The Gringotts

Entra, desconocido, pero ten cuidado

con lo que le espera al pecado de la codicia,

porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,

deberán pagar en cambio mucho más,

así que si buscas por debajo de nuestro suelo

un tesoro que nunca fue tuyo,

ladrón, te hemos advertido, ten cuidado

de encontrar aquí algo más que un tesoro...


6 de agosto de 2011

Syaoran Card Captor: Capítulo 14

Capítulo 14
Touya es “Cenicienta”

            -El próximo domingo será el festival de la preparatoria –le dijo Yukito a Syaoran, con una enorme sonrisa en los labios. Mientras Syaoran sostenía en una mano las bolsas que contenían los ingredientes para la cena, estiraba la otra para tomar el boleto que Yukito le estaba dando-. Te doy un boleto de entrada, para que vayas por favor, aunque lo más probable sea que Touya-kun ya te haya dado uno… –dijo poniéndose pensativa de repente.
            -Me regaló uno el año pasado, pero no éste –dijo Syaoran y se guardó el boleto en la mochila, ocultando las manchas rosadas que acababan de aparecer en sus mejillas, al sentir el contacto de la suave mano de Yukito contra la suya.
            -Seguramente no lo hizo porque le preocupa la obra –le sonrió Yukito nuevamente. La chica se apuró a despedirse, y entró a su casa, mientras que Syaoran daba media vuelta sobre sí mismo, y continuaba su camino por la calle, hacia su casa.

            El fin de semana siguiente, Syaoran y Tomoyo se encontraban en la preparatoria del hermano del niño y de Yukito. Era domingo y el festival al cual Yukito lo había invitado hacía solo 3 días, estaba siendo celebrado. Syaoran caminaba con aire ligeramente disgustado, mientras Tomoyo, quien le había encontrado el boleto en la mochila, y se había auto invitado, se encontraba filmándolo desde todos lo ángulos habidos y por haber. Caminaban por los pasillos de la escuela, Syaoran escuchando el parloteo de Tomoyo (¡Te ves tan lindo! ¡Vamos, sonríe a la cámara!), hasta que escucharon un grito alegre, y tanto Tomoyo como Syaoran se dieron la vuelta para ver quien había gritado sus nombres.
            Yukito los saludaba desde la puerta de un salón, vestida con un kimono azul, con unas irregulares manchas estampadas en un todo más oscuro. Cuando se hubieron acercado lo suficiente como para saludarla, pudieron comprobar que el estampado se trataba de caritas de conejos, y cuidaba lo que parecía ser la entrada de un salón de té.
            -A mi salón le ha tocado montar repostería al estilo oriental –dijo explicándoles el porqué de su ropa, y se daba la vuelta para que la admirasen por todos lados-, pasen, les pediré un poco de pastel y unas bebidas.
            Syaoran y Tomoyo entraron con Yukito al salón, y se sentaron mientras ella acudía por su comida.
            -Se ve muy guapa –dijo Syaoran en un susurró, tratando de que Tomoyo no lo escuchara, pero su amiga no notó nada, ya que se encontraba ocupada cambiándole las pilas a la cámara.
           Cuando Yukito regresó, colocó las bebidas entre los dos niños, y cada quién tomó una. Tomoyo tomó un ligero sorbo, pero Syaoran se quedó con la bebida suspendida, a escasos centímetros de su boca.
        -¿Te encuentras bien? -le preguntó Tomoyo.
     - Me dio la ligera impresión, de que alguien me observaba… -dijo nerviosamente, y se puso a mirar alrededor.
            Sentada cerca de donde estaban ellos, mientras a su alrededor se encontraban poco más de una docena de bebidas ya terminadas y como cinco platos con migajas, se encontraba Sakura, bebiendo mientras miraba a Syaoran, con su típica sonrisa inocente. Pero en ese momento, la voz de Yukito hizo que tanto como Syaoran y Sakura respingaran.
            -Mi descanso acaba de comenzar –les dijo Yukito a Syaoran y Tomoyo, y volteó también hacia donde Sakura se encontraba, quien se apuró a dejar su bebida en su asiento, y acercarse a ellos-. Si quieren, les puedo dar un recorrido por todo el lugar, para que no se pierdan de nada.
             Los tres niños dijeron que sí al mismo tiempo.

            -Es tan tierno –dijo Sakura mientras suspiraba, y no dejaba de mirar hacia uno de los peluches que le esperaban como regalo a aquella persona que pudiera vencer al equipo de basquetbol. Se trataba de un conejo rosa, que sujetaba una flor blanca.
            -No puedo creer que te gusten estas cosas tan ridículas –le susurró Syaoran para que ni Yukito ni Tomoyo escucharan.
            -Me gusta porque es tierno –repitió Sakura, tratando de demostrar que no le importaba lo que pensara Syaoran.
            -Lo único que tienes que hacer es burlar la defensa del equipo, y encestar –les explicó el capitán del equipo de básquet a Yukito y a los niños, mientras apuntaba al equipo completo. Eran los cinco chicos más altos y corpulentos que habían visto en su vida. Sakura suspiró y bajó la mirada, triste.
            -Supongo que lo intentaré yo –dijo Yukito, sacó un par de monedas del bolsillo de su falda, y colocó el dinero que el capitán les había dicho que costaba el juego, en la palma de su mano-. Esperen aquí -les dijo a los niños, mientras se encaminaba a la cancha.
            El capitán del equipo le dio la pelota, la chica la hizo botar un par de veces, y tanto ella, como el equipo de basquetbol se prepararon. El capitán del equipo hizo sonar el silbato, con lo que todos empezaron a moverse. Yukito parecía una gacela mientras corría y esquivaba a los que se le ponían enfrente. No desperdiciaba ninguna oportunidad que se daba cuando encontraba un espacio por donde colarse, y cuando finalmente tuvo la canasta libre para tirar, dio un ligero brinco, dejó que la pelota se le resbalara entre los dedos, y encestó limpiamente.
            -Es increíble que hayas podido vencernos, Tsukishiro-san –le dijo el capitán del equipo a Yukito, mientras le ponía el conejo en las manos. Yukito le sonrió dulcemente, y se apuró a poner el peluche en manos de Sakura.
            -Muchas gracias, princesa del bosque –sonrió Sakura, y se abrazó fuertemente del conejo.
-¿Lo intentarás otra vez? –preguntó el capitán del equipo al ver que Yukito le volvía a poner dos monedas en la mano.
            -Aun me faltan otros dos conejitos...

            Un par de minutos después, mientras caminaban por el festival, Tomoyo y Sakura llevaban conejos iguales, y sonreían de oreja a oreja, mientras que Syaoran sujetaba, muerto de la pena y con un marcado tono rojo en las orejas y mejillas, un conejo negro, con una flor azul.
            -Oh, cielos, debo darme prisa. Ya casi es la hora de la obra –dijo Yukito, mientras consultaba la hora en su reloj.
            -¿La obra? –repitió Tomoyo confundida.
          -Se trata de la obra de teatro que representará nuestro salón. Se llevará a cabo en el gimnasio de la escuela. Touya saldrá en ella –y Yukito se tapó la boca con la mano para evitar reírse-. Les prometo que se divertirán. Traten de estar en primera fila –les dijo al final. Se despidió de ellos alegremente, y se alejó corriendo hacia el gimnasio.

            Tanto los chicos como las chicas se daban prisa para terminar de acomodar todo en el escenario. Los actores trataban de apurarse a cambiarse el uniforme por los trajes de la obra, mientras que fuera del gimnasio, una espesa neblina se iba formando, sin que nadie se diera cuenta de ello, e iba envolviendo el edificio lenta y silenciosamente.
             Syaoran, Tomoyo y Sakura se encontraban sentados entre el público que había ido a ver los números preparados por los diferentes salones de la escuela. Acababa de terminar de tocar una chica el piano, y mientras las personas seguían aplaudiendo, la voz de una chica se escuchó por todo el lugar gracias a los altavoces, anunciando que seguía la obra del 2do D, que se titulaba “La Cenicienta”.
            -¿Ese es el salón en el que están Yukito y tu hermano, no es así, Syaoran-kun? –le preguntó Tomoyo a su amigo, mientras Sakura sonreía y fingía que miraba al frente, cuando en realidad los miraba de reojo para escuchar de que hablaban.
            En ese momento, las luces se apagaron, y el telón del escenario empezó a subir. Los tres chicos se quedaron callados, y miraron al frente.
            En medio del escenario, se podía ver lo que era una chica que fregaba los pisos, mientras se quejaba lastimeramente… con lo que extrañamente sonaba como la voz demasiado grave para una mujer. Syaoran se preguntó si no estaría agripada.
            -Hace mucho tiempo, en un reino muy lejano –empezó a contar la narradora- vivía una chica muy bella, llamada Cenicienta.
            -Yo no creo que esa sea una chica muy bella... –susurró Syaoran de modo que solo Tomoyo pudiera escuchar.
            -Como todos los días, Cenicienta era maltratada por su madrastra y sus dos hermanastras –en ese momento, Cenicienta se puso de pie, dándole la espalda al público, ocultando su rostro-. Cenicienta era una buena niña, y a pesar de los maltratos, trabajaba con gran entusiasmo –en ese momento, la “chica” que interpretaba el papel de Cenicienta, se dio la vuelta, y reveló su rostro: se trataba ni más ni menos que de Touya, el hermano de Syaoran.
            La carcajada de Syaoran se escuchó por un par de segundos, hasta que Tomoyo se apresuró a taparle la boca, diciendo:
            -Si haces demasiado ruido, nos sacarán…
            Pero no fue necesario que Tomoyo tratara de calmarlo, porque en el momento en que Syaoran regresaba a la silla (se había caído por el ataque de risa), el resto de las chicas que se encontraban en el lugar, empezaron a hacer gemidos de emoción.
            -Parece ser que tu hermano es muy popular con las chicas –le dijo Tomoyo con una pícara sonrisa.
            Cuando al fin las cosas se calmaron entre el público, y la atención volvió a centrarse en la obra, Syaoran, Tomoyo y Sakura se dieron cuenta de que habían aparecido más personas en el escenario: la malvada madrastra y las dos terribles hermanastras, que resultaron también ser hombres, y empezaron a empujar a “Cenicienta”, criticando su trabajo doméstico. Las quejas de las chicas entre el público no se hicieron esperar, y Syaoran trató de esconderse hundiéndose en la silla.
            -Esta noche iremos al baile real -anunció la madrastra, fingiendo una voz extremadamente aguda.
          -Si, se trata de un gran baile –dijeron las dos hermanastras, con un todo de voz parecido al de la madrastra, mientras hacían morritos, pero en ese momento, la madrastra les hizo un gesto para que se callaran, y ella continuó hablando.
            -¡Será en esa fiesta donde el príncipe escoja a su prometida!
            -Y de entre todas esas doncellas, ¡el príncipe me escogerá a mí!
            -¡¿Estás loca?! ¡Claro que no, me escogerá a mí! –y las dos hermanastras comenzaron a pelearse.
            -Yo también quiero ir al baile –dijo Touya en su papel de Cenicienta, a pesar de que no parecía querer meterse de lleno en él, ya que su voz seguía escuchándose demasiado grave, cosa que a las chicas del público, no parecía importarles.
            -Tú tienes que quedarte a hacer la cena. Al baile solo iremos tus hermanastras y yo –y tanto la madrastra como sus dos hijas, salieron del escenario, dejando a Cenicienta sola, quien se lamentaba por no poder ir al baile…
            -Su manera de actuar indica que en realidad no quiere ir al baile… -dijo Sakura pensativamente, mientras Tomoyo miraba como Syaoran se hundía cada vez más en su silla, debido a la vergüenza.
            -¡Hola! –se escuchó una nueva voz en el escenario de la obra, y fueron esta vez los chicos de entre el público los que se pusieron a gritar: Yukito acababa de entrar al escenario, disfrazada de bruja. En ese momento, Syaoran se apresuró a sentarse bien, para verla en todo su esplendor.
            -Al parecer Yukito-chan es muy popular, igual que tu hermano, Syaoran-kun –dijo Tomoyo.
            -Claro, Yukito-chan es una persona encantadora –dijo Syaoran, más que para sí mismo que nada.
            -Me parece que tienes problemas, ¿no es así, Cenicienta? –preguntó Yukito, y le dio una pequeña hoja de papel.
            -Pero si es la invitación al baile de esta noche –dijo Cenicienta al tomarlo-. ¿Cómo lo has conseguido?
            -Yo soy una bruja muy poderosa –dijo Yukito mientras le mostraba sus extrañas ropas…

            La obra seguía su extraño curso, mientras que Sakura, Tomoyo y Syaoran miraban mitad divertidos, mitad avergonzados. Se encontraban tan atentos a lo que ocurría delante de sus ojos, que no se iban dando cuenta de cómo una extraña neblina iba cubriendo el gimnasio poco a poco. Se filtraba por donde encontrara espacio, así fuera por debajo de las puertas, o los pequeños espacios de las ventanas abiertas.

            Ahora, el escenario se encontraba completamente oscuro, y se había encendido la luz de un solo reflector, que alumbraba al príncipe, quien se encontraba de pie, mirando a toda la gente reunida en el baile. Pero el príncipe no se trataba de un chico, sino de una mujer.
            -Supongo que todos están enterados que al finalizar este baile, escogeré a mi prometida –dijo la chica, interpretando su papel de manera muy convincente-. Una de ustedes será la afortunada reina de… -en ese momento, interrumpió sus palabras. Las luces se habían encendido completamente, y del otro lado del escenario, caminaba con paso algo torpe, a causa del molesto vestido, Touya, en su papel de Cenicienta, con la cara roja de vergüenza.
            Y no era el único, ahora, Syaoran también estaba rojo como un tomate. Su hermano y el “príncipe” se encontraban en esos momentos en medio del escenario, bailando una romántica pieza.
            -¡Pero qué joven tan inocente y bella eres! –dijo el príncipe.
            -Que obra tan rara –dijeron Sakura y Syaoran al mismo tiempo, pero tratando de no mirarse a la cara directamente.
            La extraña neblina se seguía filtrando por todo el lugar, y ahora se encontraba por debajo del piso del lugar, abriéndose camino entre las tablas del escenario.

            La obra había avanzado hasta una escena en un balcón. Se encontraban el príncipe y Cenicienta conversando, mientras la luz los alumbraba solo a ellos dos, y todo el lugar se mantenía en un silencio sepulcral.
            -No puedes marcharte así nada mas-decía el príncipe.
            -Pero tengo que irme a hacer la cena –replicó Cenicienta.
            -Por favor, conviértete en mi reina –le suplicó el príncipe.
            -Pero la bruja me dijo que regresara antes de las 12…

            -Puedo sentir… -empezó Syaoran
            -… una presencia extraña –terminó Sakura

            En ese momento, pudieron ver delante de ellos a la extraña neblina que había surgido por el suelo del escenario, y que empezó a trepar por los pilares donde se sujetaba en balcón en donde la chica y Touya se encontraban actuando, y que estos empezaron a deshacerse, como si la extraña neblina fuera corrosiva.
            El príncipe tenía a Cenicienta sujeta del rostro, demasiado cerca de sí, a punto de darle un beso, y estaba por decir sus líneas, cuando los pilares del balcón se vencieron, y la estructura se vino abajo. Touya logró sujetarse de una viga, mientras que con la otra mano, tomaba a la chica, para impedir que se cayera.
            Los gritos de pánico de la gente del público, de los demás actores, y el staff, se empezaron a escuchar. Syaoran y Sakura se apresuraron a dejar sus lugares, mientras que la neblina seguía avanzando, y ahora, se comía el cable que detenía el telón del escenario, y este caía impidiendo que la gente del público mirara lo que pasaba ahí dentro.
            -Se trata de una Carta Clow –dijo Sakura mientras ella y Syaoran corrían a esconderse dentro de la cabina de audio, que se encontraba vacía, para buscar una solución al problema que tenían.

            -¡¿Qué has dicho?! –se escuchó el grito de Kero desde el otro lado de la línea del teléfono. Syaoran le había llamado para explicarle la situación, y la ayuda de la pelusa amarilla no se hizo esperar-. Se trata de la Carta Niebla. Todo lo que toca se desmorona. No me cabe la menor duda. Debes darte prisa, o el escenario terminará de caerse en solo unos segundos. La única solución que se me ocurre, podría ser que envolvieras la niebla.
            -¿Envolverla? –preguntó Syaoran, pensativo.

            Abajo, detrás del escenario, todos los compañeros de Touya y la chica “príncipe” gritaban aterrados. Yukito había ido corriendo a ayudarlos, pero las escaleras que llevaban al balcón de la escenografía, se acababan de terminar de caer, por lo que no pudo seguir subiendo, y se quedó de pie sin poder hacer nada.
            -Touya-kun… -susurró mientras observaba como su novio se sostenía de lo que podía, y con la otra mano evitaba que la chica cayera al suelo.

            -Pero… ¿cómo conseguiré envolver la niebla? Seguía pensando Syaoran-. Espera un momento… ¡Lo tengo! –gritó de pronto.
            Transformó su llave en el báculo mágico, sacó la Carta de la Sombra y activó su poder, con lo que la Carta se deslizó hasta el escenario, y formó una burbuja negra alrededor de toda la niebla.
            -Regresa a la humilde forma que mereces, ¡Carta Clow! –dijo, y selló con el báculo a la neblina, devolviéndola a su forma de Carta, con lo que se deslizó hasta su mano extendida, y le cayó suavemente.
            Syaoran dio un leve respiro, pero no todo había terminado. El gritó de la chica disfrazada de príncipe retumbó en sus oídos, y volteó a mirar el escenario, en el mismo momento en que la estructura del balcón terminaba de caerse… y con ella, la chica y Touya.
            -¡Dios del Viento, ven! –gritó Sakura, que había sacado ya su espada, con la que formó una gran burbuja de aire, la cual se dirigió a toda velocidad hacia Touya y la chica, envolviéndolos, y salvándoles la vida.
            -¡Touya-kun! –se escuchó en ese momento el grito de Yukito, y le cayó en los brazos a su novio, quien la abrazó dulcemente.

            -Traje mi cámara de video para grabar lo que pudiera suceder, y me he perdido toda la acción. No puedo creer que se hayan olvidado de mí y me hayan dejado sentada sola entre el público –se lamentaba Tomoyo, mientras se consolaba en filmar a los chicos y chicas que bailaban alrededor de la fogata.
            -Todo sucedió tan rápido que no me dio tiempo de avisarte –le respondió Syaoran a su amiga.
            -Sentimos no haberte esperado –se disculpó Sakura.
            -De que hablas, si tu no hiciste nada… -le dijo Syaoran mirando hacia otro lado.
            -¿Disculpa? He sido yo la que ha evitado que se rompan el cuello al caer.
            -Ya podría haberlo hecho yo con la Carta del Viento…
            Estaban por seguir discutiendo, pero se detuvieron al escuchar la voz alegre de Yukito, quien los saludaba con la mano y se acercaba a ellos.
            -Que bonita obra nos has presentado hoy, princesa del bosque –le dijo Sakura a Yukito con una sonrisa, y se alejo de ahí felizmente, antes de que la chica pudiera responder
            -Lamentamos mucho que las cosas hayan terminado tan extrañas –se disculpó Syaoran, ignorando las extrañas palabras de la niña.
            -Supongo que está bien, después de todo, a Touya-kun no le ha pasado nada grave.
            En ese momento, Touya se acercó a ella, y la tomó de la mano. yukito se despidió alegremente de ellos, y se alejó con Touya, hacia la fogata, con el obvio interés de bailar con su novio.
            -Supongo que tiene razón, todo vuelve a ser normal –dijo Tomoyo, y se puso a filmarlos un rato.
           -Sera normal, pero no está bien –respondió Syaoran apretando los dientes y los puños-. Definitivamente mi hermano no se merece a alguien como Yukito-chan…

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