The Gringotts

Entra, desconocido, pero ten cuidado

con lo que le espera al pecado de la codicia,

porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,

deberán pagar en cambio mucho más,

así que si buscas por debajo de nuestro suelo

un tesoro que nunca fue tuyo,

ladrón, te hemos advertido, ten cuidado

de encontrar aquí algo más que un tesoro...


13 de enero de 2011

Forward To Past: Chapter 1

Forward To Past

Capítulo 1: Tokyo

La luz del sol entraba débilmente por la ventana de la habitación. El ruido del despertador era lo único que rompía el silencio. Una mano se deslizó por debajo de las cobijas, y lo tomó, llevándolo a las oscuridades de debajo de la cama. El despertador se apagó, y ya no se escuchó nada más.
Los minutos pasaban en silencio. La luz cada vez entraba más fuerte, y de repente, se escuchó un golpeteo en la puerta, seguido por un gruñido que provenía de debajo de las cobijas. En ese momento, la puerta de la habitación se abrió, y una muchacha alta, de figura estilizada, con un largo cabello negro y unos hermosos ojos cafés, entró a la habitación. Sin hacer ningún ruido, se acercó a la cama, y mientras jalaba bruscamente las cobijas, dejó caer sobre la cara del dormido, una jarra con agua helada.
-¡¿Qué demonios?! – Se escuchó el grito del muchacho, el cual despertó dando un brinco. Shizuku miró a su hermana Rihna-. ¡¿Qué es lo que te pasa?!
-A mí, nada – Respondió Rihna tranquilamente, y empezó a caminar hacia la puerta-. Pero al parecer no te has dado cuenta de que ya es muy tarde; no llegarás a la primera clase – Y salió de la habitación dejando a Shizuku acomodando el despertador en su lugar.

Parecía ser que las palabras de su hermana habían sido proféticas, ya que por más que Shizuku se esforzó, no pudo estar a tiempo para que su hermana lo llevara a la escuela, de camino a su trabajo. Shizuku era un chico alto, delgado y con la tez blanca. Tenía el cabello negro, y sus ojos eran del mismo color. Mientras caminaba por la calle, zigzagueaba un poco, a causa del sueño que aun tenía. No era algo nuevo que a Shizuku se le hiciera tarde para ir a la escuela, al contrario, era algo muy común en él, por lo que el enfado de las mañanas con su hermana, debido a la jarra de agua helada, era cosa de todos los días.


Los ojos de Shizuku no dejaban de dirigirse hacia las ventanas de su salón, que se encontraba en el tercer piso del edificio principal de la escuela preparatoria Moso. Había entrado en ella hacía ya tres años, y era uno de los lugares en los que más le gustaba estar, pese a que trataba de mantener eso en secreto. No, lo que le gustaba no eran los estudios, tampoco los profesores, o las instalaciones de la escuela, no. Lo que le gustaba de la preparatoria Moso, desde el primer día que había puesto un pie en ella, tenía el nombre de...
-¡Buenos días! – Lo saludó una dulce voz a sus espaldas.
-Honoe... – Susurró Shizuku. Se dio la vuelta lentamente, mientras su corazón latía velozmente, y observó cuidadosamente a la frágil criatura que ahora se encontraba frente a él.
Honoe era una chica algo bajita, de largo y lacio cabello pelirrojo, con unos ojos negros como la noche. Su piel era blanca, y su sonrisa de un blanco brillante.
Buenos días – Dijo Shizuku, tratando de sonar calmado, y entonces se dio cuenta de algo-. Uh... ¿Honoe? ¿Por qué has llegado tarde? Eso es normal en mí, pero en ti...
Mientras Shizuku hablaba, Honoe se talló un ojo, y trató de reprimir un bostezo. Honoe sonrió lentamente. Ahora que Shizuku la miraba fijamente, Honoe se veía muy cansada.
-Estuve despierta casi hasta la una de la mañana haciendo los trajes de la obra del salón. Recuerda que ya es en una semana, y aun me falta terminar algunos disfraces más.
-Yo podría ayudarte si quieres... – Susurró Shizuku, mientras Honoe ponía una cara de sorpresa-. Sonará extraño, pero soy muy bueno cosiendo...
-¿De verdad? – El rostro de Honoe se iluminó, y la chica sonrió de manera alegre.
-Claro. Le he estado ayudando a mi hermana con todas las cosas de la casa desde que tengo memoria, ya que solo nos tenemos a nosotros mismos. No es por presumir, pero puedo hacer muchas cosas... – Shizuku se cortó a media frase, ya que Honoe había caminado hacia él, y le había tomado de las manos. La chica lo miraba directamente a los ojos, fijamente, casi sin parpadear.
-Te lo agradezco mucho, serías de gran ayuda...
-En ese caso, iré a tu casa esta noche, veremos que podemos adelantar…

El timbre que anunciaba el final de la primera clase había sonado, y de repente, los dos regresaron a la realidad que se encontraba a su alrededor. Honoe soltó las manos de Shizuku, y los dos miraron hacia otro lado que no fueran a los ojos del otro, visiblemente avergonzados.
Llevaban algo de tiempo de conocerse, desde el día en que había entrado a la preparatoria, y a pesar de que se habían hablado en muy pocas ocasiones, Shizuku sentía que la conocía de toda la vida... Era una sensación muy extraña, algo curioso.
-¿Te parece si vamos al salón? No sería bueno perdernos también la 2da clase – Dijo Honoe, y al escuchar la respuesta afirmativa de él, los dos empezaron a caminar juntos.
¿Por qué el corazón de Honoe latía tan rápidamente? ¿Qué tenía Shizuku que la hacía sentirse que flotaba en una nube? Cerca de él, ella se sentía tranquila, y confiaba en el más que en nadie más, pese a que apenas eran conocidos. Pero había algo en el... Sentía, como si ya lo hubiera conocido antes, como si hubieran estado juntos en otra vida.
Unos cuántos pájaros, posados en un árbol cercano, alzaron el vuelo, y se alejaron volando hacia el horizonte, dejando a los dos muchachos solos caminando en silencio hacia el salón. Aun que ninguno de los dos dijera nada, sabían que pensaba el otro: ese día de clases tenía que terminar rápido para que pudieran ir a casa de Honoe, a terminar los disfraces de la obra.



Había terminado ya de lavar los platos de la cena, y mientras la voz de su hermana Rihna se escuchaba en sus pensamientos, aún reprendiéndolo para que no se le ocurriera llegar tarde, Shizuku caminaba por la calle iluminada, en camino hacia la casa de su adorada Honoe.
            Mientras daba la vuelta a la esquina, se entretuvo girando el agua en sus dedos. Desde que tenía memoria, había sido capaz de controlar el agua a su antojo. Podía obtener agua del interior de su cuerpo, estuviera donde estuviera, y manejarla a su conveniencia. Recordaba las palabras de su hermana, uno de los pocos recuerdos de la muerte de sus padres, cuando tenía 8 años…

            Mamá y papá estaban muy orgullosos de lo que puedes hacer, Shizuku. Para ellos era muy divertido cuando hacías espectáculos de agua para toda la familia, pero… No debes de hacerlo más, Shizuku. Personas malas perseguían a papá y a mamá, y el poder ver que hacías eso con el agua, les dio la oportunidad de encontrarlos. Si no quieres que algo malo nos pase a ti o a mí, no vuelvas a jugar con el agua, Shizuku…

            Pero, si nadie lo veía, entonces todo estaba bien. Shizuku caminaba por una calle oscura, por lo que no importaba si había alguien delante de él, no podrían ver los remolinos de agua que se formaban alrededor de su mano derecha. “Todo está bien, hermana Rihna” dijo Shizuku, mientras seguía caminando hacia su destino.

            Honoe se encontraba sola en casa. Había sacado del armario los disfraces que le faltaban por arreglar, y los había colocado todos en la mesa de la sala, junto a la nota de sus padres que decía que llegarían algo tarde porque iban a ver a unos clientes.
            La familia de Honoe tenía un importante emporio en las ventas de tecnología, a nivel internacional. La casa de Honoe literalmente era un palacio: era verdad que eran una de las familias más ricas de todo Japón, pero para Honoe, eso no tenía la más mínima importancia. Lo único que ella quería, era tener amigos de su edad, por lo que había descartado completamente la opción de sus padres de entrar a un internado privado para señoritas, y había escogido la opción de la preparatoria Moso.
            Caminaba por los pasillos para tomar la máquina de coser y algunos hilos que acababa de comprar, cuando…
            -¡Oh! Al parecer, la luz se ha ido, que extraño…
            Pero la gente normal hubiera considerado más extraño lo que pasó después.
            De las manos de Honoe, habían surgido pequeñas llamas. Había fuego creciendo de las puntas de sus dedos, iluminando la estancia. Sosteniendo el fuego en una de sus manos, se apuró a salir de la casa para revisar que había pasado con la luz.



            -Solo existen dos en este mundo. No se ha confirmado la existencia de ningún otro.
            -¿Cuáles son?
            -El agua y el fuego, padre.
            -¿Y dónde se encuentran?
            -Ambos están en Tokyo.

            Kurayami se había levantado de su asiento, mientras su hijo Tsumi esperaba sus indicaciones. Kurayami se puso frente al espejo, observando su alta y robusta figura. Tenía en la mirada algo que inspiraba temor, y sus largos dedos la sensación de estrangulamiento. Tsumi, por el otro lado, parecía un cachorrito perdido, mientras miraba a su padre desde un rincón de la habitación. Al final, su padre habló:
            -Avisa a Tora y a Buru que ya pueden poner en marcha el plan.
            -¿Quiere que les dé la dirección?
            -No. Tú irás con ellos. Necesito que selles sus memorias.
            La mirada de Tsumi reflejaba sorpresa, pero se apresuró a cambiarla, y haciendo una reverencia, dijo “si, padre”, y se apuró a salir de ahí.

            Tora y Buru caminaban cogidas de la mano, mientras daban brincos de techo en techo, siguiendo a Tsumi. De repente, el chico se había detenido. Las dos chicas hicieron lo mismo, y miraron:
            Debajo de ellos tres, de espaldas a la oscura calle, en el interior de lo que parecía ser una mansión, podían oírse los pasos de alguien. No se podía ver nada, ya que aparentemente la luz se había ido en toda la colonia, pero podían sentir las vibraciones del…
            -Agua… -dijo Tora.
            -Fuego… -dijo Buru.
            Sin detenerse a pensar, Tora y Buru brincaron para bajar del tejado donde se encontraban. Habían caído frente a una chica bajita, de cabello pelirrojo, que manejaba algo que parecía ser una pequeña llama con la mano.
            -¿Quiénes son ustedes? –preguntó Honoe, deteniéndose de repente.
            -Es ella –dijo Tora a Tsumi, quien había bajado también para verla de cerca-. Es “Fuego”.
            -Kaji –susurró Tsumi-. Ahora solo nos hace falta Mizu.
            -Lo traeremos –dijo Buru, y con una velocidad indescriptible, tomó el antebrazo de Honoe, con lo que la pobre chica emitió un grito, como si se tratara de un atizador al rojo vivo, que rodeara su piel.

            -¡Honoe! –se escuchó el grito de alguien a la distancia. Del final de la calle, que se encontraba débilmente iluminada por las llamas que se surgían alrededor de la chica, Shizuku se acercaba corriendo, a ver de dónde provenía el grito, que correctamente había identificado como el de Honoe.
           Al llegar, vio a aquellas dos chicas inclinadas sobre el cuerpo de Honoe, quien había caído a causa del dolor. Y también, podía ver a aquel chico que se encontraba detrás de ellas.
            -¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren con Honoe?
            -Solo venimos a terminar unos asuntos pendientes.
            -¿Pendientes? ¿Con Honoe?
            -No, con los dos –sonrieron Tora y Buru.
            -Pero yo no los conozco a ustedes –se defendió Shizuku.         
            -Y Kaji tampoco nos conoce, Mizu –le dijo Tsumi en un susurro.
            -Creo que se confunden de personas. Verán: ella es Honoe, y yo soy Shizuku…
            -Pero no lo serán por mucho tiempo.
            -¿Qué…?

            Tora y Buru empujaron a Shizuku hacía donde Honoe se encontraba, por lo que la chica tuvo que apagar las llamas para no herir al pobre joven, y con esto, la calle quedó sumida en una total oscuridad… Pero no por mucho tiempo.
            Unos segundos después, debajo de ellos dos, había surgido un círculo de luz morado, con extraños símbolos y formas inscritos en el. Tsumi recitaba rápidamente una sarta de palabras raras para ellos dos, mientras que las gemelas, Tora y Buru, brillaban intensamente, y se transformaban en luz, que formó una especie de campana que terminó encerrando a Honoe y a Shizuku sin oportunidad de salir.
            -Espero, que tengan un lindo viaje… -se despidió Tsumi, y de repente, toda la luz se desvaneció, dejando a aquellos dos pobres chicos, en un viaje a través de la oscuridad.