The Gringotts

Entra, desconocido, pero ten cuidado

con lo que le espera al pecado de la codicia,

porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,

deberán pagar en cambio mucho más,

así que si buscas por debajo de nuestro suelo

un tesoro que nunca fue tuyo,

ladrón, te hemos advertido, ten cuidado

de encontrar aquí algo más que un tesoro...


20 de febrero de 2011

The Blue Prince

“…La Sirenita, petrificada, sintió un agudo dolor en el corazón. En aquel momento supo que perdería a su príncipe para siempre. Al cabo de unos días de celebrarse la boda, los esposos fueron invitados a hacer un viaje por mar. La Sirenita también subió a bordo con ellos. Al caer la noche, la Sirenita, angustiada por haber perdido para siempre a su amado, subió a cubierta. Recordando la profecía de la hechicera, estaba dispuesta a sacrificar su vida y a desaparecer en el mar. Procedente del mar, escuchó la llamada de sus hermanas:
-¡Sirenita! ¡Sirenita! ¡Somos nosotras, tus hermanas! ¡Mira! ¿Ves este puñal? Es un puñal mágico que hemos obtenido de la bruja a cambio de nuestros cabellos. ¡Tómalo y, antes de que amanezca, mata al príncipe! Si lo haces, podrás volver a ser una sirenita como antes y olvidarás todas tus penas.
Como en un sueño, la Sirenita, sujetando el puñal, se dirigió hacia el camarote de los esposos. Más cuando vio el semblante del príncipe durmiendo, le dio un beso furtivo y subió de nuevo a cubierta. Cuando ya amanecía, arrojó el arma al mar, dirigió una última mirada al mundo que dejaba y se lanzó entre las olas, dispuesta a desaparecer y volverse espuma. Pero de improviso, como por encanto, una fuerza misteriosa la arrancó del agua y la transportó hacia lo más alto del cielo. Las nubes se teñían de rosa y el mar rugía con la primera brisa de la mañana, cuando la pequeña sirena oyó cuchichear en medio de un sonido de campanillas:
-¡Sirenita! ¡Sirenita! ¡Ven con nosotras!
-¿Quiénes son? -murmuró la muchacha, dándose cuenta de que había recobrado la voz-. ¿Dónde están?
-Estás con nosotras en el cielo. Somos las hadas del viento. No tenemos alma como los hombres, pero es nuestro deber ayudar a quienes hayan demostrado buena voluntad hacia ellos.
La Sirenita, conmovida, miró hacia abajo, hacia el mar en el que navegaba el barco del príncipe, y notó que los ojos se le llenaban de lágrimas. Y la Sirenita, levantando los brazos al cielo, lloró por primera vez…”

“…A las orillas del lago, las jóvenes-cisne esperan tristemente la llegada de Odette. La cisne reina llega llorando desesperada, contándole a sus amigas los tristes acontecimientos de la fiesta en el castillo. Es en ese momento en que aparece el príncipe Sigfrido, y le implora su perdón, ya que él no sabía que acababa de declararle amor eterno a la gemela malvada de Odette, Odile. También reaparece Rothbart, el malvado hechizero,  reclamando el regreso de los cisnes. Sigfrido y Odette luchan contra él, pero todo es en vano, pues el maleficio no puede ser deshecho. Es ahí, cuando Odett ve su final, y se lanza al lago. La reina cisne, al ver que había perdido al amor de su vida, decide quitarse la suya, liberando así a los otros cisnes del maleficio. Es así como se ve aparecer el espíritu de Odette, ya finalmente liberado del maleficio, y siendo finalmente feliz para siempre…”

Se pueden encontrar otra cantidad de cuentos infantiles, que o no tienen nada de infantiles, o simplemente no tienen finales felices. Si Disney hubiera mantenido estas historias sin alterarlas, primeramente, las niñas que no se desmayaran o vomitaran a causa de lo descrito en los cuentos, sabrían que el "príncipe azul" no existe.

Inclusive en estas  historias que llevan miles de años contándose por todo el mundo, podemos darnos cuenta de que la actitud humana no ha variado mucho. La "princesa" sigue siendo tonta y demasiado blanda y buena, mientras que el "príncipe" sigue siendo idiota y vividor, por lo que alguna "doncella" se agandalla de esto, y se queda con el príncipe para sí misma.

Si esto lo transportamos a algo más actual, podemos sustituirlo por "la novia", "el novio", y la "puta". Y no se les ocurra mentir diciendo que en alguna relación (de ustedes, o de algún conocido) no se ha inmiscuido una puta, una zorra, una cualquiera. Porque saben que es cierto.

Ahora, si bien hay casos en que tú no te das cuenta de que la 3ra (o el 3ro) en discordia está ahí, no significa que no exista. Más aún, si te toca enfrentarl@ y superarl@, salvando así tu relación, ¿qué te asegura de que estés un paso más cerca de tu "y vivieron felices para siempre"? Nada.

Y eso solo hablando de cuando la culpa la tiene el susodicho 3ro en discordia. Y eso que no he empezado a decirte cuando el problema surge en la pareja en sí. ¿Qué pasa cuando la culpa la tiene él? ¿Cuando la tiene ella? ¿Cuando la tienes tú? ¿Cuando la tengo yo?

Es muy fácil bloquearse y echarle la culpa a los demás. Y lo es porque también es muy fácil meter la pata. Y es aún más curioso cuando la culpa se encuentra en las dos partes del asunto, y ninguno quiere dar su brazo a torcer. ¿Porque, qué pasa cuando tú decides reconocer tus errores y pedir perdón por tus acciones? Pues que la otra parte se agandalla y te embarra con las suyas también. Y ahora, cuando tú tenías tan solo el 50% de la culpa, ahora cargas con el 100%.

Pero supongo que no tengo porque decirlo, es una verdad universal. El que muestra debilidad, pierde. La supervivencia del más fuerte. Sí, hasta en el amor puede uno encontrar eso.

Y es así como en esta época, el amor es lo menos valorado. Y no los culpo, ya que yo estoy en la misma situación. Ya no es ajeno escuchar a las personas decir que no creen en el amor, porque quizá, tú también estés pensando lo mismo.

¿Cómo te defiendes cuando te engañan, cuando te cambian por alguien más, cuando te hacen daño físico, o psicológico, cuando no dejan de exponerte tus defectos, y siguen esperando que tú estés ahí dando tu apoyo sin condición, sin esperarse a pedir el perdón, y más que nada, a recibirlo, cuando la herida que no ha sanado ya está siendo picada de nuevo, y no solo eso, sino que una nueva se va formando?

En estos tiempos, suficiente se tiene con la presión de la escuela, del trabajo, de la casa, como para soportar presiones provenientes de la pareja. Pero es que cuando se está "tan bien" aquellos momentos en que se está mal, ¡qué importan! ¿Verdad? Si, pero lo que tú no ves, es que aquellos momentos en que se está mal, no deberían de existir siquiera.

Y no digo de que no deba haber peleas entre las parejas, es algo normal, sólo digo que debemos enfocarnos en qué clase de peleas son, y por donde va el asunto. No es lo mismo una leve discusión por que uno de los dos no quiere salir a algún lado, que una pelea que dure varios días porque uno de los dos ha herido el orgullo del otro. ¿Entiendes ya por donde va la diferencia?

Desde tiempos inmemoriables, la única defensa que tenemos para no arruinar las relaciones (y no hablo solo de los noviazgos o del matrimonio) es la comunicación, y el entender a la otra persona. Sólo podemos confiar en nuestras palabras, en lo que decimos, en lo que callamos, en cómo lo decimos y porqué lo hacemos. Si no hablamos con franqueza, directamente y con el corazón, la otra persona podrá maquinar en su cabeza todas aquellas lagunas que se dejaron sin decir, ¿por qué? Porque es un mecanismo de defensa, que si bien nos lastima más que la verdad (ya que la imaginación se adelanta y formula lo peor) encontramos sentido a todo aquello que está pasando.

Es decir, ocurre algo, y tú enseguida piensas lo peor porque es lo más fácil de ver, y después, cuando aquella herida que no terminó de sanar (porque no se terminó de hablar hasta que las dos partes estuvieron satisfechas) todo aquello que imaginaste se presenta en palabras atropelladas, que solo sirven para herir.

Debemos de tener cuidado con lo que decimos, y con lo que callamos. Debemos aprender a llegar al corazón de los problemas, de tener el valor de hablar, y la paciencia de escuchar. De no cerrarnos ante opiniones ajenas, pero aún así, defender las nuestras. Y más que nada, no quedarse con rencores pasados, que después volverán con mayor intensidad.

Aprender que en las discusiones y los temas delicados "NO se ríe, y mucho menos se bromea". No sabes cómo puede estar afectando el tema a la otra persona, y bromear al respecto sólo te hará ver como un insensible. Es como si dijeras que el tema te tiene sin cuidado, y que a ti no te interesa resolver nada.

Pero ya estoy hablando de algo personal, y por ahí no va la cosa. Sólo pretendo utilizar mis experiencias personales, para que alguien decida tomar el consejo, y no cometa los mismos errores que yo. Y si bien, deciden hacer caso omiso de mis palabras, entonces me volveré de aquel grupito que te dice sin tentarse el corazón:

"Te lo dije."