The Gringotts

Entra, desconocido, pero ten cuidado

con lo que le espera al pecado de la codicia,

porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,

deberán pagar en cambio mucho más,

así que si buscas por debajo de nuestro suelo

un tesoro que nunca fue tuyo,

ladrón, te hemos advertido, ten cuidado

de encontrar aquí algo más que un tesoro...


22 de mayo de 2011

Syaoran Card Captor: Capítulo 9

Capítulo 9
Syaoran y el broche misterioso

-¡Buenos días! –saludó Tomoyo a Syaoran, con una voz potente y una sonrisa radiante, mientras su mejor amigo subía las escaleras para llegar a su salón, y Tomoyo lo alcanzaba subiendo a toda velocidad. Era una mañana más de escuela, con la única diferencia que…-. Te ves muy triste, Syaoran-kun –le dijo su amiga, esta vez usando un tono de voz más moderado.
            -Buenos días –respondió el, tratando de no hacer caso a lo que su mejor amiga acaba de decir, y mirando al frente para evitar hacer contacto visual.
            -¿Sigues preocupado por lo de anoche, no es así?
            La mente de Syaoran empezó a recordar lo que había pasado la noche anterior, cuando habían ido a capturar la Carta Trueno, y la nueva estudiante, Sakura, había demostrado saber muchísimas más cosas que él, con respecto a las Cartas Clow. No se lo había comentado ni a Tomoyo, y mucho menos a Kero, pero... el saberse ignorante de algo, aunque fuera algo que estaba haciendo a la fuerza, a regañadientes y contra su voluntad, no le gustaba para nada el saberse un idiota con respecto a las Cartas Clow. Si Kerberus lo había escogido a él... ¿por qué no había simplemente recurrido Kero a pedir ayuda a la familia Li? Ellos eran los verdaderos herederos de las cartas, ¿qué tenía que ver él en todo ese embrollo?
            -Por si no te has dado cuenta –le dijo Tomoyo, haciéndolo reaccionar, haciendo que Syaoran diera un leve respingo-. Ayer capturaste la Carta del Trueno. Y esa no es la primera Carta Clow que has podido atrapar tu solito. Debes darte cuenta de que eres el único Card Captor del mundo, por lo que deberías de sentirte un poquito más orgulloso, ¿no lo crees?
            -Me imagino que las cosas van un poco por ahí –dijo Syaoran, aunque su mente no había sacado del todo esos pensamientos tan confusos y deprimentes-. Supongo que también tengo que tener en cuenta que si ella no hubiera estado ahí, me hubiera resultado mucho más difícil capturar esa Carta. Desgraciadamente debo de reconocer que en ciertas cosas, ella es mejor que yo…
            Habían llegado ahora al salón de clases, y mientras ellos dos entraban, Rika, una amiga de Tomoyo, se acercó a saludarlos. Tomoyo le respondió el gesto de manera amable, pero Syaoran pasó de largo, casi sin darse cuenta por donde caminaba, dado que seguía metido en sus pensamientos.
El hecho de que una mujer fuera mejor que él en lo más mínimo, le provocaba malestar. Pero que fuera mejor que él, en lo que se suponía que era más complicado que la vida normal de un simple estudiante de 4to de primaria, le revolvía el estómago y hacía que le doliera la cabeza. Era algo que no iba a aceptar tan fácilmente.
            -Supongo que a Syaoran-kun le ha pasado algo malo, ¿no es así? –preguntó Rika, mientras se acercaba a Tomoyo, y las dos miraban como él dejaba su mochila en su pupitre, y se sentaba a contemplar el vacío por la ventana.
            -Solo está pasando por un mal momento, se encontrará bien para la hora de receso –le sonrió Tomoyo, para tranquilizarla, y se alejó a poner su mochila en su pupitre ella también.
            En el momento en que Rika regresaba a su mesa, la puerta del salón se abrió, y de ahí, entro Sakura, vistiendo algo que, a juzgar por las miradas de todos sus compañeros, probablemente no debería.
            No se trataba del uniforme que había estado usando todo el día anterior, pero tampoco era el de la primaria Tomoeda, que era el que Tomoyo y las demás chicas usaban. Se trataba de un extraño saco de un tono amarillo-dorado, con los bordes color ocre, y detalles bordados en dorado brillante. Bajo el saco, llevaba una camiseta blanca, con una corbata verde, que tenía estampado un símbolo parecido al As de picas de las barajas. Y a su vez, llevaba una pequeña falda color azul marino.
            Sin decir nada a nadie, cruzó el salón caminando directamente hacía su pupitre (atrayendo las miradas de todos), y colocó su mochila ahí. En ese momento, Syaoran y Tomoyo la miraron, él con el entrecejo fruncido. Ella con una sonrisa radiante.
            -Buenos días –la saludó Tomoyo, algo ida, debido al uniforme que llevaba.
            -¿Sabes qué es extraño? –dijo Syaoran antes de que la nueva estudiante pudiera responder-. Hace dos noches tuve un sueño en el que salía ella –y apuntó a Sakura con la cabeza-, y el uniforme que llevaba ayer. Pero el ver que trae uno diferente, y que no es el de la escuela me pone a pensar…. En que es rara.
            -¡Buenos días! ¿Has soñado conmigo?–preguntó Sakura de manera un poco risueña, y dándose la vuelta para que la miraran de todos los ángulos-. ¿Les gusta mi uniforme?
            -Supongo que tengo que preguntar de que escuela es –respondió Tomoyo, conteniendo una risita-, aunque por algún extraño motivo, este y el que traías ayer, me resultan familiares.
            -Tomoyo-chan… Tú nunca has ido a China –le dijo Syaoran, girandose ahora sí, completamente para poder ver a las dos niñas-. No creo que conozcas escuelas de ahí, y mucho menos sus uniformes.
-Tú tampoco, Syaoran-kun, por lo que debería de ser más complicado explicar, como es que lo has soñado.
            -Oh, eso es porque los dos uniformes que me han visto usar, no son de escuelas reales –respondió Sakura con una sonrisa, mientras Tomoyo reía de nuevo, y Syaoran la miraba confundido.
            -¿A qué te refieres? –preguntó Syaoran. su expresión denotaba una gran confusión.
            -Se trata de un cosplay: c-o-s-p-l-a-y –dijo como si deletreara-. El uniforme que me vieron usar ayer es de…
            -¡Inuyasha! –gritó Tomoyo radiante, dando ligeros aplausos.
            -¿Es una nueva forma de decir “bingo”? –le preguntó Syaoran a su amiga, confundido.
            -¡No seas idiota! –le dijo ella, empujándolo a un lado, para acercarse a Sakura y verla más detenidamente-. ¿Quieres decir que eres otaku?
            -Solo de cosplay. La ropa es lo único atrayente para mi –respondió ella, volviendo a darse la vuelta para que la falda girara con ella-. El cosplay es una de mis grandes pasiones. No se me pasó por alto que ayer tú fueras un Cloud Strife –le dijo con una sonrisa a Syaoran, y acercándose para verlo mejor-. La espada parecía estorbarte, así que no me imagino cómo te las hubieras arreglado para llevar la moto.
            -Oh, de hecho la construí yo. Syaoran no tiene más alma de cosplayer-otaku que tu pupitre.  Es por eso que no creo que haya visto tu uniforme de ayer antes en toda su vida, sobre todo si consideramos que se trata de Inuyasha–se acercó Tomoyo aún más-. Pero estábamos hablando de la moto. Syaoran no podía llevarla, así que la tuvimos que esconder, era una lástima, después de tanto dinero y tiempo invertido –Tomoyo suspiró, pero se apuró a recuperar su tono normal-. Espera, si sabes tanto de anime, eso quiere decir que el uniforme de hoy también es cosplay, ¿no es así? –Sakura le respondió con una sonrisa, que significaba claramente que sí.
            -¿Conoces esta serie?
            -Sería un crimen no saber que eso que vistes es Code Geass –respondió Tomoyo rápidamente, y Sakura volvió a sonreír, con lo que Tomoyo se apuró a sacar su cámara de la mochila, y empezar a grabarla.
            Syaoran no sabía dónde esconderse. Al parecer, dos otakus frikis se habían reunido, y el estaba más que fuera de semejante conversación, llena de significados extraños para él. Cuando las dos chicas se hubieron calmado, la conversación volvió a fluir alrededor del sueño de Syaoran.
            -Así que si no eres otaku, y en tu vida has oído hablar de Inuyasha, pero has soñado con el uniforme de Kagome, quiere decir que tienes la habilidad de tener predicciones, ¿no es así?
            Syaoran estaba por responder, pero en ese momento llegó el profesor, con lo que todos se apuraron a sentarse, y la clase comenzó.

            El sueño estaba volviendo a repetirse.
            -¿Quién es? ¿Quién es? –se preguntaba Syaoran, mientras las Cartas Clow caían frente a él, Kero volaba cerca de ahí, y él se dejaba caer para brincar al techo más cercano
            -¿Syaoran-kun? –se escuchó la voz de Tomoyo.
            -¿Kinomoto? –ahora era una voz completamente diferente la que se escuchaba. Syaoran abrió los ojos de manera cansada. Aún se encontraba en clase, lo que significaba que se había quedado dormido en el salón. Ahora que enfocaba mejor las cosas, tenía la cara del profesor a dos palmos de distancia, con una expresión severa en el rostro-. Supongo que necesitas dormir mejor. Adelante, recojan sus cosas ya, la clase ha terminado por hoy.
            Los alumnos se apuraron a recoger sus cosas, y empezaron a salir todos del aula. Syaoran se encontraba limpiándose la cara del sueño, y trataba al mismo tiempo de recoger todo para meterlo a su mochila. En ese momento, Tomoyo se acercó a donde estaba su amigo, y aprovechando que seguía en un estado de somnolencia, le dijo:
            -Rika-chan me ha comentado sobre una tienda que se encuentra cerca de la escuela, y por lo que me ha dicho que venden ahí, me gustaría ir a dar una vuelta. ¿Vienes con nosotras? –le preguntó Tomoyo en un susurro algo apurado, pero no se espero a escuchar el “no” definitivo de Syaoran, por lo que lo tomó de la muñeca, y lo arrastró fuera del salón. Ahora, no podía negarse, ya que de alguna forma u otra, estaba siendo obligado a ir: si no quería sacar la bipolaridad de su amiga, el único remedio que le quedaba, era seguirla en silencio. Y la mera verdad era que, ni él mismo tenía ganas de responder. Parecía como si el sueño quisiera apoderarse de él nuevamente.

            -Es aquí –les dijo Rika, cuando se hubieron detenido frente a la hermosa tienda que le había dicho Tomoyo a Syaoran. Ahora el niño estaba completamente despierto, y el encontrarse en semejante situación no le hacía ninguna gracia. Las chicas entraron rápidamente a la tienda, mientras él pensaba en escaparse sin ser visto. Pero la rápida mano de Tomoyo lo había tomado por la muñeca, y jalado al interior del lugar. Por lo que ahora, Syaoran se encontraba tratando de pasar desapercibido, fingiendo que no veía nada, mientras seguía a  Tomoyo, quien se dedicaba a recorrer todo el lugar.
            -¿Se puede saber qué es lo que estabas buscando? –le dijo Syaoran, cuando se cansó de fingir que era parte de la decoración del papel tapiz-. Me gustaría que te dieras un poco de prisa, quiero irme ya.
            -En ese caso, tendrás que ayudarme a buscar lo que necesito conseguir. Se trata de broches para la ropa. Ocupo por lo menos unos cinco, más o menos de este largo –le indicó una medida con sus dedos pulgar e índice-, de color blanco, y unas cuantas flores del mismo color, y de este tamaño…
            -¿Y se puede saber para qué son? –dijo Syaoran, debatiéndose entre sí prefería volver a esconderse, o si eran más sus ganas por irse ya de ahí.
            -Te estoy confeccionando un nuevo cosplay. Es una serie que acabo de terminar de ver, y que me fascinaría verte puesto… ¡oh! Creo que los he encontrado –Tomoyo y Rika se habían acercado a una mesa en la que estaban colocados diferentes diseños de prendedores para la ropa.
            -Son muy lindos –le dijo Rika, quien tomó uno que simbolizaba un pequeño sable.

            -Kero, desgraciadamente hay presencia femenina en la casa, por lo que no podrás bajar –le dijo Syaoran a la mota amarilla, quien se encontraba demasiado ocupado jugando videojuegos como para prestarle atención.
            -Solo termino de vencer a Xenmas y te escucho, espera… -Kero parecía que se lo tragaba la pantalla. Syaoran, al ver cómo era ignorado, se acercó a la consola del PS2, y la apagó.
            -¡¿Qué te pasa?! –se escuchó el ruido de Kero-. ¡Era el villano final! ¡No me aventé todo el Kingdom Hearts 2 en sesiones maratónicas para que me apagaras la consola cuando estaba por terminar! ¡Y ya tenía la Última Weapon! ¡La Última Weapon! ¡¿Sabes qué es eso!?
            -La verdad no, y ni me interesa. Solo te quería decir que Tomoyo y una de sus amigas están aquí, se llama Rika o algo así... Bueno, como si me importara, solo no bajes.
            Y Syaoran salió de la habitación, dejando a Kero solo, llorando la pérdida de su juego perfecto.

            El pobre chico se sentía como si estuviera viendo a dos niñas de 5 años jugar a la comidita delante de él, y aunque no quisiera, sentía que se le revolvía el estómago al observarlas mirarse y sonreírse la una a la otra, mientras se ayudaban a servir el té en las tazas, y ponían un poco del pastel que el padre de Syaoran había guardado en el refrigerador la noche anterior.
            Mientras Syaoran se devoraba el pastel, Tomoyo observaba los broches que acababa de comprar, y se ponía a examinarlos por todos lados. A Syaoran no se le escapó que seguramente lo estaba imaginando a él con un cosplay más, y un escalofrío le recorrió toda la espalda. Mientras se servía un poco más de té, Rika se puso su broche en la parte delantera del uniforme, y de repente, se quedó callada, cosa que ni a Tomoyo ni a Syaoran les pasó desapercibido.
            -Oye, ¿se encuentra bien tu amiga? –le preguntó Syaoran a Tomoyo. Pero en ese momento, el broche que Rika llevaba en el pecho, se empezó a iluminar, y extrañamente, también a crecer. Ahora, lo que Rika sostenía en las manos, era una espada, con la que no perdió tiempo para tratar de herir a Tomoyo, a lo que Syaoran se dio prisa para quitarla de ahí.
            El blanco de Rika parecía ser Syaoran. La niña lo siguió a lo largo de toda la sala, y cuando Syaoran corrió hacia el pasillo, lo siguió aventando la espada contra él, la cual se terminó clavando en la pared, justo en el punto en donde hasta hacía unos segundos, se encontraba la mano de Syaoran, quien ahora corría a toda velocidad hacia la puerta principal, para salir de ahí.
            -¡Esto es la presencia de una Carta Clow! –se escuchó el ruido de Kero, quien bajaba la escalera volando a toda la velocidad que era capaz. Se detuvo frente a Tomoyo, quien se encontraba observando toda la situación, desde la puerta de la entrada-. ¡Espera un momento, también puedo oler pastel! ¡¿No irás a decirme que se lo comieron todo sin mí?!
            -Eso lo puedes dejar para después, ahora debes de ir con Syaoran.
            -¡¿Qué pasa contigo?! ¿Eres una especie de niña loca o algo así? –se escuchó la voz de Syaoran desde la calle. Kero se apuró a salir a ver qué pasaba, y se detuvo cuando vio a Rika, y la espada que sujetaba fuertemente.
            -¡Se trata de la Carta Espada! –le gritó Kero a Syaoran, quien acaba de caer al piso, para esquivar un golpe más que Rika había dado en su contra-. Al ser poseída por la Carta de la Espada, se ha convertido en una experta, por lo que no tendrá caso alguno si la llamas. Lo que debes de hacer ahora es detenerla; debes de quitarle la espada de la mano.
            Un movimiento más de Rika en contra de Syaoran, hizo que él tuviera que rodar por el asfalto de la calle. Ahora que se encontraba a una distancia más o menos prudente, Syaoran se apuró a sacar la llave que se encontraba dentro de su bolsillo, y a transformarla en su báculo mágico.
            -Llave que guardas los poderes de la oscuridad, muestra tu verdadera forma ante Syaoran, quien aceptó la misión contigo, ¡libérate! –la llave se había transformado en el báculo mágico, y ahora que tenía libertad de usar magia, tomó una de las Cartas Clow que llevaba en el bolsillo-. ¡Salto! –gritó para ponerse a cubierto, y quitarse de ahí, mientras le gritaba a Kero-. Por más que quiera quitarle la Espada, será algo difícil, tomando en cuenta que es una de las amigas de Tomoyo-chan, y se volvería loca si la lastimo. ¡¿Alguna vez Tomoyo-chan te ha pegado?! ¡No reaccionas en varios minutos!
            Pero Rika había vuelto a atacar a Syaoran, aprovechando que se encontraba distraído, estaba a punto de atestarle un golpe, cuando la espada de alguien más se puso en el camino: Sakura acababa de llegar.
            -Creo que va siendo hora de que alguien ponga un poco de orden aquí. Y por supuesto, esa persona soy yo.
            -¡No puedes lastimarla! –se escuchó el grito de Tomoyo-. Rika-chan es amiga mía, si le pasa algo no te lo perdonaré.
            Sakura se quedó de pie donde estaba. Lo que Tomoyo le había dicho parecía tener un poco de razón, pero interfería en lo que ella estaba planeando hacer. En ese momento, Syaoran la tomó de la muñeca, y usando la magia de la Carta Salto, se la llevó lejos de ahí, ya que Rika se había acercado nuevamente a ellos, y amenazaba con cortarlos en dos. Pero no se había apurado lo suficiente: la espada que Rika sostenía entre las manos había rozado la mano de Sakura, y le había ocasionado un ligero corte.
            -¡Auch! -dijo la niña, mientras ella y Syaoran se encontraban ahora a cubierto, apoyados en lo alto de una barda.
            -Espera aquí… -dijo Syaoran, y se apuró a regresar hacia donde Rika estaba.   
            -Espero y tenga preparado algo bueno –dijo Sakura, mientras se sujetaba la mano, y la sangre empezaba a surgir a través de la herida.
            -Yo también lo espero –respondió Kero -, aunque como se trata de Syaoran, igual podemos esperar una estupidez de su parte.
            Pero Syaoran se encontraba ya frente a Rika y su espada. Delante de él, en la mano que no sostenía el báculo mágico, Syaoran tenía una Carta Clow.
            -Carta Clow, ahora date prisa, y muéstrame los verdaderos sentimientos de esta persona, ¡Ilusión!
            Frente a Rika, se dibujó lo que era el contorno de una persona. Syaoran no hubiera podido decir quién era, ya que al no ser Rika, no podía ver nada más que no fuera el contorno de esa figura alta y delgada.
            -Hazlo ahora –le dijo Sakura, y Syaoran se apresuró a llegar por detrás de Rika, y darle un golpe en la mano, con lo que la espada se desprendió de sus dedos. Rika cayó al suelo, el reflejo de la Carta Ilusión de desvaneció al instante, y la espada se elevó, como si buscara escapar, o buscar una nueva víctima.
            -Regresa a la humilde forma que mereces, ¡Carta Clow! –dijo Syaoran, y mientras sostenía a Rika para que su cabeza no golpeara el pavimento, la Espada fue absorbida por el báculo mágico, y quedó sellada en su forma de Carta.
           -Supongo que has tenido suerte, al ser la Espada una de las Cartas más dóciles de toda la baraja –dijo Sakura al acercarse.
            -Desgraciadamente ella tiene razón –le dijo Kero, y el y Tomoyo se acercaron también.
            -¡Y te digo que eres una cosita linda! –Sakura había aprovechado, y ahora se encontraba abrazando a Kero con todas sus fuerzas. Pero en ese momento…
           -Se escuchan pasos; alguien se acerca –les dijo Tomoyo, con lo que Kero aprovechó para zafarse de los brazos de Sakura, y volar en dirección a la ventana del cuarto de Syaoran, para entrar y esconderse.
            -¡Buenas tardes! –se escuchó la voz de Yukito-. Vengo a regresarle a Touya-kun un disco que me ha prestado… ¿Qué ha pasado? –preguntó al ver a Syaoran, Tomoyo y Sakura, reunidos alrededor de la dormida Rika. En ese momento, la mirada de Yukito se posó en la mano de Sakura, que tenía la herida provocada por el ataque de la espada-. ¿Te encuentras bien? –le preguntó Yukito al tomar su mano entre las suyas.
            -Claro que sí, adorable princesa del bosque –le respondió Sakura. Retiró su mano, casi con dulzura, se puso de pie lo más rápido que fue capaz, y se echó a correr a toda velocidad, sin mirar atrás.
             Todos se quedaron perplejos mientras la veían alejarse.

            Al día siguiente, Rika se encontraba estudiando en la biblioteca de la escuela. Tomoyo había ido a ver como estaba, y a cerciorarse de que no recordara nada de lo ocurrido la tarde anterior, mientras que Syaoran la seguía en silencio.
            -Siento mucho haberme quedado dormida en tu casa, Syaoran-kun –le dijo Rika-. Aunque es extraño, ya que no puedo recordar nada de lo que pasó después de que me puse el broche.
            -Syaoran-kun siente mucho que se haya perdido tu broche –le dijo Tomoyo-, es por eso que me pidió que lo acompañara a comprarte uno nuevo.
            -Lo siento –le dijo él, aunque sabía que la verdad era completamente diferente: no había vuelto a poner un pie en esa tienda, y había sido Tomoyo la que había ido de nueva cuenta a buscar un nuevo broche.
            -Muchas gracias –le sonrió Rika, y guardó el broche con sumo cuidado en la mochila, mientras Syaoran miraba por la ventana, tratando de hacer oídos sordos, para no sonrojarse.

            -¿Así que ayer que fuiste a mi casa, esa niña estaba ahí? –le preguntó Touya a Yukito, mientras observaba la escuela de su hermano, desde lo alto de la rama de un árbol. Yukito se encontraba sentada bajo él, con un libro abierto sobre las piernas.
            -Tu manera de ahuyentar a todas las niñas que se acercan a tu hermano, me resulta un poco graciosa, pero predecible de entender.
            -Soy el único que tiene derecho a molestarlo, y de una forma u otra, ella se cree superior a él. Aunque sea una niña, no me da muy buena espina.
            -El complejo de cariño hacia tu hermano es algo que te da un toque encantador –le dijo Yukito mientras sonreía, y marcaba la página de su libro, para no perder el punto en el que iba en su lectura.
            -No tienes que decirme cosas tan embarazosas –se defendió el.
            -Y a todo esto, ¿no crees que Syaoran se está retrasando un poco? -y Yukito cerró su libro lentamente.
            -Dijo que tenía que entregarte algo, pero no me preguntes qué es, además ya sabes que él nunca ha tenido un buen sentido del tiem… ¿Qué es esto?
            De la manga de Touya se había pegado lo que parecía ser un pergamino viejo, el cual empezó a arder casi al instante en que entró en contacto con el uniforme de Touya. Cuando el joven pudo apagarlo, cosa que le tomo no más de dos segundos, miró hacia donde había venido el papel, y miró a Sakura, quien lo observaba desde el lado de la primaria, con una enorme sonrisa.

            -¿Se puede sabe porque hay tanta gente aquí? –preguntó Syaoran a la defensiva. Acaba de llegar a reunirse con Yukito, pero en el lugar también se encontraban su hermano y Sakura.
            -¡Hola, Syaoran-kun! –le sonrió Yukito a Syaoran, y se puso de pie.
            -Hola Yukito-chan –dijo mientras reaccionaba de la conmoción que le acababa de dar-. Solo quería agradecerte por habernos ayudado a meter a Rika ayer a la casa. Esto es para ti –y le extendió una bolsa rosa, que Yukito tomó alegremente.
            -¡Muchísimas gracias! –dijo Yukito con una enorme sonrisa-. Me encantan los chocolates –dijo cuando abrió la bolsa. Pero en ese momento, Sakura interrumpió el momento que Syaoran había logrado conseguir, poniéndose entre él y Yukito, y extendiéndole a ella una caja de chocolates… aún más grande-. ¿Me puedo quedar con ellos? –le preguntó Yukito a Sakura, quien respondió con una enorme sonrisa.
            -Muchísimas gracias por aceptarlos, hermosa princesa del bosque –dijo Sakura antes de partir, corriendo de vuelta a la escuela.
            -¿Syaoran-kun? –se escuchó la voz de Tomoyo, quien acababa de llegar al lugar. Aprovechando que Yukito le daba de probar a Touya los chocolates, se acercó y le dijo a Syaoran en el oído-. Quizá ayer no pude filmar tu heroica hazaña, pero te he grabado esta vez, mientras le entregabas su regalo a la linda Yukito-chan. Pero... Por algún extraño motivo, a Sakura-san también le simpatiza Yukito-chan.
            -¡¿Qué?! -gritó Syaoran, mientras Tomoyo sonreía al ver su efecto logrado.
-¿Será que es tu rival en la captura de las Cartas Clow, además de en el amor?
Syaoran se apuró a mirar el punto en que Sakura había desaparecido, al darle la vuelta al edificio para entrar a la escuela. Y después, torciéndose el cuello por la rapidez de su movimiento, miró a Yukito, quién metía chocolates, uno tras otro, en la boca de Touya.
Ya tenía suficiente con competir contra su hermano... ¿Ahora tendría que pelear contra esa rara niña también?


Este es el cosplay que Sakura usó en el capítulo anterior. No quería arruinar la sorpresa poniéndolo antes de que Tomoyo la "descubriera", así que es por eso que lo pongo apenas en este. =)



15 de mayo de 2011

Syaoran Card Captor: Capítulo 8

Capítulo 8
La rival de Syaoran

La noche estaba levemente estrellada, y la torre de Tokio brillaba nuevamente. Las luces que se encontraban sobre ella la hacían resplandecer bellamente, haciendo un misterioso contraste con la oscuridad parpadeante del cielo nocturno. Syaoran se encontraba de nuevo, de pie en la azotea de un edificio algo cercano a la torre, observándola fijamente, casi sin parpadear.
            -Ya había tenido este sueño antes…
            Pero esta vez, era algo diferente…
            Nuevamente Kero se encontraba a su lado, colocado junto a su cabeza, y mirando igualmente la torre. Las Cartas Clow flotaban delante de él, y su ropa volvía a ser aquél traje negro, con bordes blancos, las mangas largas y la larga capa roja, con el símbolo en la espalda. Y sin embargo, esta vez, había alguien más…
            Se trataba de una chica. Era una muchacha más o menos de la misma edad de Syaoran. Hablaba apresuradamente, como si quisiera que él entendiera algo importante. Así como Syaoran y Kero, no dejaba de ver la torre de Tokio. Tenía los ojos de un hermoso color verde esmeralda, y su cabello, a pesar de ser tan corto, revoloteaba a causa de la brisa de aquella noche. Vestía lo que parecía ser un uniforme escolar verde, con una pequeña corbata roja… Además de que extrañamente traía una espada en mano, la cual sujetaba con mucha fuerza.
            -¿Quién es… ella? –se preguntó Syaoran.
            Había saltado. Igual que en los sueños que Syaoran había tenido antes, solo que esta vez en lugar de que él fuera el que saltara, era la pequeña niña la que se acercaba a la torre de Tokio, brincando de techo en techo. Y la luna seguía igual de hermosa, las luces de la torre la iluminaban tenuemente, las estrellas fueron apagándose…

            Había abierto los ojos repentinamente. Syaoran se encontraba en su habitación, que era iluminada por los rayos del sol que se colaban por su ventana. Se incorporó lentamente. Kero se encontraba junto a su almohada, aún dormido. Miró a la pared de enfrente, con expresión crispada, tratando de recordar el sueño que acababa de tener.
            -Fue un sueño tan extraño… -se dijo a sí mismo después de un par de minutos de recordar las escenas vistas.
            -¿Qué fue lo que soñaste? –le preguntó la soñolienta voz de Kero, quien se acababa de levantar, y se frotaba los ojos con una pata.
            -¡¿Qué?! ¿Cuándo te levantaste? –preguntó algo asustado, y dándole un manotazo, que lo empujó hasta el otro lado de la habitación.
            -¡Deja de decir tonterías y cuéntame! –le reclamo Kero cuando se hubo separado de la pared, ya que hasta ahí lo empujo el golpe de Syaoran.
            -Bueno, bueno –se defendió y empezó a contar-. Es una noche como cualquier otra. Tú y yo estamos de pie, observando la torre de Tokio. Pero también hay una chica, que usa un uniforme escolar color verde, además de que traía una espada.
            -¿Dijiste una espada?
            En ese momento, tocaron a la puerta, por lo que Kero se quedó inmóvil, y se dejó caer en la cama, como si fuera un simple muñeco de felpa. Syaoran dijo un leve “pase” mientras veía a Kero caer a la cama. La puerta se abrió cuando la cabeza de Kero rebotó en las cobijas, y entró el hermano de Syaoran, Touya.
            -¿Qué no se supone que estabas gritando? –preguntó mientras miraba alrededor-. Me pareció haber escuchado tus gritos desafinados.
            -¡No tiene porque interesarte mi manera de gritar! –le dijo Syaoran, y le aventó su almohada, con lo que su hermano tuvo que cerrar la puerta para esquivarla. Un par de segundos después,  la puerta volvió a abrirse.
            -¿Y ahora qué rayos se supone que quieres? –le grito Syaoran con odio.
            -Tu desayuno está listo, pero si no te apuras, le pondré laxante al jugo…
           Touya se quedó callado de repente. Tenía la mirada fija en Kero, quien aún fingía ser un simple muñeco. Kero podía sentirlo, esa mirada penetrante, como Touya lo fulminaba, casi sin parpadear…
        -¿Sabes? -preguntó Touya en un susurro-. Siempre me he preguntado porque tienes un peluche tan... "de niña" en tu habitación.
      Syaoran se apuró a tomar otra almohada, dispuesto a aventarla, pero Touya solo le dirigió una mueca burlona, y cerró nuevamente la puerta, lo más lento que pudo. Segundos después, sus pisadas se empezaron a escuchar, cada vez más lejos, hasta que se oyó como bajaba las escaleras.

            -¿Syaoran? –le dijo Kero lentamente, cuando volvió a moverse, y mientras Syaoran se desperezaba-. ¿Podemos seguir hablando sobre tu sueño? Tengo que decirte algo sobre el.
            -¿Qué pasa? –preguntó el mientras se acercaba al armario, quitándose el pijama.
            -Bueno, tu sabes que tienes la habilidad de crear un poco de magia, así que lo más probable es que ese sueño, sea una especie de predicción. Quiero decir, es muy posible que quizás muy pronto te topes con esa niña que dices haber visto.
            Syaoran se detuvo, traía el uniforme a medio poner. Miró a Kero y parpadeó un par de veces, confundido.


            -¡Por si no te has dado cuenta, se te está haciendo tarde! –le gritó Touya a Syaoran desde la puerta. Syaoran se encontraba terminándose el desayuno a toda velocidad. Mientras corría por el pasillo hacia la puerta de la casa, terminaba de meterse a la boca un trozo de pan. Tomó la patineta que estaba apoyada contra la pared, y salió de la casa, dando un brinco, poniéndose sobre ella, y tratando de ir lo más rápido posible, para alcanzar a su hermano, que se había marchado ya sobre su bicicleta.
            -¡Porque no esperas, idiota! –le gritó al alcanzarlo, y a punto de caerse, porque una piedrita se le había cruzado en el camino.
            -No tengo porque esperarte si te tardas las horas en bajar a desayunar. Sobre todo porque también te tardas años en almorzar. Deberías de comer un poco menos o nos dejarás con el refrigerador vacío…
            Syaoran estaba a punto de responderle con una majadería, cuando se escuchó el grito de su hermano:
            -¡Yuki-chan!
            Syaoran miró al frente. Ahí se encontraba Yukito, esperándolos en el lugar de siempre.
            -¡Buenos días! –los saludó de manera radiante, con una gran sonrisa en su rostro. A Syaoran se le aceleró levemente el corazón.
            Ahora se encontraban los tres de camino a la escuela, mientras platicaban sobre cosas que ponían en vergüenza a Syaoran, ya que Touya se había encargado de contarle a Yukito acerca de los gritos que salían de la habitación de su hermano menor esa mañana, debió a su sueño.
            -Es solo que fue un sueño extraño –se defendió Syaoran.
            -¿Sabías que hay sueños que predicen el futuro? –le dijo Yukito con aire soñador. Syaoran se le quedó viendo de manera sorprendida: Kero le había dicho exactamente lo mismo.


            Un par de minutos después, Tomoyo había sorprendido a Syaoran mirando de manera embelesada a Yukito, quien se alejaba rumbo a su escuela, con Touya tomado de su mano. Tomoyo contuvo una risita, pues Syaoran apretaba inconcientemente los puños. Se entretuvo viéndolo un rato más, y luego le tocó levemente el hombro, haciendo que el niño se sobresaltarase. Tomoyo le dirigió un enérgico "buenos días" y Syaoran respondió lo mismo, pero en un leve susurro. y después, los dos emprendieron el camino hacia el salón de clases. Se encontraban poniendo las mochilas en los mesabancos, cuando sonó la campana. El resto de los alumnos que se encontraban en el pasillo entraron rápidamente al salón de clases, y así como Tomoyo y Syaoran, se sentaron en sus respectivos lugares. Y detrás de ellos, entró el profesor Terada.
             El profesor se dirigió directamente a su mesa, sacó sus papeles de su portafolio, y empezó a pasar lista. El grupo no era muy numeroso (unos 30 alumnos, si mucho) y como todos contestaban inmediatamente al escuchar su apellido, terminó de pasar lista rápidamente.
            -Me da mucho gusto que nadie haya faltado hoy –dijo mientras guardaba los papeles-. Así no se preguntarán mañana quién es ella.... Bueno, hoy les presentaré a una nueva alumna que se incorporará a nuestro grupo a partir de hoy. Anda, entra.
            -Es muy raro que en estas fechas se transfiera a un alumno, ¿no crees? –le pregunto Tomoyo a Syaoran, quien se limitó a encogerse de hombros, y mirar al frente, aunque le importaba casi nada que hubiera una chica nueva.
            La niña entró en ese momento al salón, con paso firme, pero no rápido, y como Syaoran notó, los puños fuertemente apretados. Se preguntó si no se estaría muriendo de vergüenza. La niña vestía lo que parecía ser el uniforme de su escuela anterior. Se trataba de una blusa blanca, con un pequeño lazo rojo en el cuello, a modo de moño de gala, además de una falda verde. Syaoran miró de reojo a Tomoyo, quien contenía una risita. El niño frunció el entrecejo, confundido por la actitud de su amiga, y volvió a mirar hacia el frente. Y en eso se dio cuenta de que la nueva alumna lo miraba fijamente. No, seguramente estaba mirando a Tomoyo, es decir, se sentaba junto a él... Si, seguramente miraba a Tomoyo. Aunque esos ojos, esa mirada... Su forma de pararse de dividía entre lo tímido y atrevido. Lo miraba con la cabeza algo agachada, pero también con lo que parecía ser algo de superioridad. Sus puños seguían cerrados, y Syaoran pudo ver que se apretaban un poco más. Por algún extraño motivo, esto hizo que a Syaoran le recorriera un escalofrío por todo el cuerpo, mientras que Tomoyo susurraba cosas que parecían divertirla solo a ella. Pero todo eso fue interrumpido cuando el profesor termino de escribir el nombre de la chica en el pizarrón.
            -Ella se llama Li Sakura, y viene de Hong Kong. Espero que todos sean muy buenos con ella, y la auxilien si tiene problemas con alguna materia, o con el idioma... Bueno, supongo que ahora te debo de buscar un lugar… estarás bien detrás de Kinomoto. ¿Ves? Ahí hay un lugar vacío, pasa y siéntate.
            La chica, llamada Sakura caminó entre los bancos sin mirar ni hablar con nadie. Se dirigió directamente a la silla que estaba vacía, pero se detuvo frente a Syaoran. Lo miró durante un segundo, y después, de dedicó una radiante sonrisa, con lo que hizo que Syaoran se quedara más confundido de lo que ya estaba.
            Al final, Sakura se sentó en su asiento, mientras se apoyaba en el escritorio, y miraba la nuca de Syaoran, quien sentía su mirada clavada en él. Un nuevo escalofrío lo recorrió, erizandole el cabello de la nuca, donde estaba cien por ciento seguro que la chica, Sakura, tenía la vista clavada.

            El timbre del receso acababa de sonar, y Syaoran se encontraba bajando las escaleras, escapando de Tomoyo, quien lo había advertido de que se pondría a tomarle medidas para un nuevo traje, diciendo que "últimamente has crecido mucho". Estaba decidiendo si esconderse en los baños de los niños o en algún salón vació a comer el almuerzo, cuando sintió la mano de alguien en su hombro, y la voz de una chica, que le decía: Necesitamos hablar. Durante un momento pensó que se trataba de Tomoyo, pero el tacto, y el tono de voz lo confundieron totalmente. Lentamente se dio la vuelta (estaba pensando seriamente en echar a correr) cuando vio a la nueva alumna.
            Ahora Syaoran y Sakura, se encontraban atrás de uno de los edificios de la escuela, junto a la reja que separaba la primaria de la preparatoria. Se encontraban el uno frente al otro, a una distancia algo prudente. Syaoran la miraba receloso, pero Sakura parecía que no notaba su presencia, siendo ella misma la que había arrastrado al chico hasta ahí.
            -Las cuatro direcciones de los poderes sagrados… -susurró Sakura, mientras que en sus manos sostenía lo que parecía un tablero de algún juego de mesa. Syaoran permanecía en silencio, con los brazos cruzados, preguntándose qué demonios pasaba ahí, ya que ante sus ojos, aquel tablero parecía de Monopoly-. Dioses de los rayos y de las tormentas eléctricas, muéstrame con tu rayo de luz al ser valiente que ha aceptado la misión.
            Del tablero que se encontraba en sus manos empezaron a surgir pequeños destellos de luz, que parecían formar letras. De ahí, se formaron dos pequeñas esferas, que corrieron por todo el tablero, pero terminaron juntándose en un punto, del cual surgió un rayo de luz, y apuntó hacia el pecho de Syaoran. En ese momento, Sakura dio un paso atrás, y grito:
            -¡Lo sabía! ¡Tú tienes las Cartas Clow!
            -¡¿Cómo sabes eso?! –Syaoran gritó alarmado. ¿Cómo podía ella saber sobre la existencia de las Cartas Clow?
            -No puedes engañarme –le dijo ella con una sonrisa, mientras se guardaba el tablero en la mochila-. Este tablero fue diseñado especialmente para buscar las Cartas Clow. Ahora, sé un niño bueno, y dámelas.
            -¿De qué se supone que me estás hablando? –preguntó Syaoran tratando de fingir demencia.
            -Pues de las Cartas Clow, tontito –le dijo ella tratando de reprimir una risita.
            -Me temo que tengo que decirte que eso es imposible. He hecho un trato con Kerverus, y no lo puedo romper hasta no reunirlas todas.
            -¿Kerverus? –repitió ella, dando un paso adelante, y haciendo que Syaoran retrocediera-. La bestia que protege el sello… Si el está presente, no entiendo porque alguien como…. tú tiene en su poder las Cartas Clow.
            A Syaoran no se le escapó el tono de superioridad cuando Sakura dijo “tú”, así como la mirada que le había dirigido. En definitiva, esa niña no le agradaba para nada.
            -En este momento es un simple muñeco que no puede hacer nada por su cuenta. Necesita de alguien más capacitado para hacerse cargo de la situación –dijo tratando de darse importancia, como si él en verdad fuera esa persona "más capacitada", y tratando de recuperar el terreno perdido. Ahora era él, el que había dado un paso adelante.
            -El símbolo de Kerverus es el sol, por lo que ocupas las Cartas del Fuego y de la Tierra… Me imagino que aún no las tienes, ¿verdad? Me pregunto desde cuando comenzaste a buscarlas…
            -Ya va para dos meses…
            -¿Dos meses? –se extrañó Sakura, acercándose más a su rostro. Esta vez Syaoran no pudo reaccionar para quitarse-. ¡Y aún no las has reunido todas!
            -¡Oye, si tienes algo que reclamarme, hazlo en mi cara!
            -Te lo estoy diciendo en la cara por si no te has dado cuenta –Sakura se balanceaba en las puntas y en los talones de los pies, mientras sonreía al ver el coraje que iba apoderándose de Syaoran.
            -Espera un momento… -Syaoran trató de cambiar de tema para ponerse a salvo-. ¿Tú como sabes de las Cartas Clow?
            -Información clasificada –le respondió con una sonrisa, y girando sobre sí misma, se volvió a colocar frente a él-. No te preocupes, yo buscaré las que hagan falta, ahora puedes dármelas -Y extendió la mano, con la palma hacia arriba. Syaoran retrocedió de un brinco.
            -¡Ni idiota que estuviera!
            -Cada quien está como quiere –Syaoran estaba que echaba chispas. Esa había sido la gota que había derramado el vaso.
            Syaoran se había hartado de la prepotencia con la que Sakura le hablaba, así que la había sujetado de las muñecas, para decirle unas cuantas cosas. Pero en ese momento, Tomoyo acababa de pasar por ahí, y los había visto.
            -¡Syaoran! –gritó al ver lo que su amigo hacía.
            Pero no era la única que había visto la situación. De lo alto de la reja que dividía la primaria de la preparatoria, había brincado alguien…
            -¡Oye, mocoso idiota! ¿Qué se supone que le haces a ella?
            Syaoran soltó inmediatamente a Sakura, al ver que su hermano lo miraba con una expresión muy cercana al odio. Se retiro lo más que pudo de ella, mientras tomaba una actitud a la defensiva, y Sakura se pegaba a la reja, como tratando de pasar desapercibida. Tomoyo se acercó a ella, y la ayudó a sentarse, ya que parecía que las piernas apenas la podían sostener.
            -No te preocupes, me encuentro bien –le dijo a Tomoyo-, los que me preocupan son ellos dos –y miró a Syaoran y a Touya.
            -Eso no tiene importancia –le explicó Tomoyo-. Son hermanos, esta clase de peleas sin sentido no pasan a mayores y ocurren todo el tiempo.
            Ambos chicos se encontraban en posición de pelea, con la mirada clavada en el otro. El entrecejo fruncido, los puños en alto... Pero esperaban impacientemente a que el otro hiciera un movimiento en falso, para empezar a pelearse. Sin embargo, todo seguía igual, hasta que…
            -¡Chicos! ¡Al fin los encuentro!
            Una segunda figura había brincado por encima de la reja que dividía las dos escuelas, y le había caído en los brazos a Touya, quien por poco perdía el equilibrio. Syaoran había perdido su concentración, y ahora se encontraba algo nervioso, después de ver como Yukito se levantaba de las piernas de su hermano, y sonreía a todos los presentes, mientras decía:
            -Les he traído panecillos.
            -¿Yu… Yuki-chan? –dijo Touya algo tímido, mientras se incorporaba, y Yukito se ponía a escoger los panes de la bolsa que llevaba en mano.
            -Eran los últimos que quedan en la tienda. Uno es de fresa, traigo dos de chocolate… ¿Ustedes también quieren? –preguntó de manera amable a Tomoyo y Sakura-. Traigo 5, creo que son exactos –mientras hablaba, contaba a todos apuntándolos con el dedo.
            En ese momento, Syaoran se acercó lentamente, fingiendo que nada pasaba, y tomó el panecillo que Yukito le ofrecía.
            -Toma, ¿quieres uno tú también? –le preguntó a Sakura. A la chica le empezaron a brillar los ojos, y tomó su panecillo con manos temblorosas.
            -Muchísimas gracias, adorable princesa del bosque –le dijo con una sonrisa, y se alejó corriendo de felicidad.
           -¿Qué demonios le pasa a esa niña rara? –dijo Syaoran, mientras todos miraban el punto por el cual ella acababa de irse.

           Syaoran y Tomoyo caminaban de la escuela con dirección a sus casas esa tarde. Mientras recorrían las calles de la ciudad, platicaban sobre la extraña chica que acababa de ser transferida ese día a la escuela: Sakura.
            -¿Le contarás a Kero-chan sobre esa chica? –le preguntó Tomoyo a Syaoran.
            -Supongo que es lo más indicado. Quizá el sepa de quien se trata, y porqué sabe sobre la existencia de las Cartas Clow…
            En ese momento, un gran trueno interrumpió a Syaoran. Unas enormes nubes grises se acercaban hacía donde estaban ellos. Syaoran y Tomoyo empezaron a correr para taparse de las gruesas gotas de lluvia que pronto empezarían a caer. Sin embargo, no cayó ninguna.
            Refugiados donde estaban, habían podido ver como un trueno más caía, y golpeaba una de las lámparas de la plaza donde estaban, con un rayo azul. En ese momento la lámpara se encendió, y el rayo que la había alcanzado, recorrió el resto de las lámparas que se encontraban en el lugar, iluminándolas todas. Recorrió el camino que se dirigía a una de las calles principales, y regresó a la enorme nube gris que seguía arriba de ellos. Los dos se miraron extrañados.

            -¡¿Se puede saber porque rayos no despiertas?! ¡¡¡Maldita bola de pelos!!! –el grito de Syaoran había hecho que Kero pegara un brinco, y del impulso, se golpeara contra la pared.
            Ahora, el y Kero se encontraban sentados en la alfombra de la habitación, un poco enfadados el uno con el otro, pero aún así, Kero escuchaba lo que Syaoran tenía que contarle.
            -¿Sakura Li? No puede tratarse de otra familia... El apellido Li, pese a ser común en China... Para poder explicarte, tengo que hablarte de mi dueño, Reed Clow -Kero se cruzó de brazos y adoptó una expresión de seria concentración-. El padre de Reed Clow era de Inglaterra, mientras que su madre era de China. Por eso muchos de sus conjuros reúnen magia de los dos lados, lo puedes comprobar al ver el símbolo mágico que se coloca cuando usas una Carta -y tomó una del montoncito que estaba entre el y Syaoran-. Estás usando la misma magia que usaba el Mago Clow. Tengo que explicarte… Mira, si sigues los pasos de la magia elemental, y no rompes ninguna regla, todo el mundo puede realizar magia. Pero, es muy difícil que las personas puedan crear magia usando conjuros nuevos. Y el Mago Clow era una de esas personas. Puedes darte una idea ahora de lo poderoso que es. Pero nos estamos desviando del tema. La madre de Clow se apellidaba Li, y esa es una familia de guerreros muy famosa en toda China.
            -¿Entonces esa mocosa podría ser un pariente del Mago Clow?
            -Es lo más probable.
            -Eso significa que debí de haberle entregado las cartas a ella.
            -Estas equivocado –le detuvo Kero-. Tu fuste el estúpido que abrió este Libro, y el idiota que me despertó, así que es toda tu responsabilidad regresar esas Cartas o te mato –le explico mientras ponía la carta de vuelta en el montoncito, y este regresaba al Libro Clow-. Te lo dije desde la primera vez, si es que no lo recuerdas. Además de que tienen grabado tu feo nombre, por si se te olvidaba.
            -Vale, vale, ya basta. Ya entendí –trato de defenderse Syaoran ante tantas acusaciones.
            -De una u otra forma, no sé como rayos te has convertido en mi dueño… -la mirada de Kero ahora se encontraba enfocada en otro punto, mientras trataba de fingir que no había dicho lo que había dicho. Pero no fue necesario que lo hiciera, ya que en ese momento, el celular de Syaoran empezó a sonar, y él se apuró a contestarlo.
            --Hola, Syaoran-kun –lo saludó Tomoyo desde el otro lado de la línea-. ¿Te puedo pedir un favor? ¿Serías tan amable de mirar el cielo?
            -¿El cielo? –repitió Syaoran mientras él y Kero se acercaban a la ventana-. Si, puedo verlo, aunque está pasando lo mismo que esta tarde.

            -Me imagino que esto también es un maldito cosplay, ¿no es así? –Syaoran esperaba que la respuesta fuera negativa, pero el pantalón negro, la camisa azul marino, la capa negra y la hombrera con forma de lobo le decían que no. Tenía la camisa de cuello alto, y atravesados por todo el cuerpo, un montón de cinturones, que parecían más adorno que cualquier otra cosa. Además de que traía lo que parecía ser una enorme espada (que más bien parecía un cuchillo de cocina gigante) el cabello era rubio, traía puestos unos oscuros lentes de sol (muy extraños para esa noche tormentosa) y extrañamente, una enorme motocicleta negra se encontraba de pie junto a el.
            -Hoy vienes de Cloud Strife, del Final Fantasy VII, deberías de sentirte orgulloso. No escatimé en gastos cuando mande a hacer esa espada, o a reconstruir esa motocicleta.
            -¡¿Te das cuenta de que soy menor de edad y no puedo conducir eso?!
            -En ese caso, supongo que tendremos que dejarla por aquí, escondida en algún lado para que nadie se la robe-Respondió Tomoyo, como quien no quiere la cosa.
            Estaban por ponerse a moverla, cuando un trueno cayó del cielo, y se impactó contra un edificio, encendiendo todas sus luces. Pero tan rápido como había entrado, salió de ahí, dirigiéndose a otro edificio más, y haciendo lo mismo con cada uno que tocaba, y nuevamente, se dirigía a su nube.
            -¡Se trata de la Carta Trueno! –gritó Kero mientras los tres no le quitaban los ojos de encima al extraño fenómeno.
            Syaoran no había perdido tiempo alguno, y había sacado la Carta del Vuelo, para acercarse al lugar donde había subido la Carta del Trueno. Kero iba a su lado, volando rápidamente, y Tomoyo filmaba su asenso con mirada maravillada.
            -Supongo que un Cloud Strife volador es mejor que uno en moto, aunque me hubiera gustado que al menos se subiera –dijo mientras tapaba la moto con ramas de los árboles cercanos, y se disponía a seguir a sus amigos.
            -Syaoran, me habías comentado que esa niña traía un tablero para encontrar las Cartas, ¿no es así?
            -Si, ¿por qué lo mencionas ahora?
            -Clow mencionó que había dejado ese tablero en casa de su madre. Lo más probable sea que ha pasado de generación en generación. Es posible que ella se haya dado cuenta de la presencia de la Carta y venga aquí a intentar atraparla. Es por eso que debemos de apresurarnos para capturarla antes que ella.
            -De acuerdo –respondió Syaoran-, supongo que lo intentaré.
            En ese momento, un trueno bajó de la nube, y amenazó con golpearlos a los dos. Syaoran lo esquivó, pero el trueno volvió a arremeter contra ellos, obligando a Syaoran a quitarse de nuevo. Después de evadirlo varias veces, el trueno regresó a la nube, y Syaoran pudo aterrizar en la azotea de un edificio.
            -¿Cómo podemos convertirlo en Carta? –le preguntó Syaoran a Kero.
            -Debemos obligarla a que recupere su forma original –respondió el-. ¡Cuidado, ahí viene de nuevo!
            -¡Salto! –gritó Syaoran mientras usaba la fuerza de la Carta Clow, y se quitaba de ahí junto con Kero, y brincaba de techo en techo.
            -¿Cuál se supone que es la verdadera figura de Trueno? –se preguntó Syaoran a sí mismo, cuando se hubieron detenido en lo que parecía ser el tejado de una iglesia.
            -¿No conoces la verdadera figura de esa Carta? –le preguntó una voz atrás de ellos, con un tono de sorpresa muy exagerado-. ¿No me irás a decir que tampoco sabes algo tan básico y elemental?
            -Es… ¡Es Li! –gritó Syaoran, quien por voltear tan rápidamente por poco se cae.
            Sakura vestía aun lo que era el uniforme con el que se había presentado esa mañana en la escuela de Syaoran. Solo había un cambio más que obvio, el hecho de que ahora cargaba una espada. La tomó entre sus manos, cerró los ojos, y dijo:
            -Muéstrame la verdadera identidad del Trueno –después de abrir los ojos, apuntó la espada hacia el trueno que se acercaba hacia donde ellos tres estaban, y dejo que un rayo de luz amarilla lo golpeara. Aprovechando que las dos luces se habían encontrado en el aire, y caído, Sakura se apuró a bajar de donde estaba, para acercarse al lugar.
            -¡Esto es lo que soñé! –dijo Syaoran, al ver la forma en que Sakura brincaba hacia abajo, igual que en el sueño que había tenido esa mañana. Pero no había tenido demasiado tiempo para pensar en ello, ya que Kero lo obligaba a que se moviera también, y un par de segundos después, se encontraba de pie junto a Sakura.
            Ahora, la Carta Trueno no era más un rayo azul. Se trataba de una especie de lobo metálico, con el pelaje puesto en picos, así como la peluca que Syaoran usaba. Era un lobo que gritaba y chillaba como si le doliera la transformación que acaba de sufrir, además de que parecía que estaba paralizado, ya que no se movía del lugar de donde había caído.
            -Después de convertir el trueno en una bestia, es como lo puedes atrapar –le explicó Sakura a Syaoran.
            -Ella está en lo correcto, Syaoran –le dijo Kero al niño-. Yo estaba a punto de decir lo mismo.
            -Y no seas ingenuo –Sakura agregó, mirándo a Syaoran de reojo-. Nunca podrás atrapar a Trueno si usas la Carta del Vuelo.
            -Pero…
            -Dime por favor que tienes a la Carta Sombra bajo tu poder.
            -Eh, si, pero…
            -Perfecto, con eso servirá. Ahora, debemos hacer que retroceda –y usando nuevamente su espada, invocó un conjuro más-: viento, muestra tus poderes ante esta bestia -ahora que la fuerza de la espada de Sakura había arrojado a Trueno fuera del techo, y por consiguiente, lejos de ellos, estaban listos para seguir-. Hazlo ahora –le dijo a Syaoran.
            Syaoran alzó el báculo mágico, y convocó a la Carta Sombra, la cual se elevó como una especie de mancha oscura, y se apresuró a envolver al lobo azul, encerrándolo en una especie de burbuja negra.
            -Regresa a la humilde forma que mereces, ¡Carta Clow! –gritó Syaoran, con lo que se dibujó el contorno de una carta frente al báculo mágico, y la Carta del Trueno fue absorbida dentro de ella, quedando guardada en su forma de Carta.
            -Así que ese es el báculo que sella a las Cartas Clow –la voz de Sakura volvía a surgir detrás de Syaoran, quien había recogido la Carta del Trueno y de la Sombra del piso-. Es una lástima, que haya ido a caer en unas manos tan poco preparadas.
            -Supongo que suena algo injusto –dijo Kero, quien acababa de llegar-. Este mocoso apenas está reuniendo las cartas, es normal que no sepa nada comparado con un descendiente directo de Clow Reed.
            -¿Eh? ¿Y qué se supone que eres tú? –le preguntó Sakura a Kero, acercándose para verlo mejor, y estirando la mano para tocarlo.
            -Soy Kerverus –respondió la motita amarilla.
            -¿Estás hablando en serio? ¿La bestia que protege el sello de las Cartas, aquél con el poder del sol y ojos dorados, llamado Kerverus? ¡Eres más lindo de lo que esperaba! –gritó y no le dio tiempo a Kero de escapar, porque ahora lo tenía sujeto firmemente en un abrazo, del cual difícilmente se podría escapar-. ¡Eres una cosita preciosa!
            -¿Eh? Su… supongo que debo darte gracias –dijo Kero algo confundido, cuando Sakura finalmente lo soltó.
            -Aún así –dijo ella poniéndose seria de repente-. Me he dado cuenta de que tienes unos poderes aun muy débiles. Te costara trabajo hacerte con todas las Cartas. Había sentido la presencia de esta Carta Clow desde ayer por la noche. Es por eso que no he llegado todo el día a casa –dijo mientras tomaba la falda de su uniforme y suspiraba de manera cansada. Una explicación muy clara de porque no se había cambiado en todo el día-. Supongo que los veré en otra ocasión…
            Les dijo mientras se alejaba, y en ese momento, llegaba Tomoyo.
            -Syaoran-kun, debes de ayudarme a guardar esa motocicleta, o alguien podría llevar… ¿Te encuentras bien? –preguntó al ver la cara de confusión en su amigo-. ¿Ha pasado algo?
            Pero Syaoran permanecía en silencio, mientras apretaba las dos Cartas Clow que se encontraban en su mano, al punto de hacerlas tiras.