo junto a ellos.
            -¿Una de las jaulas se ha roto? –se preguntó Tomoyo al verlo pasar.
            -No hay problema si se trata de animales pequeños o tranquilos, pero si escapa uno más peligroso…
            El temblor se había vuelto a repetir. Ahora que Syaoran y Tomoyo habían salido del lugar donde se habían metido para esconder a Kero, podían observar el caos que se estaba produciendo. La jaula de los monos estaba completamente destrozada, y la gente corría por todos lados, buscando las salidas. Mientras corrían hacia donde Kero les había dicho que sentía la presencia de la Carta Clow, se toparon con varios compañeros suyos, pero ninguno de ellos se molestó en detenerlos, ya que estaban demasiado asustados, y no veían otra cosa que no fuera un lugar por dónde huir.
            Mientras corrían en la dirección que Kero les indicaba, podían ver cada vez menos personas, que corrían en dirección contraria. Unos cuantos segundos después se encontraron solos, y Syaoran se apresuró a sacar su llave mágica. estaba por invocar su hechizo para transformarla en su báculo mágico, pero los tres tuvieron que detenerse cuando una manada de cebras pasó corriendo frente a ellos, y en ese momento, una especie de golpe resquebrajó el suelo, rompiéndolo como si se tratara de una enorme pisada, y levantando polvo a su alrededor. El mismo golpe se repitió varios metros por delante de ellos, y los chicos no tardaron en seguirlo, hasta llegar a donde se encontraban los elefantes.
            El golpe entró al lugar, dejando enormes cráteres conforme avanzaba, y aterrorizando al bebé elefante. La mamá trató de defenderlo, pero aquella extraña fuerza lo levantó en el aire, y la arrojó lejos de ahí.
            -Llave que guardas los poderes de la oscuridad, muestra tu verdadera forma ante Syaoran, quien aceptó la misión contigo, ¡libérate! –gritó para convocar su báculo mágico-. ¡Viento! –exclamó al usar la Carta Clow, y el Viento se elevó para detener la caía de la mamá elefante, y colocarla junto a su bebé.
            -¡Ya se qué carta es! –dijo Kero, y le susurró algo a Syaoran en la oreja.
            -¡Alto ahí! –dijo Syaoran en ese momento, mientras la fuerza extraña volvía a tratar de levantar al elefante-. Al parecer tienes mucha fuerza. Eres la Carta del Poder, ¿No es así? ¿No te gustaría comparar tu fuerza con la mía?
            -A la Carta del Poder le gusta mucho presumir su fuerza –le explicó Kero a la confundida Tomoyo. No se lo pensará dos veces en mostrarnos su verdadera forma y por ende, aceptar el reto de Syaoran.
            La mamá elefante se movía nerviosamente, mientras el bebé lloraba. las fuertes pisadas, provocadas por la Carta del Poder se acercaron amenazadoramente a Syaoran. Se desvió un poco para abrir otras dos jaulas, y derribar un par de árboles, y posteriormente, se acercó peligrosamente a ellos tres.
            -¡Necesitas darle una solución! –le gritó Kero a Syaoran, mientras corrían para poner algo de distancia entre ellos y la Carta. Syaoran se encontraba algo asustado, no se le ocurría ningún reto para poder comparar su fuerza contra aquella Carta, pero finalmente, gritó:
            -¡Jalemos la soga! –fue entonces cuando las pisadas se detuvieron. Los tres dejaron de correr y se dieron la media vuelta. Ahora, podían ver a una pequeña niña de pie frente a ellos, vestida toda de rosa, y con dos pequeñas coletas.

           La pequeña niña y Syaoran se encontraban ahora parados el uno frente a la otra, sosteniendo la cuerda entre sus manos. Antes de que el chico se diera cuenta, el juego ya había empezado, y la Carta Clow le llevaba ya mucha ventaja.
            -Necesito usar una Carta, pero si suelto la cuerda voy a perder –se quejó. Había guardado el báculo en su mochila, y ahora no podía tomarlo.
            Pero en ese momento, sintió que la fuerza de la Carta Clow se había reducido, y al mirar atrás, pudo ver a la mamá elefante ayudándolo a jalar la cuerda.
            Arriba del árbol más alto que aún se encontraba de pie, Sakura miraba todo lo que pasaba, mitad divertida, mitad preocupada. Cuando pensó que ya se había divertido demasiado, sacó su espada, y una Carta Clow: la del tiempo. Apuntando la Carta como si fuera a perforarla con la espada, invocó sus poderes.
            -¡Tiempo! –dijo cuando la punta de la espada y la Carta hicieron contacto. En ese momento, el tiempo se paralizó, con lo que le dio oportunidad de bajar del árbol, quitarle la cuerda a la Carta del Poder, y volver a regresar a la rama más alta sin ser notada, para hacer que el tiempo volviera a transcurrir normal.

            Habían caído al suelo, tanto Syaoran como la chica de rosa. La mamá elefante había perdido un poco el equilibrio, pero no le había pasado nada. La Carta del Poder, que hasta ese momento se encontraba muy confiada, estaba igual de extrañada que Kero y Tomoyo, ya que no sabían cómo era posible que Syaoran y un elefante le hubieran ganado. Syaoran se encontraba de igual manera confundido, pero se apresuró a ir hacia donde la Carta, que tenía los ojos lloros y se lamentaba el haber perdido, y sacando el báculo de su mochila, la apuntó firmemente.
            -Regresa a la humilde forma que mereces, ¡Carta Clow! –la chica de rosa lo miró de manera triste, pero no presentó ninguna resistencia cuando el báculo empezó a absorberla, por lo que finalmente quedó reducida a su forma de Carta.
            Sakura sonrió feliz. Se guardó la Carta Tiempo en el bolsillo, y saltó fuera del árbol, internándose en los arbustos, para evitar ser vista.

            Ahora que era nuevamente de día, Syaoran se encontraba en camino a la escuela. Había visto a Tomoyo caminar delante de él, y apresuró un poco más la patineta para alcanzarla. Su amiga iba muy concentrada mirando lo que había filmado ayer, y al final de ese video, se encontraba otro más: se veía claramente como Syaoran tomaba la resbaladilla del rey Pingüino, y la colocaba nuevamente en su lugar.
           -Prometiste que no le enseñarías eso a nadie -se quejó el chico.
           -Lo se -respondió su amiga, y se apuró a guardar la cámara en su mochila-. Ese video forma parte de mi colección especial.
          Y Tomoyo siguió caminando, mientras Syaoran se detenía en seco, con la cara roja como tomate.