The Gringotts

Entra, desconocido, pero ten cuidado

con lo que le espera al pecado de la codicia,

porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,

deberán pagar en cambio mucho más,

así que si buscas por debajo de nuestro suelo

un tesoro que nunca fue tuyo,

ladrón, te hemos advertido, ten cuidado

de encontrar aquí algo más que un tesoro...


15 de mayo de 2011

Syaoran Card Captor: Capítulo 8

Capítulo 8
La rival de Syaoran

La noche estaba levemente estrellada, y la torre de Tokio brillaba nuevamente. Las luces que se encontraban sobre ella la hacían resplandecer bellamente, haciendo un misterioso contraste con la oscuridad parpadeante del cielo nocturno. Syaoran se encontraba de nuevo, de pie en la azotea de un edificio algo cercano a la torre, observándola fijamente, casi sin parpadear.
            -Ya había tenido este sueño antes…
            Pero esta vez, era algo diferente…
            Nuevamente Kero se encontraba a su lado, colocado junto a su cabeza, y mirando igualmente la torre. Las Cartas Clow flotaban delante de él, y su ropa volvía a ser aquél traje negro, con bordes blancos, las mangas largas y la larga capa roja, con el símbolo en la espalda. Y sin embargo, esta vez, había alguien más…
            Se trataba de una chica. Era una muchacha más o menos de la misma edad de Syaoran. Hablaba apresuradamente, como si quisiera que él entendiera algo importante. Así como Syaoran y Kero, no dejaba de ver la torre de Tokio. Tenía los ojos de un hermoso color verde esmeralda, y su cabello, a pesar de ser tan corto, revoloteaba a causa de la brisa de aquella noche. Vestía lo que parecía ser un uniforme escolar verde, con una pequeña corbata roja… Además de que extrañamente traía una espada en mano, la cual sujetaba con mucha fuerza.
            -¿Quién es… ella? –se preguntó Syaoran.
            Había saltado. Igual que en los sueños que Syaoran había tenido antes, solo que esta vez en lugar de que él fuera el que saltara, era la pequeña niña la que se acercaba a la torre de Tokio, brincando de techo en techo. Y la luna seguía igual de hermosa, las luces de la torre la iluminaban tenuemente, las estrellas fueron apagándose…

            Había abierto los ojos repentinamente. Syaoran se encontraba en su habitación, que era iluminada por los rayos del sol que se colaban por su ventana. Se incorporó lentamente. Kero se encontraba junto a su almohada, aún dormido. Miró a la pared de enfrente, con expresión crispada, tratando de recordar el sueño que acababa de tener.
            -Fue un sueño tan extraño… -se dijo a sí mismo después de un par de minutos de recordar las escenas vistas.
            -¿Qué fue lo que soñaste? –le preguntó la soñolienta voz de Kero, quien se acababa de levantar, y se frotaba los ojos con una pata.
            -¡¿Qué?! ¿Cuándo te levantaste? –preguntó algo asustado, y dándole un manotazo, que lo empujó hasta el otro lado de la habitación.
            -¡Deja de decir tonterías y cuéntame! –le reclamo Kero cuando se hubo separado de la pared, ya que hasta ahí lo empujo el golpe de Syaoran.
            -Bueno, bueno –se defendió y empezó a contar-. Es una noche como cualquier otra. Tú y yo estamos de pie, observando la torre de Tokio. Pero también hay una chica, que usa un uniforme escolar color verde, además de que traía una espada.
            -¿Dijiste una espada?
            En ese momento, tocaron a la puerta, por lo que Kero se quedó inmóvil, y se dejó caer en la cama, como si fuera un simple muñeco de felpa. Syaoran dijo un leve “pase” mientras veía a Kero caer a la cama. La puerta se abrió cuando la cabeza de Kero rebotó en las cobijas, y entró el hermano de Syaoran, Touya.
            -¿Qué no se supone que estabas gritando? –preguntó mientras miraba alrededor-. Me pareció haber escuchado tus gritos desafinados.
            -¡No tiene porque interesarte mi manera de gritar! –le dijo Syaoran, y le aventó su almohada, con lo que su hermano tuvo que cerrar la puerta para esquivarla. Un par de segundos después,  la puerta volvió a abrirse.
            -¿Y ahora qué rayos se supone que quieres? –le grito Syaoran con odio.
            -Tu desayuno está listo, pero si no te apuras, le pondré laxante al jugo…
           Touya se quedó callado de repente. Tenía la mirada fija en Kero, quien aún fingía ser un simple muñeco. Kero podía sentirlo, esa mirada penetrante, como Touya lo fulminaba, casi sin parpadear…
        -¿Sabes? -preguntó Touya en un susurro-. Siempre me he preguntado porque tienes un peluche tan... "de niña" en tu habitación.
      Syaoran se apuró a tomar otra almohada, dispuesto a aventarla, pero Touya solo le dirigió una mueca burlona, y cerró nuevamente la puerta, lo más lento que pudo. Segundos después, sus pisadas se empezaron a escuchar, cada vez más lejos, hasta que se oyó como bajaba las escaleras.

            -¿Syaoran? –le dijo Kero lentamente, cuando volvió a moverse, y mientras Syaoran se desperezaba-. ¿Podemos seguir hablando sobre tu sueño? Tengo que decirte algo sobre el.
            -¿Qué pasa? –preguntó el mientras se acercaba al armario, quitándose el pijama.
            -Bueno, tu sabes que tienes la habilidad de crear un poco de magia, así que lo más probable es que ese sueño, sea una especie de predicción. Quiero decir, es muy posible que quizás muy pronto te topes con esa niña que dices haber visto.
            Syaoran se detuvo, traía el uniforme a medio poner. Miró a Kero y parpadeó un par de veces, confundido.


            -¡Por si no te has dado cuenta, se te está haciendo tarde! –le gritó Touya a Syaoran desde la puerta. Syaoran se encontraba terminándose el desayuno a toda velocidad. Mientras corría por el pasillo hacia la puerta de la casa, terminaba de meterse a la boca un trozo de pan. Tomó la patineta que estaba apoyada contra la pared, y salió de la casa, dando un brinco, poniéndose sobre ella, y tratando de ir lo más rápido posible, para alcanzar a su hermano, que se había marchado ya sobre su bicicleta.
            -¡Porque no esperas, idiota! –le gritó al alcanzarlo, y a punto de caerse, porque una piedrita se le había cruzado en el camino.
            -No tengo porque esperarte si te tardas las horas en bajar a desayunar. Sobre todo porque también te tardas años en almorzar. Deberías de comer un poco menos o nos dejarás con el refrigerador vacío…
            Syaoran estaba a punto de responderle con una majadería, cuando se escuchó el grito de su hermano:
            -¡Yuki-chan!
            Syaoran miró al frente. Ahí se encontraba Yukito, esperándolos en el lugar de siempre.
            -¡Buenos días! –los saludó de manera radiante, con una gran sonrisa en su rostro. A Syaoran se le aceleró levemente el corazón.
            Ahora se encontraban los tres de camino a la escuela, mientras platicaban sobre cosas que ponían en vergüenza a Syaoran, ya que Touya se había encargado de contarle a Yukito acerca de los gritos que salían de la habitación de su hermano menor esa mañana, debió a su sueño.
            -Es solo que fue un sueño extraño –se defendió Syaoran.
            -¿Sabías que hay sueños que predicen el futuro? –le dijo Yukito con aire soñador. Syaoran se le quedó viendo de manera sorprendida: Kero le había dicho exactamente lo mismo.


            Un par de minutos después, Tomoyo había sorprendido a Syaoran mirando de manera embelesada a Yukito, quien se alejaba rumbo a su escuela, con Touya tomado de su mano. Tomoyo contuvo una risita, pues Syaoran apretaba inconcientemente los puños. Se entretuvo viéndolo un rato más, y luego le tocó levemente el hombro, haciendo que el niño se sobresaltarase. Tomoyo le dirigió un enérgico "buenos días" y Syaoran respondió lo mismo, pero en un leve susurro. y después, los dos emprendieron el camino hacia el salón de clases. Se encontraban poniendo las mochilas en los mesabancos, cuando sonó la campana. El resto de los alumnos que se encontraban en el pasillo entraron rápidamente al salón de clases, y así como Tomoyo y Syaoran, se sentaron en sus respectivos lugares. Y detrás de ellos, entró el profesor Terada.
             El profesor se dirigió directamente a su mesa, sacó sus papeles de su portafolio, y empezó a pasar lista. El grupo no era muy numeroso (unos 30 alumnos, si mucho) y como todos contestaban inmediatamente al escuchar su apellido, terminó de pasar lista rápidamente.
            -Me da mucho gusto que nadie haya faltado hoy –dijo mientras guardaba los papeles-. Así no se preguntarán mañana quién es ella.... Bueno, hoy les presentaré a una nueva alumna que se incorporará a nuestro grupo a partir de hoy. Anda, entra.
            -Es muy raro que en estas fechas se transfiera a un alumno, ¿no crees? –le pregunto Tomoyo a Syaoran, quien se limitó a encogerse de hombros, y mirar al frente, aunque le importaba casi nada que hubiera una chica nueva.
            La niña entró en ese momento al salón, con paso firme, pero no rápido, y como Syaoran notó, los puños fuertemente apretados. Se preguntó si no se estaría muriendo de vergüenza. La niña vestía lo que parecía ser el uniforme de su escuela anterior. Se trataba de una blusa blanca, con un pequeño lazo rojo en el cuello, a modo de moño de gala, además de una falda verde. Syaoran miró de reojo a Tomoyo, quien contenía una risita. El niño frunció el entrecejo, confundido por la actitud de su amiga, y volvió a mirar hacia el frente. Y en eso se dio cuenta de que la nueva alumna lo miraba fijamente. No, seguramente estaba mirando a Tomoyo, es decir, se sentaba junto a él... Si, seguramente miraba a Tomoyo. Aunque esos ojos, esa mirada... Su forma de pararse de dividía entre lo tímido y atrevido. Lo miraba con la cabeza algo agachada, pero también con lo que parecía ser algo de superioridad. Sus puños seguían cerrados, y Syaoran pudo ver que se apretaban un poco más. Por algún extraño motivo, esto hizo que a Syaoran le recorriera un escalofrío por todo el cuerpo, mientras que Tomoyo susurraba cosas que parecían divertirla solo a ella. Pero todo eso fue interrumpido cuando el profesor termino de escribir el nombre de la chica en el pizarrón.
            -Ella se llama Li Sakura, y viene de Hong Kong. Espero que todos sean muy buenos con ella, y la auxilien si tiene problemas con alguna materia, o con el idioma... Bueno, supongo que ahora te debo de buscar un lugar… estarás bien detrás de Kinomoto. ¿Ves? Ahí hay un lugar vacío, pasa y siéntate.
            La chica, llamada Sakura caminó entre los bancos sin mirar ni hablar con nadie. Se dirigió directamente a la silla que estaba vacía, pero se detuvo frente a Syaoran. Lo miró durante un segundo, y después, de dedicó una radiante sonrisa, con lo que hizo que Syaoran se quedara más confundido de lo que ya estaba.
            Al final, Sakura se sentó en su asiento, mientras se apoyaba en el escritorio, y miraba la nuca de Syaoran, quien sentía su mirada clavada en él. Un nuevo escalofrío lo recorrió, erizandole el cabello de la nuca, donde estaba cien por ciento seguro que la chica, Sakura, tenía la vista clavada.

            El timbre del receso acababa de sonar, y Syaoran se encontraba bajando las escaleras, escapando de Tomoyo, quien lo había advertido de que se pondría a tomarle medidas para un nuevo traje, diciendo que "últimamente has crecido mucho". Estaba decidiendo si esconderse en los baños de los niños o en algún salón vació a comer el almuerzo, cuando sintió la mano de alguien en su hombro, y la voz de una chica, que le decía: Necesitamos hablar. Durante un momento pensó que se trataba de Tomoyo, pero el tacto, y el tono de voz lo confundieron totalmente. Lentamente se dio la vuelta (estaba pensando seriamente en echar a correr) cuando vio a la nueva alumna.
            Ahora Syaoran y Sakura, se encontraban atrás de uno de los edificios de la escuela, junto a la reja que separaba la primaria de la preparatoria. Se encontraban el uno frente al otro, a una distancia algo prudente. Syaoran la miraba receloso, pero Sakura parecía que no notaba su presencia, siendo ella misma la que había arrastrado al chico hasta ahí.
            -Las cuatro direcciones de los poderes sagrados… -susurró Sakura, mientras que en sus manos sostenía lo que parecía un tablero de algún juego de mesa. Syaoran permanecía en silencio, con los brazos cruzados, preguntándose qué demonios pasaba ahí, ya que ante sus ojos, aquel tablero parecía de Monopoly-. Dioses de los rayos y de las tormentas eléctricas, muéstrame con tu rayo de luz al ser valiente que ha aceptado la misión.
            Del tablero que se encontraba en sus manos empezaron a surgir pequeños destellos de luz, que parecían formar letras. De ahí, se formaron dos pequeñas esferas, que corrieron por todo el tablero, pero terminaron juntándose en un punto, del cual surgió un rayo de luz, y apuntó hacia el pecho de Syaoran. En ese momento, Sakura dio un paso atrás, y grito:
            -¡Lo sabía! ¡Tú tienes las Cartas Clow!
            -¡¿Cómo sabes eso?! –Syaoran gritó alarmado. ¿Cómo podía ella saber sobre la existencia de las Cartas Clow?
            -No puedes engañarme –le dijo ella con una sonrisa, mientras se guardaba el tablero en la mochila-. Este tablero fue diseñado especialmente para buscar las Cartas Clow. Ahora, sé un niño bueno, y dámelas.
            -¿De qué se supone que me estás hablando? –preguntó Syaoran tratando de fingir demencia.
            -Pues de las Cartas Clow, tontito –le dijo ella tratando de reprimir una risita.
            -Me temo que tengo que decirte que eso es imposible. He hecho un trato con Kerverus, y no lo puedo romper hasta no reunirlas todas.
            -¿Kerverus? –repitió ella, dando un paso adelante, y haciendo que Syaoran retrocediera-. La bestia que protege el sello… Si el está presente, no entiendo porque alguien como…. tú tiene en su poder las Cartas Clow.
            A Syaoran no se le escapó el tono de superioridad cuando Sakura dijo “tú”, así como la mirada que le había dirigido. En definitiva, esa niña no le agradaba para nada.
            -En este momento es un simple muñeco que no puede hacer nada por su cuenta. Necesita de alguien más capacitado para hacerse cargo de la situación –dijo tratando de darse importancia, como si él en verdad fuera esa persona "más capacitada", y tratando de recuperar el terreno perdido. Ahora era él, el que había dado un paso adelante.
            -El símbolo de Kerverus es el sol, por lo que ocupas las Cartas del Fuego y de la Tierra… Me imagino que aún no las tienes, ¿verdad? Me pregunto desde cuando comenzaste a buscarlas…
            -Ya va para dos meses…
            -¿Dos meses? –se extrañó Sakura, acercándose más a su rostro. Esta vez Syaoran no pudo reaccionar para quitarse-. ¡Y aún no las has reunido todas!
            -¡Oye, si tienes algo que reclamarme, hazlo en mi cara!
            -Te lo estoy diciendo en la cara por si no te has dado cuenta –Sakura se balanceaba en las puntas y en los talones de los pies, mientras sonreía al ver el coraje que iba apoderándose de Syaoran.
            -Espera un momento… -Syaoran trató de cambiar de tema para ponerse a salvo-. ¿Tú como sabes de las Cartas Clow?
            -Información clasificada –le respondió con una sonrisa, y girando sobre sí misma, se volvió a colocar frente a él-. No te preocupes, yo buscaré las que hagan falta, ahora puedes dármelas -Y extendió la mano, con la palma hacia arriba. Syaoran retrocedió de un brinco.
            -¡Ni idiota que estuviera!
            -Cada quien está como quiere –Syaoran estaba que echaba chispas. Esa había sido la gota que había derramado el vaso.
            Syaoran se había hartado de la prepotencia con la que Sakura le hablaba, así que la había sujetado de las muñecas, para decirle unas cuantas cosas. Pero en ese momento, Tomoyo acababa de pasar por ahí, y los había visto.
            -¡Syaoran! –gritó al ver lo que su amigo hacía.
            Pero no era la única que había visto la situación. De lo alto de la reja que dividía la primaria de la preparatoria, había brincado alguien…
            -¡Oye, mocoso idiota! ¿Qué se supone que le haces a ella?
            Syaoran soltó inmediatamente a Sakura, al ver que su hermano lo miraba con una expresión muy cercana al odio. Se retiro lo más que pudo de ella, mientras tomaba una actitud a la defensiva, y Sakura se pegaba a la reja, como tratando de pasar desapercibida. Tomoyo se acercó a ella, y la ayudó a sentarse, ya que parecía que las piernas apenas la podían sostener.
            -No te preocupes, me encuentro bien –le dijo a Tomoyo-, los que me preocupan son ellos dos –y miró a Syaoran y a Touya.
            -Eso no tiene importancia –le explicó Tomoyo-. Son hermanos, esta clase de peleas sin sentido no pasan a mayores y ocurren todo el tiempo.
            Ambos chicos se encontraban en posición de pelea, con la mirada clavada en el otro. El entrecejo fruncido, los puños en alto... Pero esperaban impacientemente a que el otro hiciera un movimiento en falso, para empezar a pelearse. Sin embargo, todo seguía igual, hasta que…
            -¡Chicos! ¡Al fin los encuentro!
            Una segunda figura había brincado por encima de la reja que dividía las dos escuelas, y le había caído en los brazos a Touya, quien por poco perdía el equilibrio. Syaoran había perdido su concentración, y ahora se encontraba algo nervioso, después de ver como Yukito se levantaba de las piernas de su hermano, y sonreía a todos los presentes, mientras decía:
            -Les he traído panecillos.
            -¿Yu… Yuki-chan? –dijo Touya algo tímido, mientras se incorporaba, y Yukito se ponía a escoger los panes de la bolsa que llevaba en mano.
            -Eran los últimos que quedan en la tienda. Uno es de fresa, traigo dos de chocolate… ¿Ustedes también quieren? –preguntó de manera amable a Tomoyo y Sakura-. Traigo 5, creo que son exactos –mientras hablaba, contaba a todos apuntándolos con el dedo.
            En ese momento, Syaoran se acercó lentamente, fingiendo que nada pasaba, y tomó el panecillo que Yukito le ofrecía.
            -Toma, ¿quieres uno tú también? –le preguntó a Sakura. A la chica le empezaron a brillar los ojos, y tomó su panecillo con manos temblorosas.
            -Muchísimas gracias, adorable princesa del bosque –le dijo con una sonrisa, y se alejó corriendo de felicidad.
           -¿Qué demonios le pasa a esa niña rara? –dijo Syaoran, mientras todos miraban el punto por el cual ella acababa de irse.

           Syaoran y Tomoyo caminaban de la escuela con dirección a sus casas esa tarde. Mientras recorrían las calles de la ciudad, platicaban sobre la extraña chica que acababa de ser transferida ese día a la escuela: Sakura.
            -¿Le contarás a Kero-chan sobre esa chica? –le preguntó Tomoyo a Syaoran.
            -Supongo que es lo más indicado. Quizá el sepa de quien se trata, y porqué sabe sobre la existencia de las Cartas Clow…
            En ese momento, un gran trueno interrumpió a Syaoran. Unas enormes nubes grises se acercaban hacía donde estaban ellos. Syaoran y Tomoyo empezaron a correr para taparse de las gruesas gotas de lluvia que pronto empezarían a caer. Sin embargo, no cayó ninguna.
            Refugiados donde estaban, habían podido ver como un trueno más caía, y golpeaba una de las lámparas de la plaza donde estaban, con un rayo azul. En ese momento la lámpara se encendió, y el rayo que la había alcanzado, recorrió el resto de las lámparas que se encontraban en el lugar, iluminándolas todas. Recorrió el camino que se dirigía a una de las calles principales, y regresó a la enorme nube gris que seguía arriba de ellos. Los dos se miraron extrañados.

            -¡¿Se puede saber porque rayos no despiertas?! ¡¡¡Maldita bola de pelos!!! –el grito de Syaoran había hecho que Kero pegara un brinco, y del impulso, se golpeara contra la pared.
            Ahora, el y Kero se encontraban sentados en la alfombra de la habitación, un poco enfadados el uno con el otro, pero aún así, Kero escuchaba lo que Syaoran tenía que contarle.
            -¿Sakura Li? No puede tratarse de otra familia... El apellido Li, pese a ser común en China... Para poder explicarte, tengo que hablarte de mi dueño, Reed Clow -Kero se cruzó de brazos y adoptó una expresión de seria concentración-. El padre de Reed Clow era de Inglaterra, mientras que su madre era de China. Por eso muchos de sus conjuros reúnen magia de los dos lados, lo puedes comprobar al ver el símbolo mágico que se coloca cuando usas una Carta -y tomó una del montoncito que estaba entre el y Syaoran-. Estás usando la misma magia que usaba el Mago Clow. Tengo que explicarte… Mira, si sigues los pasos de la magia elemental, y no rompes ninguna regla, todo el mundo puede realizar magia. Pero, es muy difícil que las personas puedan crear magia usando conjuros nuevos. Y el Mago Clow era una de esas personas. Puedes darte una idea ahora de lo poderoso que es. Pero nos estamos desviando del tema. La madre de Clow se apellidaba Li, y esa es una familia de guerreros muy famosa en toda China.
            -¿Entonces esa mocosa podría ser un pariente del Mago Clow?
            -Es lo más probable.
            -Eso significa que debí de haberle entregado las cartas a ella.
            -Estas equivocado –le detuvo Kero-. Tu fuste el estúpido que abrió este Libro, y el idiota que me despertó, así que es toda tu responsabilidad regresar esas Cartas o te mato –le explico mientras ponía la carta de vuelta en el montoncito, y este regresaba al Libro Clow-. Te lo dije desde la primera vez, si es que no lo recuerdas. Además de que tienen grabado tu feo nombre, por si se te olvidaba.
            -Vale, vale, ya basta. Ya entendí –trato de defenderse Syaoran ante tantas acusaciones.
            -De una u otra forma, no sé como rayos te has convertido en mi dueño… -la mirada de Kero ahora se encontraba enfocada en otro punto, mientras trataba de fingir que no había dicho lo que había dicho. Pero no fue necesario que lo hiciera, ya que en ese momento, el celular de Syaoran empezó a sonar, y él se apuró a contestarlo.
            --Hola, Syaoran-kun –lo saludó Tomoyo desde el otro lado de la línea-. ¿Te puedo pedir un favor? ¿Serías tan amable de mirar el cielo?
            -¿El cielo? –repitió Syaoran mientras él y Kero se acercaban a la ventana-. Si, puedo verlo, aunque está pasando lo mismo que esta tarde.

            -Me imagino que esto también es un maldito cosplay, ¿no es así? –Syaoran esperaba que la respuesta fuera negativa, pero el pantalón negro, la camisa azul marino, la capa negra y la hombrera con forma de lobo le decían que no. Tenía la camisa de cuello alto, y atravesados por todo el cuerpo, un montón de cinturones, que parecían más adorno que cualquier otra cosa. Además de que traía lo que parecía ser una enorme espada (que más bien parecía un cuchillo de cocina gigante) el cabello era rubio, traía puestos unos oscuros lentes de sol (muy extraños para esa noche tormentosa) y extrañamente, una enorme motocicleta negra se encontraba de pie junto a el.
            -Hoy vienes de Cloud Strife, del Final Fantasy VII, deberías de sentirte orgulloso. No escatimé en gastos cuando mande a hacer esa espada, o a reconstruir esa motocicleta.
            -¡¿Te das cuenta de que soy menor de edad y no puedo conducir eso?!
            -En ese caso, supongo que tendremos que dejarla por aquí, escondida en algún lado para que nadie se la robe-Respondió Tomoyo, como quien no quiere la cosa.
            Estaban por ponerse a moverla, cuando un trueno cayó del cielo, y se impactó contra un edificio, encendiendo todas sus luces. Pero tan rápido como había entrado, salió de ahí, dirigiéndose a otro edificio más, y haciendo lo mismo con cada uno que tocaba, y nuevamente, se dirigía a su nube.
            -¡Se trata de la Carta Trueno! –gritó Kero mientras los tres no le quitaban los ojos de encima al extraño fenómeno.
            Syaoran no había perdido tiempo alguno, y había sacado la Carta del Vuelo, para acercarse al lugar donde había subido la Carta del Trueno. Kero iba a su lado, volando rápidamente, y Tomoyo filmaba su asenso con mirada maravillada.
            -Supongo que un Cloud Strife volador es mejor que uno en moto, aunque me hubiera gustado que al menos se subiera –dijo mientras tapaba la moto con ramas de los árboles cercanos, y se disponía a seguir a sus amigos.
            -Syaoran, me habías comentado que esa niña traía un tablero para encontrar las Cartas, ¿no es así?
            -Si, ¿por qué lo mencionas ahora?
            -Clow mencionó que había dejado ese tablero en casa de su madre. Lo más probable sea que ha pasado de generación en generación. Es posible que ella se haya dado cuenta de la presencia de la Carta y venga aquí a intentar atraparla. Es por eso que debemos de apresurarnos para capturarla antes que ella.
            -De acuerdo –respondió Syaoran-, supongo que lo intentaré.
            En ese momento, un trueno bajó de la nube, y amenazó con golpearlos a los dos. Syaoran lo esquivó, pero el trueno volvió a arremeter contra ellos, obligando a Syaoran a quitarse de nuevo. Después de evadirlo varias veces, el trueno regresó a la nube, y Syaoran pudo aterrizar en la azotea de un edificio.
            -¿Cómo podemos convertirlo en Carta? –le preguntó Syaoran a Kero.
            -Debemos obligarla a que recupere su forma original –respondió el-. ¡Cuidado, ahí viene de nuevo!
            -¡Salto! –gritó Syaoran mientras usaba la fuerza de la Carta Clow, y se quitaba de ahí junto con Kero, y brincaba de techo en techo.
            -¿Cuál se supone que es la verdadera figura de Trueno? –se preguntó Syaoran a sí mismo, cuando se hubieron detenido en lo que parecía ser el tejado de una iglesia.
            -¿No conoces la verdadera figura de esa Carta? –le preguntó una voz atrás de ellos, con un tono de sorpresa muy exagerado-. ¿No me irás a decir que tampoco sabes algo tan básico y elemental?
            -Es… ¡Es Li! –gritó Syaoran, quien por voltear tan rápidamente por poco se cae.
            Sakura vestía aun lo que era el uniforme con el que se había presentado esa mañana en la escuela de Syaoran. Solo había un cambio más que obvio, el hecho de que ahora cargaba una espada. La tomó entre sus manos, cerró los ojos, y dijo:
            -Muéstrame la verdadera identidad del Trueno –después de abrir los ojos, apuntó la espada hacia el trueno que se acercaba hacia donde ellos tres estaban, y dejo que un rayo de luz amarilla lo golpeara. Aprovechando que las dos luces se habían encontrado en el aire, y caído, Sakura se apuró a bajar de donde estaba, para acercarse al lugar.
            -¡Esto es lo que soñé! –dijo Syaoran, al ver la forma en que Sakura brincaba hacia abajo, igual que en el sueño que había tenido esa mañana. Pero no había tenido demasiado tiempo para pensar en ello, ya que Kero lo obligaba a que se moviera también, y un par de segundos después, se encontraba de pie junto a Sakura.
            Ahora, la Carta Trueno no era más un rayo azul. Se trataba de una especie de lobo metálico, con el pelaje puesto en picos, así como la peluca que Syaoran usaba. Era un lobo que gritaba y chillaba como si le doliera la transformación que acaba de sufrir, además de que parecía que estaba paralizado, ya que no se movía del lugar de donde había caído.
            -Después de convertir el trueno en una bestia, es como lo puedes atrapar –le explicó Sakura a Syaoran.
            -Ella está en lo correcto, Syaoran –le dijo Kero al niño-. Yo estaba a punto de decir lo mismo.
            -Y no seas ingenuo –Sakura agregó, mirándo a Syaoran de reojo-. Nunca podrás atrapar a Trueno si usas la Carta del Vuelo.
            -Pero…
            -Dime por favor que tienes a la Carta Sombra bajo tu poder.
            -Eh, si, pero…
            -Perfecto, con eso servirá. Ahora, debemos hacer que retroceda –y usando nuevamente su espada, invocó un conjuro más-: viento, muestra tus poderes ante esta bestia -ahora que la fuerza de la espada de Sakura había arrojado a Trueno fuera del techo, y por consiguiente, lejos de ellos, estaban listos para seguir-. Hazlo ahora –le dijo a Syaoran.
            Syaoran alzó el báculo mágico, y convocó a la Carta Sombra, la cual se elevó como una especie de mancha oscura, y se apresuró a envolver al lobo azul, encerrándolo en una especie de burbuja negra.
            -Regresa a la humilde forma que mereces, ¡Carta Clow! –gritó Syaoran, con lo que se dibujó el contorno de una carta frente al báculo mágico, y la Carta del Trueno fue absorbida dentro de ella, quedando guardada en su forma de Carta.
            -Así que ese es el báculo que sella a las Cartas Clow –la voz de Sakura volvía a surgir detrás de Syaoran, quien había recogido la Carta del Trueno y de la Sombra del piso-. Es una lástima, que haya ido a caer en unas manos tan poco preparadas.
            -Supongo que suena algo injusto –dijo Kero, quien acababa de llegar-. Este mocoso apenas está reuniendo las cartas, es normal que no sepa nada comparado con un descendiente directo de Clow Reed.
            -¿Eh? ¿Y qué se supone que eres tú? –le preguntó Sakura a Kero, acercándose para verlo mejor, y estirando la mano para tocarlo.
            -Soy Kerverus –respondió la motita amarilla.
            -¿Estás hablando en serio? ¿La bestia que protege el sello de las Cartas, aquél con el poder del sol y ojos dorados, llamado Kerverus? ¡Eres más lindo de lo que esperaba! –gritó y no le dio tiempo a Kero de escapar, porque ahora lo tenía sujeto firmemente en un abrazo, del cual difícilmente se podría escapar-. ¡Eres una cosita preciosa!
            -¿Eh? Su… supongo que debo darte gracias –dijo Kero algo confundido, cuando Sakura finalmente lo soltó.
            -Aún así –dijo ella poniéndose seria de repente-. Me he dado cuenta de que tienes unos poderes aun muy débiles. Te costara trabajo hacerte con todas las Cartas. Había sentido la presencia de esta Carta Clow desde ayer por la noche. Es por eso que no he llegado todo el día a casa –dijo mientras tomaba la falda de su uniforme y suspiraba de manera cansada. Una explicación muy clara de porque no se había cambiado en todo el día-. Supongo que los veré en otra ocasión…
            Les dijo mientras se alejaba, y en ese momento, llegaba Tomoyo.
            -Syaoran-kun, debes de ayudarme a guardar esa motocicleta, o alguien podría llevar… ¿Te encuentras bien? –preguntó al ver la cara de confusión en su amigo-. ¿Ha pasado algo?
            Pero Syaoran permanecía en silencio, mientras apretaba las dos Cartas Clow que se encontraban en su mano, al punto de hacerlas tiras.