The Gringotts

Entra, desconocido, pero ten cuidado

con lo que le espera al pecado de la codicia,

porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,

deberán pagar en cambio mucho más,

así que si buscas por debajo de nuestro suelo

un tesoro que nunca fue tuyo,

ladrón, te hemos advertido, ten cuidado

de encontrar aquí algo más que un tesoro...


2 de noviembre de 2010

The Never Change

"¿Es que acaso nunca va a cambiar?"
Piensa ella mientras tamborilea con los dedos en el borde de la mesa, y lo contempla a él, aquél que se está burlando de uno de sus amigos.
"¿Es que nunca va a cambiar?"
Es lo que cruza por la cabeza de él, mientras contempla el reflejo de ella en el espejo. Como se da la media vuelta, y se niega hablar de sus problemas.
"¿Es que acaso nunca va a cambiar?"
El pensamiento de ella se une con el acto de agachar la cabeza, mientras finje que no conoce a aquél que nuevamente se ha ensuciado la ropa al comer.
"¿Es que nunca va a cambiar?"
Se pregunta a sí mismo él, mientras ella se retracta de sus palabras fingiendo que no decía las cosas en serio, y se aleja en silencio, con el entrecejo fruncido.
"¿Es que acaso nunca va a cambiar?"
Se lamenta ella, mientras vestida con un traje negro satinado y zapatos dorados de tacón, el se empeña a llevarla a la fiesta con un traje barato y los viejos tennis. Gastados y rotos.
"¿Es que nunca va a cambiar?"
La duda de él sigue siendo la misma, mientras ella sale de la casa, con el cabello en un simple chongo, y sin maquillarse, dejando en claro ciertas imperfecciones en su piel.

"¿Es que acaso nunca va a cambiar?"
Aquella espinita se va clavando cada vez un poco más en su corazón...

"¿Es que nunca va a cambiar?"
Se pregunta mentalmente, mientras aprieta los nudillos y se guarda su coraje...


No. entiéndanlo. Nunca van a cambiar.

Por algo son así.

Las personas son de cierto modo, y por más que lo intentemos, no podemos obligarlos a que cambien, sólo para darnos gusto. Si estás con esa persona especial, y después de un tiempo de estar juntos, te descubres a tí mismo haciéndote esta pregunta, pero sobre todo, más que desear que cambie, te ves a tí mismo tratando de forzar a esta otra persona a que sea como tu dices... Detente. Lo estás haciendo mal.


Necesitas regresar el tiempo, y pensar nuevamente en todas aquellas cosas que te llamaron la atención de ella, o él. Aquellos pequeños pero importantes detalles que hicieron que se ganara tu corazón, día con día. Todas aquellas cosas que forman parte de su ser, y que te hipnotizaron. Recapitula todo aquello que un día amaste, y ahora sí, pregúntate: ¿Por qué ya no lo amas igual?

Si eres capaz de darte cuenta a tiempo, felicidades. Es ahora tu oportunidad de recapacitar, y ver la perfección en cada uno de los defectos de aquella otra persona. Es ahora cuando tienes tiempo de volver sobre tus pasos, y revalorar aquello que tienes, y que seguramente no quieres perder.

Empieza a apreciar aquellos detalles que nunca, NUNCA va a poder cambiar. Enamórate de ello, se feliz con ello. Valora aquel detalle, que algún día, si se pierde, falta te hará.

"Sólo esperando que, de preferencia, nunca tengas que recurrir a preguntarte a tí mismo, ¿Es que nunca va a cambiar?, porque alguien más, puede estarse preguntando lo mismo de tí."