The Gringotts

Entra, desconocido, pero ten cuidado

con lo que le espera al pecado de la codicia,

porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,

deberán pagar en cambio mucho más,

así que si buscas por debajo de nuestro suelo

un tesoro que nunca fue tuyo,

ladrón, te hemos advertido, ten cuidado

de encontrar aquí algo más que un tesoro...


26 de junio de 2011

Syaoran Card Captor: Capítulo 13

Capítulo 13
Syaoran pone a prueba su fuerza

            Era una noche relajada y silenciosa. El parque Pingüino se encontraba en una perfecta calma, mientras los juegos eran iluminados por las bajas luces de las lámparas del parque. De repente, las fuertes pisadas de algo se escucharon por todo el lugar. Aquella extraña fuerza caminaba por entre los juegos del parque, y se detuvo para observarlos a todos. Sin perder tiempo, su mirada se detuvo en la resbaladilla del Rey Pingüino, y se encaminó hacía ahí, dando sus fuertes pisadas.
            La luna brillaba serena, y alumbraba el oscuro camino que dirigía al parque Pingüino, con total calma, cuando la tranquilidad de la noche fue rota por un estrépito que provenía de ahí…

            Era de mañana, y el desayuno se encontraba ya servido sobre la mesa del comedor de la familia Kinomoto. Mientras el papá de Syaoran terminaba de acomodar los almuerzos, Touya se encontraba ya sentado a la mesa, y leía el periódico, mientras que detrás de él, en la sala, la televisión se encontraba prendida en el canal de las noticias.
            -El almuerzo de esta mañana para Syaoran es muy generoso –dijo Touya, mientras veía a su padre acomodar todo en su caja, con ayuda de los palillos
                -Tu hermano dijo que tendría una excursión con toda su clase, en el zoológico.
            -… ocurrido en el parque del rey pingüino, del distrito de Tomoeda… -decía la mujer de las noticias. Touya estaba por ponerse a ver la noticia a conciencia, pero fue en eso cuando Syaoran entró a la cocina, haciendo mucho ruido.
            -¿Y ese milagro que te hayas levantado sin que te haya tenido que ir a buscar? –le preguntó su hermano. Syaoran lo ignoró, dirigiéndose hacia donde se encontraba su padre, quien sostenía en sus manos su almuerzo.
            -Nos reuniremos en la escuela –le dijo Syaoran a su papá-, y de ahí nos iremos todos juntos al zoológico.
            -Ten mucho cuidado al pasar por el parque pingüino –le advirtió su hermano, mientras apuntaba a la pantalla de televisión, donde aún estaban pasando las noticias.
            La resbaladilla del rey Pingüino había dejado de ser una resbaladilla, propiamente dicha. Ahora, el rey pingüino se encontraba de cabeza, y por las marcas de concreto resquebrajado alrededor de la base, que ahora era la parte de arriba, podría decirse que la atracción principal del parque había sido arrancada y colocada así por alguien.

            Mientras tableaba con dirección a la escuela, Syaoran no dejaba de pensar en lo que había visto esa mañana en las noticias. Estaba pensando en esa tarde, cuando regresara de la escuela, platicarle a Kero la posibilidad de que todo eso fuera obra de una Carta Clow, cuando sus pensamientos fueron interrumpidos, ya que alguien había gritado su nombre.
            -Al parecer has madrugado, ¿no es así? –le dijo Yukito cuando Syaoran se detuvo y ella logró alcanzarlo-. Hoy no pude esperar a Touya ya que me tocaba realizar el aseo del salón. ¿Te importa si voy contigo? –preguntó la chica.
            -Cla… Claro que no –dijo Syaoran algo nervioso, y los dos siguieron andando, él en su patineta, y ella en su bicicleta.
            Se encontraban pasando por delante del parque del rey Pingüino, y se dieron cuenta de que el lugar estaba lleno de reporteros. Al parecer, el hecho de que la resbaladilla del rey Pingüino estuviera de cabeza, era una noticia digna de ser contada.
            -Me imagino que la persona que puso a ese pingüino de cabeza, debe de ser alguien realmente fuerte –opinó Yukito mientras seguían su camino. Syaoran dijo que sí, y se apresuró a tratar de sentir la presencia de alguna Carta Clow, pero ya no se sentía nada-. Hemos llegado –se despidió Yukito de Syaoran cuando se hubieron detenido frente a la primaria Tomoeda-. Te veré después…

            Todo el salón 2 del 4to grado se encontraba reunido alrededor del profesor Terada, quien los había terminado de repartir por equipos, y dado unas listas en las que les indicaba a qué animales debía de investigar cada equipo.
            -Los jefes de equipo pasen por las cámaras. Recuerden que el escrito me lo deben de entregar el lunes sin falta. Cooperen todos en el trabajo, y será mucho más fácil. A las 2 de la tarde nos volveremos a reunir aquí. Pueden irse –dijo antes de que los alumnos tomaran su camino.

            -Será mejor que Tomoyo-chan sea la que tome las fotos –dijo Naoko alegremente, mientras Rika y Chiharu la apoyaban, y Syaoran se preguntaba cómo demonios había caído en un equipo donde él era el único hombre-. Eres muy buena en esas cosas del video y la fotografía, lo mejor será que la lleves tú.
            Mientras Tomoyo tomaba la cámara, las chicas no dejaban de platicar sombre las noticias de esa mañana.
            -Me pregunto quién tendrá la fuerza suficiente como para voltear una resbaladilla de ese tamaño –dijo Chiharu.
            -Espero y hayan sido los espíritus –agregó Naoko visiblemente emocionada, y siguieron caminando con dirección a los elefantes, mientras Syaoran las seguía con una distancia de 20 pasos atrás.

            Del otro lado del zoológico, Sakura se encontraba con su propio equipo. Esta vez traía puesto lo que parecía ser el uniforme de alguna escuela primaria, ya que se trataba de una camisa blanca, con una falda azul cielo, que tenía dos sendos tirantes, del mismo color, así como una corbatita roja, el cual Tomoyo no había tardado en distinguir como el uniforme de las chicas de la serie Evangelion.
             El equipo de Sakura, por el contrario del de Syaoran, estaba compuesto por puros chicos, mientras que ella era la única mujer de ahí. Buscaban lo que parecían ser osos perezosos, cosa que a Sakura le parecía de lo más aburridaoy trataba de distraerse mirando otros animales. Después de todo, ella era la encargada de la cámara, y ya había tomado suficientes fotos.

            Syaoran y las chicas se encontraban ahora frente a los elefantes. Podían observar lo que era una madre elefante, que trataba de darle un baño a su bebé.
            -Dicen los trabajadores del zoológico que estos elefantes pueden hacer trucos, y pueden entender un poco nuestro idioma –dijo Naoko mientras se acercaban un poco más-. Se pueden parar en dos patas al escuchar a su domador. Son tan fuertes que pueden jalar una soga en contra de diez personas.
            -Bueno, ahora que estamos aquí, será lo mejor que le pongamos entusiasmo al trabajo… -les dijo Tomoyo de maner a alegre. Las chicas dijeron que sí, y Syaoran se limitó a encogerse de hombros, pero no tuvo que hacerse demasiado atrás… De repente, se escuchó lo que parecía un temblor, y todos los animales del zoológico empezaron a hacer ruidos extraños, como si estuvieran incómodos por algo.
            Cuando las cosas se hubieron calmado un poco más, las chicas se dispusieron a sacar los cuadernos y ponerse a anotar el comportamiento de los animales.
            -No irás a decirme que Kero se quedó solo en casa… -le dijo Tomoyo a Syaoran, mientras el fingía que observaba a los elefantes.
            -Fue extraño, pero aceptó sin respingar cuando le dije que no podía traerlo. Eso me dice que en algún momento aparecerá por aquí.
            -No estoy tan lejos como crees –se escuchó la voz de la mota amarilla, y parecía que provenía de la mochila de Syaoran. 
                 El niño y su amiga miraron a la mochila, alarmados. Tomoyo se apuró a tomarla, decir que necesitaba ir al baño, mientras que Syaoran dijo que iba a comprar una soda, porque tenía algo de sed. Las chicas los miraron partir, pero no dijeron nada.
            Ahora se encontraban al otro lado del zoológico, mientras los dos miraban como Kero salía de la mochila, y se desperezaba del largo viaje.
            -¡Te dije claramente que no podía venir, bola de pelos inservible! –le gritó Syaoran cuando estuvo seguro de que nadie los podía ver ni escuchar.
            -¿Y se puede saber desde cuando te obedezco? –le dijo Kero mientras abrazaba la caja del almuerzo de Syaoran.
            Syaoran estaba por responderle con una majadería, cuando en ese momento, el temblor que se había sentido antes, se volvió a repetir.
            -Esta es la presencia de una Carta Clow –dijo Kero poniéndose serio de repente. Se encontraban tratando de distinguir de donde provenía la presencia, cuando un pingüino pasó corriendo junto a ellos.
            -¿Una de las jaulas se ha roto? –se preguntó Tomoyo al verlo pasar.
            -No hay problema si se trata de animales pequeños o tranquilos, pero si escapa uno más peligroso…
            El temblor se había vuelto a repetir. Ahora que Syaoran y Tomoyo habían salido del lugar donde se habían metido para esconder a Kero, podían observar el caos que se estaba produciendo. La jaula de los monos estaba completamente destrozada, y la gente corría por todos lados, buscando las salidas. Mientras corrían hacia donde Kero les había dicho que sentía la presencia de la Carta Clow, se toparon con varios compañeros suyos, pero ninguno de ellos se molestó en detenerlos, ya que estaban demasiado asustados, y no veían otra cosa que no fuera un lugar por dónde huir.
            Mientras corrían en la dirección que Kero les indicaba, podían ver cada vez menos personas, que corrían en dirección contraria. Unos cuantos segundos después se encontraron solos, y Syaoran se apresuró a sacar su llave mágica. estaba por invocar su hechizo para transformarla en su báculo mágico, pero los tres tuvieron que detenerse cuando una manada de cebras pasó corriendo frente a ellos, y en ese momento, una especie de golpe resquebrajó el suelo, rompiéndolo como si se tratara de una enorme pisada, y levantando polvo a su alrededor. El mismo golpe se repitió varios metros por delante de ellos, y los chicos no tardaron en seguirlo, hasta llegar a donde se encontraban los elefantes.
            El golpe entró al lugar, dejando enormes cráteres conforme avanzaba, y aterrorizando al bebé elefante. La mamá trató de defenderlo, pero aquella extraña fuerza lo levantó en el aire, y la arrojó lejos de ahí.
            -Llave que guardas los poderes de la oscuridad, muestra tu verdadera forma ante Syaoran, quien aceptó la misión contigo, ¡libérate! –gritó para convocar su báculo mágico-. ¡Viento! –exclamó al usar la Carta Clow, y el Viento se elevó para detener la caía de la mamá elefante, y colocarla junto a su bebé.
            -¡Ya se qué carta es! –dijo Kero, y le susurró algo a Syaoran en la oreja.
            -¡Alto ahí! –dijo Syaoran en ese momento, mientras la fuerza extraña volvía a tratar de levantar al elefante-. Al parecer tienes mucha fuerza. Eres la Carta del Poder, ¿No es así? ¿No te gustaría comparar tu fuerza con la mía?
            -A la Carta del Poder le gusta mucho presumir su fuerza –le explicó Kero a la confundida Tomoyo. No se lo pensará dos veces en mostrarnos su verdadera forma y por ende, aceptar el reto de Syaoran.
            La mamá elefante se movía nerviosamente, mientras el bebé lloraba. las fuertes pisadas, provocadas por la Carta del Poder se acercaron amenazadoramente a Syaoran. Se desvió un poco para abrir otras dos jaulas, y derribar un par de árboles, y posteriormente, se acercó peligrosamente a ellos tres.
            -¡Necesitas darle una solución! –le gritó Kero a Syaoran, mientras corrían para poner algo de distancia entre ellos y la Carta. Syaoran se encontraba algo asustado, no se le ocurría ningún reto para poder comparar su fuerza contra aquella Carta, pero finalmente, gritó:
            -¡Jalemos la soga! –fue entonces cuando las pisadas se detuvieron. Los tres dejaron de correr y se dieron la media vuelta. Ahora, podían ver a una pequeña niña de pie frente a ellos, vestida toda de rosa, y con dos pequeñas coletas.

           La pequeña niña y Syaoran se encontraban ahora parados el uno frente a la otra, sosteniendo la cuerda entre sus manos. Antes de que el chico se diera cuenta, el juego ya había empezado, y la Carta Clow le llevaba ya mucha ventaja.
            -Necesito usar una Carta, pero si suelto la cuerda voy a perder –se quejó. Había guardado el báculo en su mochila, y ahora no podía tomarlo.
            Pero en ese momento, sintió que la fuerza de la Carta Clow se había reducido, y al mirar atrás, pudo ver a la mamá elefante ayudándolo a jalar la cuerda.
            Arriba del árbol más alto que aún se encontraba de pie, Sakura miraba todo lo que pasaba, mitad divertida, mitad preocupada. Cuando pensó que ya se había divertido demasiado, sacó su espada, y una Carta Clow: la del tiempo. Apuntando la Carta como si fuera a perforarla con la espada, invocó sus poderes.
            -¡Tiempo! –dijo cuando la punta de la espada y la Carta hicieron contacto. En ese momento, el tiempo se paralizó, con lo que le dio oportunidad de bajar del árbol, quitarle la cuerda a la Carta del Poder, y volver a regresar a la rama más alta sin ser notada, para hacer que el tiempo volviera a transcurrir normal.

            Habían caído al suelo, tanto Syaoran como la chica de rosa. La mamá elefante había perdido un poco el equilibrio, pero no le había pasado nada. La Carta del Poder, que hasta ese momento se encontraba muy confiada, estaba igual de extrañada que Kero y Tomoyo, ya que no sabían cómo era posible que Syaoran y un elefante le hubieran ganado. Syaoran se encontraba de igual manera confundido, pero se apresuró a ir hacia donde la Carta, que tenía los ojos lloros y se lamentaba el haber perdido, y sacando el báculo de su mochila, la apuntó firmemente.
            -Regresa a la humilde forma que mereces, ¡Carta Clow! –la chica de rosa lo miró de manera triste, pero no presentó ninguna resistencia cuando el báculo empezó a absorberla, por lo que finalmente quedó reducida a su forma de Carta.
            Sakura sonrió feliz. Se guardó la Carta Tiempo en el bolsillo, y saltó fuera del árbol, internándose en los arbustos, para evitar ser vista.

            Ahora que era nuevamente de día, Syaoran se encontraba en camino a la escuela. Había visto a Tomoyo caminar delante de él, y apresuró un poco más la patineta para alcanzarla. Su amiga iba muy concentrada mirando lo que había filmado ayer, y al final de ese video, se encontraba otro más: se veía claramente como Syaoran tomaba la resbaladilla del rey Pingüino, y la colocaba nuevamente en su lugar.
           -Prometiste que no le enseñarías eso a nadie -se quejó el chico.
           -Lo se -respondió su amiga, y se apuró a guardar la cámara en su mochila-. Ese video forma parte de mi colección especial.
          Y Tomoyo siguió caminando, mientras Syaoran se detenía en seco, con la cara roja como tomate.


13 de junio de 2011

Syaoran Card Captor: Capítulo 12

Capítulo 12
El día interminable de Syaoran

            El reloj marcaba 5 minutos para las 12. El salón 2 del 4to grado se encontraba reunido tomando una clase especial en el gimnasio. Era común que tuvieran esas típicas clases extras, que se repartían a lo largo de todo el año escolar. Eran esos momentos en que los llevaban al gimnasio, y los padres de los alumnos daban una clase que estuviera relacionada con su trabajo. Mientras el padre de Syaoran hablaba, los alumnos lo miraban fijamente, y varios más tomaban notas. Al ser profesor de Universidad, y la primera vez que Syaoran lo observaba dar clase, tenía miedo de que los temas resultaran muy complejos, sobre todo al tratarse de un arqueólogo, pero afortunadamente, el padre de Syaoran tenía la habilidad de explicar muy fácilmente, además de que era de manera entretenida.
            Ahora el reloj marcaba las 12, y el timbre que anunciaba el fin de la clase había sonado ya. Fujitaka parecía un poco impresionado de que se le hubiera acabado la hora, pero se apuró a recoger sus cosas, mientras algunos alumnos hacían lo mismo, y otros, los que eran la mayoría, le aplaudían.
Fujitaka se encontraba ahora abajo del estrado, y Sakura lo había retenido, haciendo pregunta tras pregunta, mientras que el padre de Syaoran las respondía alegremente.
            -Al parecer todo este tipo de cosas te gustan, ¿no es así? –le preguntó.
            -Claro, me fascinan estos temas –respondió ella.
            -En ese caso, puedes venir cuando quieras a mi casa, ahí tengo otros descubrimientos que estoy seguro te gustarán.
            -¿Lo dice de verdad? –preguntó con la mirada radiante.
            -¿Ves? Te dije que el papá de Kinomoto es muy interesante –le dijo Yamazaki a Sakura, al verla ahí.
            -¿Dijiste Kinomoto? –preguntó ella sorprendida.
            -¡Papá! –se escuchó en ese momento la voz de Syaoran, y lo saludó junto con Tomoyo-. ¿Se puede saber que bicho le ha picado a esa niña rara? –le preguntó a Tomoyo, mientras los dos veían a Sakura, que lo miraba a él de manera maravillada, del mismo modo en que veía a su papá.

            Esa noche, mientras Syaoran trataba de colarse en la habitación de su hermano, ya que Yukito y Touya se encontraban estudiando (y era más que obvio que Syaoran quería ver a Yukito), Kero se encontraba salvado felizmente su juego de Gears of War 2.
            -Ese maldito de mi hermano no me dejó pasar más allá de la puerta –se quejó al entrar a la habitación, y cerrar la puerta tras de él.
            -No pasa nada –dijo Kero hablando consigo mismo-. Ya mañana derroto al Brumak, y el Gears of War 2 lo tendré terminado.

            Ahora se encontraban los dos dormidos, pero a media noche, algo interrumpió su sueño: la campana de la escuela empezó a sonar, como si fuera medio día. Syaoran y Kero se levantaron para ver, y escucharon como hacían lo mismo Yukito y Touya, así como su papá.
            -Algo raro le pasa a ese reloj –dijo Kero mientras se frotaba los ojos.
            -Es muy extraño –le dijo Syaoran-. Ese reloj nunca había fallado.

            A la mañana siguiente, Syaoran se encontraba a las carreras. Por el ruido que había ocasionado el reloj la noche pasada, no había podido dormir bien, por lo que tuvo que regresarse a la habitación para recoger la flauta, ya que tenía examen, y asegurarse de que no llevaba el pijama en vez de uniforme.
            -¡¿Qué demonios significa esto?! –se escuchó el gritó de Kero cuando Syaoran cerró la puerta tras de sí-. ¡No puede estar pasando esto!
            Delante de él, en la pantalla de la televisión, el videojuego de Gears of War 2 le decía que no había ningún juego guardado.

            -Maldición, la nota Re es muy difícil –se quejaba Syaoran en su sitio, mientras Tomoyo se encontraba a su lado-. Me queda demasiado lejos.
            Se encontraban en la clase de música. Mientras Syaoran recordaba la manera de acomodar los dedos para tocar la canción que la maestra les pedía, los alumnos iban pasando de uno en uno para tocarla frente al resto de la clase.
            -Ahora continuamos con el joven Kinomoto –dijo la maestra cuando el alumno terminó de tocar la pieza. Syaoran se levantó un poco nervioso, y empezó a encaminar.
            -Ten confianza en ti mismo –le susurró Tomoyo para darle apoyo.
            Ahora, mientras estaba frente al resto de la clase, quería que se lo tragara la tierra. Se había equivocado, y la maestra lo había mandado sentarse.

            A la hora del descanso, Syaoran seguía practicando con su flauta, enojado consigo mismo por haber fallado en una canción tan sencilla, mientras Tomoyo lo escuchaba. Detrás de ellos se escuchaba la melodía que Syaoran había fallado en clase esa misma mañana. Los dos voltearon a ver, y se toparon con Sakura, quien iba practicando mientras caminaba.
            -Hay veces en que me pregunto, si esa niña vino sola desde Hong Kong hasta aquí –preguntó Tomoyo, y ella y Syaoran se levantaron para mirarla bien-. Nunca la he escuchado hablar sobre su familia…
            -¡Cuidado! –se escuchó el grito de los chicos que jugaban futbol frente a ellos.
            La pelota se dirigía a toda velocidad en dirección a la cara de Sakura. Syaoran trató de detener la pelota, pero se le escapó entre los dedos, estaba por golpear a Sakura, cuando ella se detuvo, dio un brinco en el aire, y pateó la pelota con todas sus fuerzas, anotando un gol en la portería que tenía frente a ella.
            -Es demasiado asombroso como para que lo haya hecho una chica –dijo Syaoran algo receloso.
            -Supongo que se trata de práctica –le dijo Tomoyo-, aunque me parece muy comprensible el poder pegar un salto con el uniforme de Lucky Star. Siempre me ha parecido que la falda es demasiado suelta –dijo mientras hablaba más para sí misma que para Syaoran.

            Esa noche, Syaoran se encontraba en casa, celebrando con su padre y su hermano que tanto él como Touya habían terminado con sus exámenes.
            -Solo me equivoqué en una nota de esa tonta canción… -dijo Syaoran algo enojado.
            -A mí me parece que quieres decir que solo te fue bien en una parte.
            -¡Contigo no estoy hablando!
            -Aunque los exámenes se hayan terminado –los interrumpió su padre-, debes de tratar de corregir tus errores, y esforzarte.

            A pesar de que Syaoran se encontraba practicando con la flauta esa noche, Kero no perdía la concentración, y seguía jugando el Gears of War 2, dando su máximo para volver a reunir los records que tenía y que por algún extraño motivo, no se habían guardado.
            -Supongo que a pesar de que ya saco la canción por completo –dijo Syaoran cuando metió la flauta a la mochila-, no está de más que la lleve mañana a la escuela, para practicar un poco más.
            -Ahora que guardé ese juego –repitió Kero sin mostrar el mínimo interés en lo que Syaoran decía-, terminaré con el Brumak y lo habré pasado todo.

            Esa noche, cuando el reloj dio las 12, el reloj de la primaria Tomoeda empezó a correr al revés. Un reloj de arena dejaba caer sus granos en la parte inferior, mientras que los engranes del reloj del edificio corrían en sentido inverso, y las manecillas que señalaban la hora regresaban como si se devolvieran en el tiempo...

            -¡¡¡Esto no puede ser posible!!! ¡Maldición! –gritaba Kero mientras se encontraba sentado frente a la consola-. Estoy más que seguro de que ayer lo guarde, tú lo viste, ¿no es así?
            -En estos momentos no tengo tiempo para responderte. Se me hace tarde, tengo que irme ya.
            Y Syaoran salió de la habitación.

            Extrañamente, Syaoran y el resto de su clase se encontraban en el salón de música, y en la pizarra estaba escrito con letras muy grandes “Examen de flauta”.
            -¿Qué no se supone que tuvimos el examen ayer? –le preguntó Syaoran a Tomoyo-. Estoy seguro de que celebré con mi papá y mi hermano el hecho de que los exámenes hubieran terminado.
            -No necesitas inventar historias extrañas para esconder tu nerviosismo.
            -¡No es eso! –se defendió el.
            -Ahora continuamos con el joven Kinomoto –en ese momento dijo a maestra, e igual que el día anterior, Syaoran se levantó para ir hacia el frente.
            -Ten confianza en ti mismo –Tomoyo le susurró igual que la vez pasada, con lo que Syaoran se sintió un poco confundido.
            Ahora estaba frente al resto de la clase, y pudo ver, antes de ponerse a tocar, la cara de Sakura, quien estaba al pendiente del más mínimo movimiento que hacía el. Syaoran se había puesto a tocar la flauta, siguiendo las notas correctas, y esta vez, gracias a la práctica extra que había hecho la noche anterior en su casa, terminó la pieza sin ningún problema.

            -Esto es lo que se llega a llamar “Deja vú” –le dijo Tomoyo a la hora del descanso, cuando Syaoran le había contado exactamente qué era lo que pasaba, al sentir que el día se estaba repitiendo. Al ver la cara de confusión de Syaoran, se apuró a explicarle-. Es cuando te da esa sensación de ya haber estado en un lugar en el cual nunca has estado, cuando crees que ya has hablado con una persona de alguna cosa, esa simple sensación del “ya lo viví”.
            -Pero es que todo lo que está pasando es exactamente igual a lo que pasó ayer. Como esto –dijo mientras apuntaba a la pelota que corría de lado a lado en el campo de futbol-. Está sucediendo lo mismo. Después de esto, Li pasará por detrás de nosotros, pateará el balón, y meterá un gol. Es cuestión de esperar.
            -Pues ahí viene ella –dijo Tomoyo. Syaoran iba a voltear para mirar detrás de él, pero Sakura caminaba en dirección a ellos desde un lugar diferente, además de que no llevaba la flauta entre las manos practicando.
            -Esto es un poco diferente –susurró Syaoran.
            -¿No te parece extraño lo que está pasando? –preguntó Sakura al llegar-. Es decir, ayer también tuvimos el examen de flauta –Syaoran se apuró a ponerse de pie.
            -¡¿Es decir que tú también lo sientes?!
            -Al parecer solo tú y yo nos hemos dado cuenta de que el día de ayer se repitió en hoy. Por si no lo has notado, todo esto es por culpa de una Carta Clow –las caras de Syaoran y Tomoyo se asombraron-. Se encuentra en ese lugar –les dijo Sakura señalando hacia la torre del reloj de la escuela.
-¡Cuidado! –se escuchó el grito de los chicos que jugaban futbol frente a ellos.
            La pelota se dirigía a toda velocidad en dirección a la cara de Sakura. Y nuevamente, como el día pasado, brincó en el aire y metió un gol.
            -No por eso deja de ser un poco diferente –susurró Syaoran mientras la campana que anunciaba el fin del receso sonaba sobre sus voces.

            Era de noche. Syaoran, Tomoyo y Kero se encontraban a los pies de la torre del reloj de la escuela. Mientras Tomoyo se dedicaba a filmar a Syaoran, él se encontraba mirándose así mismo desde todos los ángulos que podía.
            -Me siento… un mayordomo –dijo al final.
           -Eso es porque lo eres –le sonrió Tomoyo-. Te llamas Sebastian, el mayordomo por excelencia. De la serie Kuroshitsuji, lo cual nos dice que no eres solo parte de la servidumbre, en realidad eres un demonio.
            -Espero y no te estés burlando de mí –dijo Syaoran mientras se trataba de acomodar la corbata, que se había salido de su lugar, y el viento de la noche empujaba la cola del traje. En verdad parecía un mayordomo de los años 60tas- Espera un momento, ¿Sebastian? ¿No se llama así tu mayor...?
             En ese momento, Kero los interrumpió.
            -Me parece sorprendente que hayas podido descubrir el lugar donde se esconde la Carta Clow. Al parecer has progresado bastante, mocoso tonto.
            -Desgraciadamente, a Syaoran le han dicho donde se encontraba la Carta –interrumpió Tomoyo, con lo que Syaoran se retiró un poco hacia las sombras, para pasar desapercibido-. Li fue la que le dijo donde la podíamos encontrar –y Tomoyo enfocó la lente de la cámara hacia lo alto de la torre del reloj.
            -Supongo que lo mejor que puedo hacer es quedarme callado y esperar que hagas algo bueno –le dijo a Syaoran tratando de contenerse de darle un golpe.
            Syaoran se encontraba montado en el báculo mágico, subiendo en espirales para llegar a la cima de la torre del reloj, y colarse por una de las entradas.
            -¿Así que esta es la presencia de una Carta Clow? –se preguntó al estar más cerca de la torre, y poder sentir esa extraña vibración.
            Pero en ese momento, algo extraño estaba sucediendo. El ambiente se había puesto del color de las fotografías viejas, y ahora todo pasaba de manera lenta y silenciosa, como si se tratara de una película que se hubiera puesto en cámara lenta.

            Dentro del reloj, en un lugar que ni Syaoran ni Kero podían ver desde donde se encontraban, el reloj de arena había cortado su flujo, y unas manos controlaban lo que parecía ser ese repentino cambio en la continuidad del tiempo.
            La arena que se encontraba abajo ahora subía como si la ley de la gravedad no existiera. Syaoran y Kero, que se habían detenido por completo, ahora viajaban hacia atrás, como si esa película hubiera estado siendo rebobinada. Ahora los dos se encontraban de nueva cuenta junto a Tomoyo, mientras no podían hacer otro gesto que no fuera desilusión mezclada con tristeza.
            -Esto sucedió por culpa de la Carta del Tiempo –le dijo Kero a Syaoran, quien se dedicó a mirar a Tomoyo, y ver como repetía los mismos movimientos con la cámara-. Es capaz de modificar el transcurso del tiempo a su antojo.
            Nuevamente se encontraba volando en círculos alrededor del reloj, mientras Kero le seguía explicando ciertas cosas a Syaoran.
            -Aquellas personas que no poseen poderes mágicos no se han dado cuenta de que el tiempo fue alterado. Tiempo fue muy listo al fusionarse con el reloj que más importancia tiene en la ciudad. Para poder regresar todo un día completo, tiene que realizar su conjuro a la media noche.
            -Entonces, disponemos de 15 minutos –dijo Syaoran comprobando el reloj-. Si llegan a dar las 12, volverá a regresar el tiempo como hace un momento… Tengo que detenerla si no quiero volver a hacer ese estúpido examen de flauta.
            -Y debes de detenerla porque yo no quiero volver a pasar todo el Gears of War 2… Date prisa y captúralo mientras está distraído.
            Pero esta vez, en lugar de que el tiempo se detuviera, el tiempo comenzó a ir más de prisa. El reloj dio las 12 de la noche, y las campanas que sonaban al medio día empezaron a repiquetear. El reloj se regresó sobre sí mismo, mientras Syaoran y Kero no podían hacer nada más que mirar.

            El día se había repetido por tercera vez. Ahora, Syaoran y Kero parecían cansados mientras veían a Tomoyo y su sonrisa radiante por filmar a Syaoran del mayordomo Sebastian.
            -Y no es bonito tener 3 veces examen de flauta –se quejaba Syaoran.
-No es bonito pasar el Gears of War 3 veces y no acabarlo –se quejaba Kero-. ¿Pero porqué vinimos a la misma hora de ayer? Hubiera sido mejor que actuáramos más temprano.
            -No pude evitarlo –se defendió Syaoran-. Nuevamente tuve que celebrar con mi papá y mi hermano, además de que volví a practicar con la flauta…
            -¿Qué es lo que se supone que están esperando? –les preguntó la voz de Sakura, quien aún llevaba uno más de sus uniformes: una especie de uniforme tipo marinerita, de roja, así como una camisa de mangas cortas y bordes rojos, que hacían juego con el cuello rojo y moño rojo que colgaba de ahí.
            -Me supongo que acabas de terminar de ver Lucky Star –le sonrió Tomoyo, y se apuró a filmar a Sakura también. La chica solo suspiró: había usado ese uniforme todos esos días que se habían repetido.
            -Hace una semana, pero tarde más en hacerlo, ya que tenía que encontrar el tono de rojo adecuado. El caso es que los observé la noche pasada. Acercarte volando no es la mejor opción. Tiene que ser una forma discreta, porque si te detecta, moverá el tiempo en tu contra…

            Se habían separado de Sakura momentáneamente. Syaoran, Tomoyo y Kero habían optado por subir toda la torre, por vía de las escaleras, mientras que Sakura se encontraba en el techo de un edificio cercano, y sujetaba un gancho en su mano: estaba planeando brincar.
            Syaoran y Kero habían llegado ya a lo alto de la torre, y Syaoran estaba por decir su conjuro para capturarlo, pero el anciano que sostenía el reloj de arena, se había movido deteniendo el tiempo de ellos, por lo que daba la impresión de que se había desaparecido y aparecido en otro lugar. Estaban preguntándose que era lo que había pasado, cuando de una de las ventanas, entró Sakura.
            -¡Usa la Carta del Escudo! –le gritó al llegar.
            -¡Claro! –respondió Syaoran mientras la sacaba de su bolsillo-. ¡Escudo! –grito, y unas enormes burbujas azules se formaron alrededor de Syaoran, Kero, Tomoyo y Sakura. El ataque del Tiempo rebotó en las esferas que los protegían, así que al verse acorralado, aquella especie de anciano trató de escapar brincando por la ventana.
            -Venid, dios del trueno –invocó Sakura con su espada, y al apuntar a la Carta, unos pergaminos que estaban colocados a lo largo de todo el lugar provocaron una descarga eléctrica en cadena, atrapando al anciano dentro de la torre.
            -Me imagino que ya estabas preparada –dijo Syaoran asombrado.
            -¡Date prisa, mocoso! –le reprendió Kero.
            -Regresa a la humilde forma que mereces –se apuró a decir Syaoran-. ¡Carta Clow!
            En el aire se dibujó el contorno de la Carta, y el anciano empezó a ser absorbido por esa fuerza, hasta quedar atrapado dentro de ella. La Carta Clow se elevó un poco en el aire, y Syaoran estiró su mano para alcanzarla. Pero al caer, la Carta pasó de largo, y se dirigió a la mano de Sakura.
            -Pero… ¿Por qué? –se preguntó confundido y enojado.
            -La Carta siempre acude al lado de la persona que la atrapó –explicó Kero-. Tú habrás dicho el conjuro, pero fue la fuerza, valentía y astucia lo que debilitaron a la Carta del Tiempo, y todo eso lo hizo ella.
            -Eso no es justo…
            La sonrisa de Sakura demostraba lo que era una sensación de felicidad que provocaba que a Syaoran se le revolviera el estómago… Esa sonrisa tan amplia no le gustaba para nada.


Pd 1.Ya se que hace poco utilicé también un cosplay de Lucky Star, aunque ese fue por error. Había estado buscando imágenes del uniforme en internet, pero no me había aparecido nada, así que esa parte había sido eliminada. Sin embargo, al momento de publicar el capítulo en el blog, decidí volver a buscar, y apareció la imagen que ya puse en el capítulo anterior, por lo que el uniforme fue añadido.  Ahora que subí este capítulo, me dio mucha flojera buscar otro cosplay para sustituir este uniforme (aparte de que no se me ocurrió ninguno) por lo que lo mantuve igual. Tranquilos, quizá repita cosplays de diferentes personajes de una misma serie.

Pd 2. Perdón por la primera postdata tan larga =)

9 de junio de 2011

Syaoran Card Captor: Capítulo 11

Capítulo 11
Syaoran visita la mansión de Tomoyo

            Mientras Syaoran iba sentado en la última fila de asientos del camión, miraba a ambos lados de éste, observando todas y cada una de las calles que pasaban por sus ojos: era la primera vez que iría a casa de Tomoyo, y tenía miedo de perderse y no encontrarla. Mientras observaba detenidamente, recordaba la conversación que había tenido con su amiga, mientras estaban en la clase de gimnasia.
            -¿Quieres que vaya? ¿Y se puede saber porque? –preguntó Syaoran mientras esperaban su turno para saltar los cajones.
            -Tengo un problema que quiero resolver, y me parece que tú puedes ayudarme mejor que nadie –Syaoran estaba a punto de decir que no quería, pero la mirada de Tomoyo se había puesto fría y severa de repente: la bipolaridad estaba al acecho.
            -Claro –respondió dándose algo de prisa, y se alejó a toda velocidad para brincar los dichosos cajones. Tomoyo le sonrió alegremente mientras se disponía a brincarlos.
            Y así era como había terminado sentado en la parte posterior de un camión que en la vida había sabido que existía. Seguía escudriñando todas las calles que veía, pero justo en ese momento, su mochila se empezó a mover, y mientras se escuchaban unos extraños ruidos, se abrió por sí misma y de ahí salió la cabeza de Kero, visiblemente mareado, y anunciando:
            -Quiero vomitar.
            Se apuró a empujarlo de nueva cuenta dentro de la mochila, ya que varias personas habían volteado a verlo. Fingiendo que nada pasaba, los curiosos habían vuelto a mirar al frente, mientras que Syaoran escuchaba lo que parecía ser el ruido de una salpicadura: no cabía la menor duda, Kero se había vomitado dentro de su mochila.
            -Hasta aquí podíamos llegar –rugió cuando se hubo bajado del camión, para poder gritarle a Kero a sus anchas, sin tener a nadie que estuviera escuchando-. ¡Eres un muñeco inservible! ¿Cómo se te ocurre vomitarte ahí? ¡Tengo cosas más valiosas que tu propia vida!
            -¡Podías llevarme en tus piernas fingiendo que era un muñeco de felpa! ¡Como si Tomoyo-chan no lo hubiera hecho antes!
            -¡La diferencia está en que Tomoyo-chan es una chica, y yo no! ¡Qué raro se vería un niño con un peluche…! –y se acercó a un bote de basura, con los ojos echando chispas-. Me imagino que esto ya no me sirve para nada –y arrojó su mochila ahí-. Es una suerte que me haya traído la del año pasado, que por cierto ya tenía un agujero en la parte de atrás. Bueno, supongo que ahora debemos de buscar la casa de Tomoyo-chan a pie. Creo que nos bajamos en la parada correcta, dijo que estaba exactamente a un lado… Aunque lo único que puedo ver es ese parque…
            Kero revoloteaba alrededor de la cabeza de Syaoran, y miró el croquis que el niño llevaba en la mano: así era como Syaoran había dicho, la casa de Tomoyo tendrían que haberla visto ya. Kero se elevó un poco más, para alcanzar a ver con mejor claridad, y volvió a descender.
            -La he encontrado –le dijo a Syaoran, y lo tomó del cuello de la camiseta, para elevarlo a él también.
            -¿Se puede saber qué rayos se supone que ha…? Por Dios, ¡¿esa es la casa de Tomoyo?! –grito asombrado.
            Lo que él había tomado como un parque, era en realidad el jardín delantero de la casa de Tomoyo, y la “casa” podía definirse mejormente como una mansión.

            Ahora que Kero finalmente lo había bajado, y que había tocado la puerta, mientras la mota amarilla se escondía en su gorra, una sirvienta había hecho pasar a Syaoran, y lo dejó en el recibidor de la mansión, cuando se acercó un mayordomo.
-La señorita Daidouji la espera en su habitación. Si es tan amable de seguirme… -y empezó a caminar mientras Syaoran le pisaba los talones, por miedo a perderse.
Ahora se encontraba caminando por los pasillos de la mansión, hasta que se detuvieron en una puerta, la cual anunció el mayordomo como “el dormitorio de la señorita Daidouji”, y tocó a la puerta.
-Adelante, Sebastian –le dijo lo que parecía ser la voz de Tomoyo. La recámara de Tomoyo medía lo que era la sala, el comedor y la cocina de la casa de Syaoran, por lo que a él se le revolvió un poco el estómago-. ¿Podrías traernos un poco de té, Sebastian? –pidió Tomoyo, y cuando el mayordomo hubo dejado la habitación, Kero salió velozmente de su gorra, y se apuró a acercarse a su amiga, quien se encontraba sentada en lo que parecía ser una pequeña salita, donde los esperaba con tres tazas de té.
            Pero no habían tenido tiempo ni de decirse “hola”, cuando alguien tocó a la puerta de la habitación. Kero tuvo que esconderse a gran velocidad, y cuando Tomoyo dijo “adelante”, entró la mamá de Tomoyo, quien corrió a abrazar a Syaoran, como si hiciera años que no lo veía, y le decía alegremente “bienvenido”.

            Extrañamente, Tomoyo, su madre y Syaoran se encontraban ahora en la terraza principal de la mansión, tomando el té mientras comían un poco de pastel. Mientras Syaoran saboreaba esa delicia de tres leches con capas de chocolate, no podía evitar pensar en Kero, quien seguramente moría por comer algo de eso, y esto hizo que se lo comiera aún con más gusto.
            Pero en la habitación, los berrinches de Kero habían sido interrumpidos drásticamente. Ahora, la mota amarilla se había quedado serio de repente, mientras prestaba atención a todo su alrededor.
            -Esta es la presencia de…

            En el jardín, Syaoran no dejaba de ser interrogado por Sonomi, quien le preguntaba cosas sobre su vida diaria, y empezaba a recordar los parecidos que tenía con su prima Nadeshko. Aunque recordar a su prima, hacía que también le viniera a la mente Fujitaka, el padre de Syaoran, con lo que inmediatamente cambiaba su feliz expresión por una más sombría y temerosa. Syaoran y Tomoyo se sentían un poco confundidos cada que pasaba esto, ya que Sonomi movía la mano cerca de su cabeza, como si quisiera ahuyentar moscas.
            En ese momento, llegó la sirvienta que les había llevado el té y el pastel, con el teléfono en mano, ya que Sonomi tenía una llamada de la oficina. Contestó algo enojada (se alejó un poco para que los niños no escucharan) y al colgar, regresó a la mesa, y se disculpó con Tomoyo y Syaoran.
            -Tengo que volver un rato a la oficina, pero supongo que regresaré rápido.
            -No se preocupe –le dijo Syaoran algo alegre de que las preguntas por fin hubieran acabado-. Tómese su tiempo.
            -Syaoran-kun y yo estaremos un rato en mi habitación –dijo Tomoyo mientras se llevaba el último trozo de pastel.

            -¡¡¡Se dan cuenta de que yo fui el único que no comió pastel!!! ¡¡¡El único que no tocó el postre!!! –se escuchó el grito de Kero, apenas hubieron abierto la puerta.
            -¡¡¡Si serás un idiota berrinchudo!!! ¡Aquí está tu maldita rebanada! –le dijo Syaoran, y apuntó al pastel que Tomoyo llevaba en las manos.

            -Mientras ustedes comían pastel alegremente –dijo mientras ahora era él el que comía el pastel, y de manera muy feliz-, me sentí muy solo, sin alguien con quien hablar, además de que sentí lo que parecía ser la presencia de una Carta Clow.
            -Al parecer yo estaba en lo cierto –dijo Tomoyo alegremente, y se apuró a sacar un alhajero, de tamaño considerable, de uno de sus cajones-. El problema consiste en que de un día para otro, el alhajero ya no quiso abrir, y eso que tengo la llave –dijo mientras les mostraba la diminuta llave dorada a Syaoran y a Kero.
            -¡Así es! –gritó Kero dejando de comer-. La presencia de la Carta Clow que sentí, proviene de este alhajero.
            -Ahora que lo dices, yo también puedo sentirlo –dijo Syaoran.
            -Quiero que lo observen bien –les dijo Tomoyo, y trató de introducir la llave dentro de su cerradura… Pero la llave salió volando lejos de ahí, y cayó en el piso, casi hasta el otro lado de la habitación.
            -En ese caso debemos de intentar abrirlo –dijo Syaoran, y sacó la llave mágica, mientras que Tomoyo sacaba la cámara-. Llave que guardas el poder de la oscuridad –dijo tratando de fingir que no veía a Tomoyo-, muestra tu verdadera forma ante Syaoran, quien aceptó la misión contigo, ¡libérate!
            Ahora que tenía el báculo mágico entre sus manos, se acercó al alhajero, y trató de tocarlo con la punta del báculo, con lo que una fuerza extraña rodeó la caja, e impidió que Syaoran lo tocara.
            -¡Se trata de la Carta Escudo! –se alegró Kero-. Has podido ver la especie de barrera que se formó. Claro que no creo que Tomoyo-chan lo haya visto, al no poseer poder mágicos. Como sea, la Carta del Escudo tiene la naturaleza de proteger. Lo único que está haciendo es defender lo que se encuentra guardado ahí adentro. Ahora, Syaoran-kun, deja de quedarte ahí parado como un idiota, y ponte a trabajar.
            -¿Y cómo se supone…?
            -No seas tonto, tienes una espada capaz de cortarlo todo, ¿no es así?
            -Oh, claro, supongo que tienes razón. Solo te estaba poniendo a prueba –se defendió, y agregó esperando estar en lo correcto-. La espada cortará el escudo, y este regresará a su verdadera forma, con lo que podré capturarlo…
            -Al parecer has estado prestando atención.
            Syaoran levantó en alto la Carta Espada, y se apuró a usarla. El báculo mágico había cambiado al hacer contacto con la Carta. Ahora, en vez de tener el báculo en mano, tenía la Espada, con la que se apuró a dar un golpe al alhajero, para deshacer ese Escudo.
            Ahí fue cuando el Escudo se rompió, y pudro apreciarse la verdadera forma de la Carta.
            -Es ahora –le dijo Kero. Syaoran blandió la Espada, con lo que regresó a su forma de báculo, y se dispuso a atraparlo.
            -Regresa a la forma humilde que mereces, ¡Carta Clow! –gritó al hacer contacto con el Escudo, y éste empezó a ser absorbido por el báculo, hasta quedar en forma de Carta Clow, la cual cayó en la mano de Syaoran.
            Tuvieron el momento justo para guardar el báculo, las Cartas y esconder a Kero, ya que habían tocado a la puerta, y la mamá de Tomoyo se encontraba ahí nuevamente.
            -¡Tomoyo! –le dijo a su hija-. Veo que has podido abrirlo. Déjame ver –le pidió alegremente, y tomó un ramo de flores que se encontraba en su interior-. ¿Sabes qué es esto? –le preguntó a Syaoran.
            -Eh, ¿un ramo de flores? –respondió el.
            -Así es. Es mi recuerdo más valioso. Es decir, es el mismo ramo de flores que llevó tu mamá el día de su boda. Son flores de cerezo, Sakuras para ser más exactos. Eran las flores favoritas de tu mamá. Es por eso que siempre me decía que cuando tuviera una niña, la llamaría Sakura… Es una lástima que no la hubiera tenido –dijo poniéndose melancólica-. Me pregunto cómo hubiera cambiado su historia si tú fueras una chica…
            Syaoran se empezó a sentir colorado. Definitivamente él no quería ser una chica. Y lo que era peor, conocía a una que se llamaba así.
            -Ahora va siendo hora de que vayamos a preparar la cena –anunció Sonomi, y se llevó a Syaoran al comedor-. Tomoyo, date prisa –dijo cuando se encontraban ya en las escaleras.
            -¿Y tú recuerdo más valioso? –le preguntó Kero cuando por fin pudo salir de su escondite.
            -Se trata de una goma de borrar que me dio Syaoran-kun el día en que lo conocí. Actuaba con su típica altanería e indiferencia. Creo que eso fue lo que me llamó la atención, y me hizo querer conocerlo mejor. Es un poco más agresivo que el resto de los chicos.
            -Tomoyo-chan, ¿es posible que a ti te gus...? -empezó Kero, pero otra voz interrumpió sus palabras.
            -¿Tomoyo? –se escuchó la voz de Sonomi
            -Ahí voy –respondió ella, ignoró la pregunta de Kero, se apuró a colocar la goma de borrar de nueva cuenta en el alhajero, lo cerró con prisa, y bajó corriendo las escaleras, para ir a ayudar, dejando a Kero un poco confundido.